EL MEJOR REENCUENTRO

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Nos miramos alrededor de treinta segundos, las lagrimas me fluyeron de forma natural, no aguanté más y corrí hacía él, me enrosqué en su cuerpo y lo abracé, mientras él sostenía mis nalgas con sus manos. Era perfecto, ahora podía estar con él sin temor alguno, solo pensaba en recuperar el tiempo que perdí sin sus besos, sus caricias, sus bromas, su olor, su cabello. Me aparté un poco para secar mis lagrimas y apoyé mi frente en la suya. Aún colgaba de su cuerpo como un primate.

-Te he echado mucho de menos, Roger, no sabes cuanto-

-Yo también a ti, perdóname por casi arruinar el trato que tenías con Fred, todo este tiempo fui una mala persona, pero quiero que sepas que te amo, te amo mucho-

Las copas habían hecho estragos en mi cuerpo y la libido estaba a mil. No podía más, lo tenía tan cerca, tan mío después de tanto tiempo, que en ese momento no me interesaban sus explicaciones, solo quería que se hundiera en mí, igual que la última vez, así que lo besé y él me correspondió con la misma pasión.

-¿Has tomado?

-Solo un poco, pero calla, no me hagas esperar, he tenido suficiente de eso, ya tendremos tiempo para hablar- Le respondí

Roger caminó justo a la cama y me tumbó de manera inmediata, uniéndose enseguida a mí. Me quitó la blusa y luego el sotén, dejando mis pechos libres. Chupó cada uno de mis pezones erectos producto de la excitación, haciendome ver estrellas. Con mi mano derecha halaba su cabello invitandolo a que siguiera succionando la flor en mis senos y con la izquierda, metida en su pantalón, tocaba su virilidad que crecía confortablemente a mi tacto. Segundos después, bajé por su cuerpo caliente, retirando la ropa que cubría su parte baja, Roger estaba tan duro como una roca, así que chupé su miembro con una avidez que solo podía venir del demonio. ¡Oh Dios mío! dijo él y yo reí. Fue un momento glorioso en el que descubrí el poder de mi lengua, sintiéndome como una diosa. Mi mirada nunca se separó de la suya, al terminar mi labor en su parte inferior, quité los trapos que aún me cubrían y él hizo lo mismo, quedando completamente desnudos. Me uní a él para besarlo en la boca, entonces nos abrazamos, acariciandonos mutuamente; su piel suave y su beso ardiente, hacían que me derritiera en una piscina imaginaria de placer, podía sentir como su mano traviesa llegaba a mi pubis y luego ponía un dedo en la parte superior de mi raja, donde empezó a dibujar círculos, alcanzando el lugar en el que se producen los rayos que me estremecen. Gemí y me arquié para él. Roger fue más abajo, encontrando la entrada a mi tibia y húmeda cueva para entrar por fin. Gritamos de placer tras cinco minutos agónicamente placenteros, ¡oh por Dios! estábamos juntos después de tanto tiempo, mi cuerpo no lo desconocía, se completaba con él de forma perfecta. Después de muchas embestidas y de haber explorado mil universos, cayó rendido en mi pecho, tratando de recuperar el aire que le faltaba

-Estás bien- su cara estaba llena de su sudor y sus ojos aún ardían como mil soles. Dibujé caricias en su oreja con mis dedos y él se incorporó a mi lado, recostándome en su pecho.

-Estoy muy bien, como hace rato no lo estaba, necesitaba esto; te necesitaba a ti, a mi lado- Le respondí, mientras alzaba mi cabeza para besarle la boca. Roger me tenía prendida de él, rodeada con sus brazos. 

-Te extrañé tanto, mi amor, pasé noches enteras soñando con que este momento se repitiera. Hay que darle las gracias a Freddie- Rió.

-Sí, en eso estamos de acuerdo- Me separé de él un instante, apoyando mis brazos sobre su pecho, para quedar frente a frente.

-Sabes, Rog, nunca me enteré de lo que había sucedido con Dominque, ni con tu hijo, lo siento mucho, de verdad. Me hubiese gustado estar ahí para ti-

-Tranquila, cuanta menos gente lo supiera, era mejor. Yo quería ahorrarte el sufrimiento, estaba seguro de que si te enterabas, la noticia hubiese interferido en tus planes de estudio y eso nunca me lo habría perdonado y Fred tampoco, así que mejor cayé y fue lo mejor, no fui buena persona después de eso, te habría hecho sufrir-

Después de su intervención, volví a acomodar mi cabeza sobre su pecho y entonces pensé con cuantas mujeres habría compartido su lecho, sus besos; su tiempo. No podía evitar estar celosa, pero estaba segura de que si Freddie había aceptado mi relación con su amigo, era porque de verdad había visto un cambio verdadero en él, de eso se trataba nuestro trato, así que decidí tragarme mis celos para no arruinar nuestro momento mágico.

-Sabes, (tu nombre), ese día, en Estados Unidos, sentí la necesidad de ir a verte para darme cuenta de que aún te seguía amando con la misma intensidad de hace unos años, cuando te besé por primera vez bajo la lluvia, o cuando te subí al capó de mi auto, ¿lo recuerdas?- Una risa pícara iluminó su cara y también la mía. -Cuando te vi y correspondiste mis besos, supe que no había nadie en tu vida, vivía con el temor que me cambiaras por alguíen mejor  y eso me hacía sufrir más, pero cuando te tuve cerca y vi como correspondías a mis besos y a mis caricias, supe que valía la pena luchar por ti, porque sabía que aún me querías. Tú me haces ser buena persona y sin temor, puedo decir que cambiaste mi vida de forma positiva-

Lo amaba, lo amaba tanto, que no existía más nadie en el mundo para mí. No existían personas en Londres; ni en Europa, ni en el mundo en general, solo eramos él y yo. Bastaba con mirarlo a la cara para saber que era cierto lo que me decía, no me resistí y me abalancé sobre él, empezando una nueva faena de amor, que nos llevaría toda la noche.




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