Capitulo 21 - Inconciente

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Luego de haber quedado asombrada, deslumbrada, quede atónita. A punto estube de tirarme a ese manantial maldito, vaya a saber quien que me pasaría si lo hubiese hecho.

Raiden me bajo del árbol cuando vio mi cara de terror, y aprovecho a traer las "armas" si así se les podían llamar a dos arcos con unas veinte flechas cada uno y un par de "cuchillos" . 

Los introdujo con cuidado en el manantial, remojándolos como una señora hace con un saco de te en su taza de agua hirviendo. Los saco y los coloco al sol, dejando que se sequen, supongo.

Nos dirigimos a donde habían quedado el conejo sobrante y las ardillas, los comimos con unas técnicas que Raiden y yo aprendimos en el campamento para no envenenarnos, y partimos como el día anterior: hacia el oeste.

Caminamos sigilosa pero rápidamente, atentos al mínimo ruido, con arco cargado en mano. El temor de que nos siguieran permanecía en Raiden, en cambio para mi, no se molestaría tanto.

Continuamos caminando en silencio, a veces parando para conseguir agua, otras veces para descansar en la sombra.

Ya me preguntaba cuando llegaríamos, es decir, el pueblo no parecía estar tan cerca. Una vez le pregunte a Raiden cuando llegaríamos, pero resulto ser que estaba de mal humor :

- Cuando llegamos? - le pregunte muy calmadamente.

- Sabes? Pensé que eso de preguntar insistentemente cuando llegamos pensando que luego de un minuto estaremos mas cerca era de niños. - dijo poniéndose pensativo. - Oh, eso lo explica niña. - Termino burlón.

- No soy una niña y no pregunte cada dos minutos. - le dije en reproche. 

- A no? - dijo.

- No, no lo hice. - su cara se transformo, formando una sonrisa irónica.

- Sabes? Tampoco pensé que el termino de pregunta retorica no se aplicaba a los niños. - dijo de nuevo, para burlarme.

Continuamos caminando en silencio.

- Ya, en serio, que cuanto falta ? - pregunte algo insistente haciendo mi mejor acto dramático.

- Diez horas. - dijo. No le creí.

Puede ser que no haya sido solo una vez que se lo pregunte, pero ese es el punto.

Se hizo la noche, y pudimos divisar unas luces a lo lejos.

- Es el pueblo. - dije con esperanza. 

- Oh, gran dios purísimo, agradezco esta ofrenda. Gracias por llenar sus ojos de luz en la media noche, y así sacar su tediosa voz de mi radio de audición. - dijo irónico, tirándose al piso.

Dramático.

Puse los ojos en blanco y me acurruque contra un árbol, preparada para dormir. Mi estomago rugía, aunque ya nos habíamos comido las sobras de esta mañana, y mis labios estaban secos, tales como mi lengua. En el trayecto solo habíamos bebido agua una vez, y no teníamos con que transportarla.

Intente tragar un poco de saliva, pero tenia la boca demasiado seca.

Mi cabeza palpitaba, como lo había hecho desde hoy a la tarde. Debíamos llegar al pueblo, aunque sea mañana al mediodía.

- Hey, chucho, no duermas en el piso que te puedes mojar. - me dijo mientras pateaba suavemente mis pies.

No tenia ganas ni de moverme ni de contestarle. Estaba demasiado cansada, y mis labios estaban demasiado secos.

Me tomo en brazos y sentí como unas ramas se me enroscaban al rededor del cuerpo. Rápido, sin saber como, me encontraba en otra nueva plataforma entre los arboles, con su campera sobre mi cuerpo.

ImpurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora