La oscuridad era absoluta, mis ojos no podían ver a través de ella. Mis manos firmemente sujetas de la espada, se movían sin rumbo fijo intentando apartar a la criatura dueña de esos gruñidos. Por el sonido grave y potente me imaginé una bestia enorme, y aun peor, furiosa.
Muestra tu cara cobarde
Una luz blanca surgió de pronto e iluminó el lugar.
Abrí los ojos con pesar, aun no quería despertar, pero tenía tanto trabajo, no podía quedarme en cama como una perezosa, yo no era una princesa.
Salí de la cama con lentitud y me dirigí al baño para comenzar a arreglarme. La presentación de un soldado era importante, es tu marca personal, la prueba de que amas lo que haces. Mientras me vestía intentaba no pensar en la razón de esos sueños extraños. Últimamente eran más comunes esos sueños oscuros. Al despertar, la sensación de estar a punto de ser embestida por una bestia aun persistía, pero nunca nada ocurría.
Dejando mi mal presagio atrás, abandoné mi habitación para ir rumbo a la oficina del Capitán Kkam para que me informara de mis actividades para el día de hoy, normalmente iría a la sala de entrenamiento, pero ayer Erika había tenido una discusión con su padre que la dejó durmiendo hasta la cena, una exageración para mí, pero al parecer es común en los iknaros tener esa clase de reacción. Mi padre fue quien me informó de su estado, ya que había ido a dejarle dos dosis de medicamento cuando la encontró en cama. De inmediato fue a buscarme a la muralla para que fuera a ver si Erika necesitaba algo, al parecer la chica había discutido con el Rey por culpa mía. Si no hubiera hablado con el rey sobre el viaje, seguramente no habrían discutido, pero él hubiera no existe.
Ni siquiera habló del viaje, pero sé que no puedo ir. Ella de verdad se oía triste, y quizás no me agradaba del todo, pero aun así no podía evitar sentir pena por ella.
Si algo compartíamos Erika y yo, era la efímera relación con nuestros padres. No era nadie para cuestionar las acciones del Rey para con su hija, sin embargo la forma en la que la trataba en algunas ocasiones me parecía algo desmoralizador. Si el rey trataba así a su hija, ¿por qué mi padre no me trataría igual? No era una justificación, pero si una verdad que debía verse, pero si algo teníamos en común Erika y yo, es que somos testarudas y nunca queremos recibir órdenes, aunque al menos yo si tengo un poco de respeto hacia el hombre que es mi padre.
—Capitán Kkam, buenos días—saludé al entrar a la oficina de Lión.
El hombre estaba sentado detrás de su escritorio jugando cómodamente con su cuchillo predilecto. Parecía un verdadero desagraciado sosteniendo el cuchillo como si tratara de un tierno gato. Ese sujeto me daba un aura de peligro que ningún otro en Neurin conseguía darme, era consciente de que era un hombre cruel y desalmado, seguramente eso era lo que había hecho que terminara en el puesto de capitán de la guardia. Pero aun cuando me desagradara, seguía siendo mi superior.
—Vengo a recibir órdenes, Capitán
Pero esta sería la última orden que me daría.
Me abrí paso entre los corredores con un hermoso vestido que Griselda había elegido para mí en un intento por hacerme sentir mejor. Dejé que pensara que aquello había funcionado, al final no importaba, en un par de horas me habría marchado de aquel lugar. Respiraría aire fresco y podría hacer lo que yo decidiera sin que alguien me diera un sermón después. Sería libre.
Después de lo que ocurrió con Dabin el día anterior, no tuve energía suficiente para pensar en el viaje, no conseguí más armas ni comida, y fue solo gracias a que visité a Deuls en la mañana que pude obtener dos dosis de medicina, pero eso no era un gran avance. Había perdido tiempo, todo por culpa de Dabin y por culpa de mi debilidad. Ahora tenía que conseguir las cosas rápido. Le había dicho a Zhaarí que no podía entrenar por mis conflictos emocionales, pero solo fue una excusa para poder descansar el mayor tiempo posible y conseguir lo que aún me hacía falta, después de todo me marcharía esta noche, sin embargo ansiaba poder desahogar mi enojo en un combate con ella. Hubiera deseado tener un último encuentro con Zhaarí antes de irme.
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Atrigeos II : Espectro
Fantasy● Libro Dos ● Un año a pasado desde que Erika cruzó un viejo atrigeo hacia Anorith, donde descubrió que su padre es el Rey y encontró amigos que nunca pensó tener. La esencia de aquel vehnthura aun permanece dentro de su cuerpo y sigue sin poder co...