【 Capítulo 17 】

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El día estaba saliendo de maravilla. Azsael, Staen y yo estábamos entrenando con los diez chicos que irían a Firless con nosotros. Todos estaban más que listos para partir, pero Azsael no quería irse por una sola razón. Erika.

—Ella no tienen nada que hacer aquí—soltó Azsael con la seriedad de siempre, lo miré con desaprobación aunque sabía que él tenía razón

—Los Feirs nunca la dejaran pasar cuando sientan la esencia de vehnthura dentro de ella—lo apoyó Staen. Otro punto en contra de Erika—Además, ¿Qué busca con acompañarnos? Solo se meterá en problemas

—Eso es lo que quiere—solté con diversión, ambos sujetos me miraron en espera de una buena explicación—Es una Iknara, siente curiosidad por todo, es su linaje. Lo único que busca es saber más, quiere hablar con ellos para conseguir más información de Ellin y quiere averiguar si ellos pueden ayudarla con su problema

Los tres nos quedamos en silencio al pensar en lo que ella había dicho. Erika era infantil y caprichosa a veces, pero no tonta, ella nunca buscaría ser una carga para nadie, llevaba un año conociéndola, lo que menos quería era frenar el camino de los demás, ella quería cuidarlos de cerca, pero nadie lo comprendía.

La puerta de la sala se abrió y lo primero que vi fue al chico de cabello naranja siguiendo a la chica con ojos llorosos y las manos cerradas en puños.

¿Ahora que paso?

La chica me tenía harto, no podía soportarla más tiempo, siempre quejándose, siempre lloriqueando cuando algo no le agradaba. Era tan infantil y caprichosa, y yo realmente creí que sería diferente de la princesa Kirlia.

Llegó a la sala y comenzó con su sermón de que odiaba a todos los del campamento, que no aguantaba más y que era demasiado para este sitio. No la escuché en absoluto, solo me concentre en mantenerme sereno durante el tiempo que duró su queja, y cuando terminó de hablar, fui con ella.

Sus ojos estaban llorosos y su mandíbula tensa, su cuerpo entero estaba a la defensiva. Lucía roja por la exposición al sol, también estaba algo pegajosa y brillaba por el sudor que expulsaba, su cabellera estaba enredada y parecía a punto de lanzarse sobre mí. La tarea de Thiago era una reverenda estupidez, sabía que él no era del todo bueno con los nuevos, pero ponerlos bajo el sol por horas era una pérdida de tiempo valioso. Me acerqué para sujetarla del rostro y dejé salir todo. Cada palabra era expulsada de mi boca sin censura, estaba solo, sin Lion ni el Rey que me hicieran contenerme, solo soldados y hombres bajo mis órdenes que escuchaban con atención lo que le decía a aquella niña caprichosa. Cada palabra fríamente calculada para herirla, todo planeado para lastimarla y hacerla renunciar, solo había una cosa que no había pensado, como soportar verla romperse frente a mí.

—No necesito una cobarde acompañándome

Y así el plan de herirla se fue a la basura. Todo lo que había considerado previamente se fue a la basura cuando vi aquellos ojos marrones llenarse de lágrimas y mirarme con sorpresivo dolor. Erika solo había intentado defenderse una sola vez, lo cual era raro considerando que siempre tenía algo que decir para restarse culpa, pero ni siquiera me había preocupado. Su boca se abrió ligeramente y se volvió a cerrar casi de inmediato, y como por arte de magia, sus ojos se cerraron derramando así todas las lágrimas que llevaba guardando desde que llegó. La castaña subió su mano y sujetó mi muñeca, ni siquiera me esforcé por evitar que se zafara del agarre, por el contrario me alegre, no podría soltarla de no ser así.

—Realmente no me conoces lo suficiente como para entender que lo que menos quiero es ser una carga para ustedes—soltó en un murmullo, su voz sonaba lastimada y no pude evitar sentirme culpable. Erika abrió los ojos y miró su mano sobre mi muñeca—No necesito que me cuiden—la mano se aferró con más fuerza y la chica me miró a los ojos—Siempre he sabido hacerlo—antes de darme cuenta, ya me encontraba de espaldas contra el suelo

Atrigeos II : EspectroWhere stories live. Discover now