Espero resistir ante cualquiera y no solo contigo
Eso era una estupidez. Estaba al nivel de los soldados de Anorith, y muy por arriba del nivel de Neurin. Yo los entrenaba, era yo quien se encargaba de prepararlos para la guerra. Las palabras de Erika eran una burla para mí. ¿Acaso no había visto suficiente? ¿No era un buen oponente para ella?
Estúpida, era una estúpida
Di vuelta en el siguiente corredor y encontré a un pequeño grupo de cortesanas. Las cinco chicas estaban perfectamente arregladas, con vestidos de telas vaporosas y suaves, con el cabello perfectamente recogido en chongos altos y repletos de adornos de flores y pasadores.
Muñequitas de aparador
Era increíble que consideraran todo ese glamour mucho más importante que el saber pelear. Yo también cuidaba mi imagen. Me encantaban las botas y la ropa, arreglaba mi cabello y me paseaba por los corredores para que la gente me viera, pero existía una gran diferencia entre nosotras. Yo era una guerrera digna de respeto, ellas solo eran chiquillas intentando conseguir marido.
Todos los soldados habían tenido ya una oportunidad con ellas, incluso algunos duques pasaron noches en vela con ellas, pero ellas nunca podían elegir con quien estar, eran los hombres quienes las usaban, estaban condenadas a eso por querer ganar sus favores y no su respeto. En mi caso era al revés, yo tenía el poder de elegir con que hombre perdería mi tiempo. Yo me gané su respeto convirtiéndome en su igual, y aún mejor, los superé.
Entré en mi habitación y para mi sorpresa mi padre se encontraba ahí. Su presencia no me sorprendía del todo, pero definitivamente no me agradaba.
—¿Qué haces aquí padre? Aún no es tiempo para beber tus posiciones—me dirigí a mi armario y tome ropa limpia. Necesitaba un baño antes de ir a hablar con el Rey Dabin
Papá se levantó de mi cama y caminó hacia el tocador que se encontraba al fondo de la habitación. Dejó ahí los botes con sus medicinas. Lo observé acomodar los frascos con sumo cuidado, y cuando terminó, sus manos fueron al único recuerdo que tenía de mi madre, una pequeña muñeca de tela que ella misma había hecho para mí antes de caer enferma.
—Tu madre era alguien muy artística para ser una belhyuz—soltó con cierto deje de nostalgia. Odiaba que dijera eso, con aquel tono de sorpresa y burla. Él no era el único con intelecto, y sin embargo se jactaba de ser el mejor—Es triste que no heredaras esos dotes
Crucé la habitación con paso firme y la furia burbujeando en mis venas, y le arranqué la muñeca de las manos.
—Si ya terminaste, has el favor de irte
Mi padre me miró con dolor y enfado, pero no dijo palabra alguna, solo dio media vuelta y se marchó, dejándome sola, como siempre.
Es triste que no heredaras esos dotes
Odiaba que lo hiciera, que viniera solo para intentar hacerme sentir inferior por no ser una sanadora como él, o por no haber sido como mi madre. El odiaba a los guerreros, por esa razón también decidí convertirme en la mejor guerrera, para demostrarle que a pesar de lo que diga yo no lo escucharía.
Mi niña, tú serás la mujer más fuerte, estoy segura
Estreché a la pequeña muñeca entre mis brazos deseando que fuera mi madre en su lugar. Aquella bella dama de la corte que lucía tan hermosa en esos vestidos vaporosos y con su espléndido cabello recogido en peinados adornados con flores y pasadores, que reía elegantemente junto a la reina, y que enamoraba a todos con una sonrisa y su cálida actitud.
No, nunca pude ser una dama de la corte. Jamás hubiera estado a su nivel, no podría hacerle justicia al recuerdo de mi madre.
No podría ser nunca como ella.
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Atrigeos II : Espectro
Fantasy● Libro Dos ● Un año a pasado desde que Erika cruzó un viejo atrigeo hacia Anorith, donde descubrió que su padre es el Rey y encontró amigos que nunca pensó tener. La esencia de aquel vehnthura aun permanece dentro de su cuerpo y sigue sin poder co...