Capítulo 22 PoV Annabeth:

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Mierda.
Todo iba a la perfección, la boda estaba planeada, yo estaba embarazada y al parecer al fin, en la historia de un héroe la vida seria feliz.
Me deje llevar por la emoción.
Atenea no nos había molestado desde aquel día que hablo con Percy, y desde entonces no la había vuelto a ver, escuchar, y ni siquiera sentir su presencia.
Hasta ahora.
Me aferre con más fuerza a la mano de Percy, y él comenzó a caminar.
-¿Que crees que estas haciendo?
-Annabeth, vamos al Olimpo, tenemos que...
-¡No!, no te das cuenta de que quizá... No lo se. Me da miedo lo que pueda pasar.
-No pasará nada.
-No me hagas promesas que no cumplirás.
-¡Annabeth! Escucha, creo que es mejor ir, charlar un poco, a arriesgarnos a algo peor. Sólo relájate.
Torcí mis labios en una mueca. Obviamente en desacuerdo.
Pero aun asi emprendimos el viaje hacia el Empire State.

Una vez que llegamos nos dirigimos a la recepción donde el hombre que siempre estaba allí, pues... Estaba allí.
-¿Qué se le ofrece?
-Piso 600, porfavor.
El hombre, como de costumbre, puso cara de confusión.
-Señor, siento informarle que este edificio solo tiene 101 pisos.
-Ash. ¿No tiene una lista o algo? Soy Percy Jackson, hijo de Poseidón. Ella es Annabeth Chase, hija de Atenea. Somos semidioses y venimos a unos asuntos al Olimpo, asi que si sería tan amable de solo dejarnos ir al piso 600, se lo agradecería.
Al parecer Percy estaba molesto.
-Además- dije- vengo cada mes a supervisar mi trabajo de arquitectura ¿No me reconoce?
El hombre rodo los ojos.
-Si, de acuerdo, solo tengo que hacer bien mi trabajo.
Nos indico pasar al elevador y presionar la Omega griega. El hombre salió y las puertas se cerraron.
-No tenemos que repetir la escena de hace rato ¿verdad?
-Creo que no. ¿Estas nervioso?
Sentía como su mano temblaba y el sudor recorría su mandíbula.
-No, para nada ¿y tu?
-Un poco.
-Hey, tranquilízate.
-Creo que soy yo la que debería decir eso. Es mi madre la que puede carbonizarte.
-Que pensamiento mas reconfortante.
El recorrido fue eterno, quería vomitar, estaba asustada y la asquerosa música del elevador no ayudaba mucho.
Entonces las puertas de abrieron y allí estaba, imponente, el Olimpo.
En definitiva mi trabajo (y no es por presumir) era hermoso. Y cada vez que veía las columnas griegas levantarse para formar una estructura y simplemente ver la sala de tronos, hacía que me enorgulleciera.
Pero esa belleza, hoy no era tan bella. El lugar era tétrico. Y silencioso a muerte. Como si estuviera abandonado.
-¿Hola?-susurró Percy
Nadie respondía. Las fiesta que siempre tenían los dioses menores, habían desaparecido.
Eso daba aun mas miedo.
Entonces de la nada, una bola de fuego pasó a pocos centímetros de la cabeza de Percy, quien instantáneamente me envolvió en sus brazos. Y Atenea se materializó delante de nosotros.
-¡TU!- dijo señalando con el dedo a Percy - ¡MALDITO HIJO DE POSEIDÓN!
Lanzo otra bola de fuego, él  me arrojó a un lado, y apenas si pudo esquivar las llamas.
-¡Mamá, déjalo!
-¡CÁLLATE!
-Atenea, mire, hablemos como gente civilizada, porfavor.
-¡NO ME HABLES DE GENTE CIVILIZADA! NO CUMPLISTE MIS ORDENES. ¿Quien te crees? ¿Un súper héroe?
-Mmm de hecho...
Atenea lanzo su última bola de fuego, y esta vez Percy no tuvo tanta suerte.
Le dio de lleno en el torso haciéndolo volar hasta estrellarse contra un muro.
-¡PERCY!-  grité y comencé a correr hacia él, pero Atenea tomo mi brazo.
-¿En que estabas pensando cuando aceptaste ser su esposa? ¿Cuando te metiste en su cabaña? ESTO ES LO QUE QUERÍA EVITAR.
-¡No es verdad!- grité mientras forcejeaba- Te encanta hacerme sufrir. ¿Por que no me dejas ser feliz?
-¡Por que te hará sufrir mas de lo que ya lo ha hecho! Míralo, ¿quien es? Annabeth, ¡eres mas inteligente que eso!
-¿¡De que manera me ha hecho sufrir!? ¿Eh? Solo ha traído cosas buenas a mi vida. Y tu no eres nadie para decirme que hacer. Ni siquiera te hiciste responsable de mi cuando te necesite, no quieras decirme que hacer ahora.
-¡Soy tu madre Annabeth Chase! ¡Vuelve!
Por fin logre liberarme de su agarre y corrí hacia él. A los tres metros pude distinguir que el daño era masivo y nada bonito. Cuando me acerque fue peor.
