【 Capítulo 30 】

15 3 0
                                    

La noche era fría y ventosa, la peor de estas últimas seis noches de viaje. Aferré mis dedos enguantados a la capa que usaba para cubrirme de la fuerte ventisca. A pesar de llevar un abrigo, pantalón de lana, botas altas y guantes, y estar oculta detrás de un enorme tronco de árbol caído, podía sentir mi cuerpo entumecido por el frío. Durante la corta cena el fuego calmó los espasmos de mi cuerpo, pero mis acompañantes pronto lo extinguieron para evitar ser encontrados por alguna bestia de Anorith.

Zhaarí se había encargado de describirme a las más feroces y monstruosas criaturas, así como lo que podían hacer conmigo si me encontraban, eso era suficiente para que conciliar el sueño fuera una labor difícil, más no imposible. André estaba de acuerdo con ella en que no debíamos descansar por mucho tiempo, ya que eso nos ponía en una situación de desventaja contra las bestias, además, considerando que habíamos escapado de la Fortaleza de Dabin, era posible que ya se hubieran percatado de mi ausencia y podrían estar buscándome. Por ello el primer día no nos detuvimos a descansar. Los siguientes días habían sido iguales; cabalgar, dormir, cabalgar, dormir, cabalgar, dormir. Siempre comíamos mientras cabalgábamos, una pieza de pan y frutas, mucha agua, y por las noches dejábamos a los caballos comer y beber todo lo que quisieran para que recuperaran fuerzas.

Solté un gran bostezo y froté mis ojos cansados, la única parte visible de mi rostro, ya que respirar directamente el aire helado podía hacer sangrar la nariz, por ello nos cubríamos la nariz y la boca con un pedazo de tela. Acaba de tener otra de mis pesadillas y no podía conciliar el sueño de nuevo, no solo por el miedo, sino también por los ronquidos del pelirrojo a mi lado. Para mi gran sorpresa Zhaarí era tan silenciosa al dormir, como un felino tranquilo y letal. Era durante esos breves momentos de descanso que ambos se olvidaban de todo y dormían profundamente sin importarles que podría venir a cenarnos.

El chico se encontraba desparramado sobre el césped solo con su maleta debajo de su cabeza y una capa vieja sobre de él, si sentía frío, no lo demostraba, aunque su cuerpo se encontraba encogido contra el árbol. Me provocaba envidia lo fácil que era para él dormir en algo que no fuera una cama. A mi lado, Zhaarí poseía la misma habilidad que el pelirrojo, aunque ella si se veía algo incomoda por el frío. Otro bostezo brotó de mi garganta y antes de intentar dormir, lancé una mirada a los caballos, asegurándome de que estuvieran a salvo.

—¡Niña, despierta!—me revolví en mi lugar y continué durmiendo a pesar de oírlo refunfuñar—¡Vamos, tenemos que seguir!—solté un quejido y le lancé una mirada al sujeto que osó interrumpir mi sueño. Apenas había conseguido conciliar el sueño, pero eso no le importaba a ninguno de los dos

—Puedes dormir en el caballo, ahora levántate—ordenó Zhaarí sin siquiera mirarme

Me levante sin mucho entusiasmo y golpeé mi cara suavemente para asustar al fantasma del sueño. El chico fue por los caballos y los preparó nuevamente para salir mientras Zhaarí se adelantaba para hacer un breve reconocimiento del camino, ver si había alguna señal de peligro. Rebusqué en mi maleta un par de manzanas y alimenté a los equinos para evitar que se desmayaran a medio viaje. Le ofrecí una a André pero se negó sin decir nada.

—Vamos, debemos alcanzar a la loca—bromeó André mientras se subía al lomo de Kith—Aún falta mucho para llegar a Orlad

Asentí con cansancio mientras subía al lomo de Hyus para comenzar a movernos. El sol apenas se abría paso por el cielo e iluminaba ligeramente dando un poco de melancolía al paisaje.

—Luces más cansada que los últimos días—habló el pelirrojo despertándome de mi pequeña siesta—¿No dormiste bien?—negué con la cabeza y me froté la cara para revivir—¿Si quieres puedo atar a Hyus a mi silla para que tú puedas dormir?

Atrigeos II : EspectroWhere stories live. Discover now