¡PERO QUÉ NOCHE!

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1980 llegó para abrir una nueva década. Año nuevo, vida nueva. Este año cumpliría 21, me graduaría como abogada, y regresaría otra vez a vivir a Londres.

Una noche cualquiera, Alison y yo nos fuimos a tomar unas copas, decidí que era apropiado divertirse, ya era hora de cerrar ese capitulo llamado "Roger Taylor" y escribir otro, uno con diferente historia y diferente final. Estaba clarísimo que mi relación con Rog había terminado desde el mismo día en el que Fred lo había descubierto todo; era un caso imposible, así que decidí avanzar. De alguna manera, los tragos se me subieron rápidamente a la cabeza, por suerte, mi amiga decidió parar en algún momento, para cuidar que no hiciese cualquier locura.

-¡VIVA LA VIDA! ¡VIVAN LOS AMORES IMPOSIBLES!- grité borracha

No esperaba recibir un "¡QUÉ VIVAN!" como respuesta de la gente, pero así fue, de verdad se sintió genial. La música invadía mi cuerpo, los Estadounidenses disfrutaban de la nueva onda musical y para mi sorpresa, "Another One Bites the Dust" había llegado para quedarse. Por un instante pensé: ¿cómo se habrá sentido Roger tocando una canción en la que no hace maravillas con su batería? sonreí al pensarlo.

-¿De qué te ríes?- Preguntó Alison.

-De nada, pensaba en Roger, como siempre- respondí

-Es mejor que vayamos a casa, estás que no puedes con tu alma, anda, ¡vamos!- No me resistí a la petición de Ali, así que nos marchamos.

Al llegar, había un hombre parado junto a la puerta de nuestra casa. Alison lo amenazó con llamar a la policía, pero él insistió en que no estaba ahí para hacernos daño.

-¡Tranquilas!- nos dijo

ESA VOZ, ESA VOZ YO LA RECONOCÍA, ¡ERA ROGER!

-Alison, es Roger, ¡es Roger!-

El hombre se me vino encima, me cargó en sus brazos y me ayudó a entrar. No podía disfrutar de su perfección porque la borrachera nublaba mi vista, tomé su hermosa cara con una de mis manos y acaricié con el pulgar su barbilla. Su cabellera había desaparecido, ahora llevaba corto el pelo. Entramos a mi cuarto, Roger me acostó en la cama y él se sentó a mi lado.

-¿Qué le has hecho a tu cabello?- dije

-Muchas cosas han cambiado desde que te fuiste, solo tengo un par de minutos antes de que Fred se aparezca- Había prisa en lo que decía

-¿Qué pasa? ¿qué te sucede?- Me senté junto a él en la cama, quería estar atenta a todo lo que me dijera, pero el mundo me daba vueltas y sinceramente, tenerlo tan cerca hacía que mi cuerpo se encendiera, tenía las hormonas y la libido por las nubes.

-Estos años sin ti, sin tu presencia en mi vida...- hizo una pausa, mientras se aclaraba la garganta.

-No sabes todo lo que te he extrañado, ni mil mujeres van a proporcionarme la paz que sentía cuando estaba contigo, las ganas de amarte de forma limpia, a ti y unicamente a ti-

Tomé su cara nuevamente y sentí el aguacero que caía de sus ojos. Me acerqué, abrí mis piernas y me senté en sus muslos. Ahora lo tenía cara a cara y rodeado por mis brazos. Él también me abrazó con los suyos.

Yoo...!

-¡Shhh!- lo cayé- mientras ponía un dedo en su boca. -No digas nada, aprovechemos que estamos aquí; juntos, quien sabe si después de hoy quizá se de otro chance!

Roger asintió con la cabeza y me besó. Jamás pude olvidar cómo era besarlo; era el propio manjar de los dioses. Nuestra pasión seguía intacta, el alcohol había hecho estragos en mí, lo cual era fascinante porque no me daba vergüenza expresarme, más bien, me desinhibía. Era delicioso saborear sus labios; tocar su cuerpo, el jugueteo de nuestras lenguas en medio de la noche, calentaban cada fibra de nuestros cuerpos, podía sentir su erección rozando mi parte inferior, puesta a su merced, mis deseos de olvidarme de él para siempre, se habían ido a la mierda, de hecho, esa noche todo se había ido a la mierda.

Unos toques fuertes a la puerta nos distrajeron a Roger y a mí, por lo cual nos separamos en el instante. Alison entró desesperada a mi cuarto y nos advirtió que mi hermano había llegado con unas personas y estaba a punto de entrar a la casa.

-Me tengo que ir, Fred no puede verme. Te prometo que te buscaré y te juro por Dios que ni Freddie ni nadie nos separará- Dijo, mientras salía por una ventana.

No dije nada, pero como era mi costumbre, me puse a llorar.

Andaaa! desnudate y metete al baño, por favor, lávate de pies a cabeza, no quiero que tu hermano te vea así, sería peor- Alison me ordenó y como siempre, tenía razón. 

Al cabo de pocos minutos, escuché la voz de mi hermano afuera, así que salí del baño para recibirlo.

-¿Qué pasa, Freddie Mercury?

-Tú y yo teníamos un trato, (tu nombre)- Fred estaba furioso.

-Hermano, claro que sé que lo tenemos, pero... ¿qué es lo que pasa?

Fred me miró, pero vaciló antes de responder

-No creas que no sé que Roger ha estado aquí-

-No sé de qué hablas- Le respondí

-No te hagas la tonta, sabes bien de lo que te hablo y no quiero que se repita, tú y yo tenemos un trato y no puedes romperlo, ¿me entendiste?, si me entero que lo has visto, o hablado con él, te juro que hacerles la vida imposible es lo único a lo que me dedicaré por el resto de mi vida, ¿está claro?-

-Si, hermano-

Freddie nunca se había enojado tanto conmigo, ni siquiera cuando se enteró de mi relación con su mejor amigo. Estaba tan convencida de que si lo desobedecía, no sería tan comprensivo conmigo como la primera vez, así que decidí esperar a que mi mente se aclarara más, para reflexionar sobre lo que había pasado aquella noche.



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