-¿Percy?
Tenia quemaduras de tercer grado por todo su torso y parte de sus brazos. Su piel rojiza llena de ampollas se veía tan desagradable y él solo lograba gemir de dolor.
-Percy, reacciona, vamos. Tu eres fuerte...- mi voz se quebró y comencé a llorar. Sentía que lo perdía, que cada vez estaba mas lejos, podía imaginar a las Parcas jugueteando con su hilo de vida... Y de pronto, abrió los ojos
-¿Annabeth?
-¡Oh Percy, estas bien!- y comencé a acariciar su rostro pues resistí el impulso de abrazarlo.
-Si, si, lo estoy. ¿Y tu? ¿Y él?- preguntó con urgencia colocando su mano temblorosa en mi vientre.
-Es increíble que pienses en eso. ¡Mírate!
-Nada me importa más que tú y ese pequeño.
-Aww pero que lindo.
La voz fría y sarcástica de Atenea taladraba mis oídos.
-¡Ya basta!- me levanté- ¿Puedes dejarme vivir en paz como a mi me plazca? ¿Y que si me voy a casar con un hijo de Poseidón? ¿Y que si estoy embarazada? Soy yo, y yo decido lo que hago.
-¡Pero esa no es una estrategia digna para...!
-¿¡Siempre tiene que haber estrategias!? Madre, esto es una vida, no puedes planearla por que jamás sabes que diablos te pondrá el destino enfrente. Solo tienes que vivirla y ya.
-¡Pero puede ser diferente!
-¿Diferente cómo? ¿Cómo tu quieres? Creo que paso.
-¡Trato de ser una madre, y tu no eres de mucha ayuda!
-¡Yo solo necesito tu apoyo!- mediante hablaba mi voz se convertía cada vez más en un susurro- Solo quería a alguien que me dijera "te quiero", que me aceptará cuando nadie mas lo hacía. Solo quería una mamá. Pero nunca estabas allí.
La riña había llegado a su clímax, y esperaba que mi madre me abofeteara o algo que hacen las mamas cuando las hijas les levantan las voz. Pero solo recibí un abrazo.
Me quede tan atónita, que ni siquiera reaccione. Mis manos seguían allí, a mis costados. Después cuando besó mi mejilla, le correspondí con otro abrazo.
Se sentía extraño el contacto con la diosa. Era mi madre. Pero siempre había sido fría, y eran contadas las ocasiones en las que demostraba su afecto.
-Cariño, lo lamento, se que más que una madre solo he sido una institutriz, y una mala. Que nunca estuve cuando me necesitaste. Pensé que Percy... Bueno, no lo se. Lo juzgue mal. Quiero remediar todo lo malo. Quiero lo mejor para ti. ¿Podrás perdonarme?
Con una sonrisa en mis labios logre asentir.
Sus ojos llorosos se veían tristes y melancólicos, en cambio los míos estaban secos, como un desierto. No quería llorar
-Bien, te dejo. No olvides que... Te quiero.
En cuanto lo dijo su cuerpo de disolvió en el aire.
Me desplomé en el suelo y solté un bufido. Al borde de las lagrimas, una familiar voz hizo dar un vuelco a mi corazón.
-Wow. ¡Atenea y Leo pueden ser hermanos!
Me volví hacia él, su cuerpo desgarrado y frágil, con cara de agotamiento y dolor, pero con esa sonrisa que siempre tenía. La autentica sonrisa que me hacia sentir mejor.
Seguía tirado en el suelo, pero al menos estaba consiente para hacer sus estúpidas bromas.
Me acerque a él, negando, con una sonrisa en mis labios.
-¿Eso significa que si ira a la boda?- rompió el silencio.
-¡Oh sesos de alga!
Me acerque y le plante un enorme beso en los labios.
-¿Siempre tienes que ser un maldito payaso?
-Me temo que si.
Y justo cuando lo volvería besar, toque sus heridas, recordándome mi real preocupación.
-Auch.
-Lo lamento.
-No, tu solo vuelve aquí... - tomó mi cabeza y comenzó a acercarme de nuevo a sus labios- Eres mi mejor medicina.
Logre esquivar el beso y me desenredé de sus brazos. Urgé en mi bolsa y saque un poco de ambrosia de emergencia.
-Lástima que "tu mejor medicina" no te puede curar. Anda, comelo.
Y le entregue el cuadrito de pastel mágico.
-Gracias.
Cuando lo terminó, sus quemaduras se desvanecieron y fueron reemplazadas por piel nueva. Su color de tez cambio, y parecía aquel chico sano y fuerte y había venido a enfrentar a una diosa.
Me acurruqué a su lado, colocando mi cabeza en su pecho, mientras él acariciaba mis caderas.
-¿Estas mejor?
-Sip, ¿y tu?
-Eso creo, regularmente suelo sentirme protegida en tus brazos.

Forever Together (Percabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora