Capítulo 36 PoV Annabeth:

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Después de media hora, me encontraba en una mesa para dos personas. Frente a mi un jarrón con flores blancas y delante de el una copa de vino blanco el cual tenia que ignorar por mi propio bien. Pero lo mas bello a mi alrededor era Percy, mi esposo.

Me quedé absorta observando su perfil. Una blanca sonrisa, mandibula fuerte, nariz perfecta y ojos color mar. Jamás me cansaré de decirlo: es terriblemente apuesto. Y es mío. Pero, por desgracia no pude contemplarlo por mucho tiempo, ya que, detrás de la mesa se formo un fila con varios invitados. Poco a poco, uno por uno, saludamos a todos, quienes nos dejaban un obsequio que iban desde ropa elegante hasta algún electrodoméstico. No es que no a preciara todo esto, pero fue estresante.

Después, guíados por Piper, que practicamente organizo la boda, nos llevó hacia el medio de la pista improvisada. Ella literalmente me empujó a los brazos de Percy, quien me recibió con una sonrisa.

-Hola.

Solo pude sentir mis mejillas cambiar a un todo rosado al escuchar su voz.

-Bienvenidos todos. El día de hoy estamos aquí para festejar a una de las parejas mas perfectas en los últimos milenios. Todos sabemos que tuvieron que pasar por muchisímas cosas para estar juntos. Yo, los conocí justo cuando, mi querída amiga, Annabeth, lo buscaba desesperadamente, después de que su Sesos de alga hubiera desaparecido. Su reencuentro fue hermoso, y no, no pasa como en las telenovelas, en vez de un beso, Annie por poco lo apuñala. En fin, sucedieron cosas diversas, alguna bellas y otras no muy lindas de recordar, pero todo culmina aquí, donde al fin pueden culminar con su amor.

Todos aplaudimos después de la ultima palabra, fue un discurso precioso. Pero Piper no me dejó ni un momento para agradecerle, debido a que gritó a todos que vendria nuestro vals. Lo había ensayado tantas veces que era dificil olvidarme de los movimientos. A un lado, hacia el otro. Adelante y atrás, hasta que la música termine.

               Ω               Ω                Ω

Nuevamente, después de haber danzado con cada invitado y cortar simbólicamente el pastel, volvimos a la mesa de los novios.

Percy, por su lado se atiborraba de pastel con cobertura blanca, mientras yo, apenas podía tocarlo. De pronto, me miró directamente a los ojos y pronunció:

-¿Te vas a comer eso?

Solo me reí ante el comentario. ¿Pensaban que este hombre era todo amor? No señores, es un glotón.

-Ten toma- dije pasando mi pastel a su plato, e inmediatamente siendo devorado por Percy.

Frente a nosotros, varias parejas estaban bailando al ritmo de la música. Particularmente, odiaba bailar. Solo había aprendido unos cuantos pasos para el vals, mas no me gustaba salir a discotecas o cosas por el estilo. Y Percy sabía eso.

-¿No es aburrido?

Asentí con la cabeza.

-¿No te gustaría ir a un lugar mas entretenido?

Lo miré, y sus ojos no indicaban nada inocente. Pero de todas formas mis labios se curvaron y dije que si.

Inmediatamente, tomo con fuerza mi mano y me arrastró a las sombras del bosque sin que nadie nos notara. ¡Vaya! ¿Quién diría que los novios son los invitados menos escenciales en una boda?

En cuanto llegamos, Percy se abalanzo sobre mí besandome con fuerza y empujandome contra un árbol, mientras que yo ya estaba deshaciendo el nudo de la corbata.

-¿Sabes… qué…es…gracioso?- preguntó, intercalando un beso entre cada palabra.

-¿Qué?- no podía hablar mucho. Después de una descarga de adrenalina retirandonos a hurtadillas, viene otra con Percy y yo haciendo "cosas" en el bosque.

-El hecho de que no pudimos esperar a la luna de miel.

Me reí ante el comentario solo unos cuantos segundos. Arrojé la corbata hacia un lado y el la miró desdichado.

-Esa era mi corbata favorita.

-Es la única.

-Pero es azul, mujer.

-Oh callate- y esta vez, fui yo quien se hundió en sus labios.

Él comenzó a levantarme la falda del vestido, dejando al descubierto mis piernas que acarició a lo largo y finalizó con sus manos en mis caderas, intentó subir, pero no pudo.

-Que mierda.

-Es un corsette-apresuré- se quita por la parte de atrás- y me di la vuela para que pudiera desabrocharlo- Bueno, date prisa, tu eres el experto en esto.- me reí.

Pude sentir su mirada de odio en mi nuca y sus dedos teniendo una batalla con la prenda.

-¡Oh, por los dioses, basta!-tomo mi cintura y me dió un giro de 180° y de nuevo me beso. Los labios, la barbilla, mi clavícula y los pechos.

Después desabotonó su pantalón y me colocó a horcajadas alrededor de él. Poco a poco se arrodillo y aún besandome quedé acostada en una fina capa de hojas. Pude sentir como Percy bajaba mis bragas hasta las rodillas.

-Son bonitas- se burló.

-Eran para la luna de miel, pervertido.

Sus labios formaron una sonrisa, una bella, una genuina, una terriblemente sexy.

Se colocó encima de mi con las piernas separadas y sin ningún otro preámbulo entró en mí.

Traté de no gritar, ya que estabamos en pleno bosque, pero alguno que otro gemido escapo de nuestros labios.

Me besaba tan desesperadamente. Acariciaba todo mi cuerpo, y jalaba mi cabello con delicadeza. Mientras que por mi parte, me centraba en su espalda que estaba más tensa de lo normal.

Llegamos al limite. Mordí fuertemente mi labio inferior tratando de ahogar mi fuerte gemido de placer. Se derrumbó a mi lado y solté un suspiro.

-Wow- pronuncié.

-¿Wow?- repitió

-Si, me siento tan… nunca rompo las reglas de este modo.

-¿Asi que eso es lo que te excita?

Lo miré con molestia y me limité a poner mis ojos en blanco. Él solo sonrió.

Se levantó, abotonó de nuevo su elegante pantalón de vestir y me ayudo a levantarme. Había subido mis bragas y colocado en su lugar el vestido de seda. Mi cabello no tenía remedio. Era un manojo enredado con hojas y ramas, las cuales Percy intentó retirar.

Justo cuando quitó el último trozo de hoja escuchamos el desgarrador grito de una mujer.

Ambos nos miramos aterrados. No nos habiamos dado cuenta que la música había parado y todo era demasiado silencioso.

Nos echamos a correr hacia la fiesta. Antes de llegar Percy me detuvo, suplicandome que me quedara, que quizá era bastante peligroso para mi. Pero estaba tan harta de ser inútil que solo lo ignoré, obligando a que siguiera su camino.

Cuando llegamos, todos estaban fríos, nadie se movía, miraban en una sola dirección.

Al voltear hacia donde ellos miraban, se alcanzaba a distingir a un hombre de unos 30 años, con cabello dorado, algo opaco, ojos azules penetrantes y una cicatriz que cruzaba por ellos.

Era Luke.

Forever Together (Percabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora