IX. Colisión

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Yoongi debe admitir algo que a momentos le sigue desconcertado: el mocoso se ha vuelto más simpático. Se han sumado a las rutinas conversaciones casuales, el patrullaje juntos ya no es un martirio y algunas veces el chiquillo le ha sorprendido cuando le trae una taza de café y un bollito o alguna otra cosa dulce de compañía. No es que se considere gran amante de las masas azucaradas, pero las ha disfrutado como no recordaba.

—¿Quieres comprar mi cariño, oficial Jeon? —recuerda haber bromeado.

—Dejaré de traerte café —lo miró con expresión ofendida.

Yoongi no logró descifrar qué tanto de ella era falsa o real. Asustado agregó un precipitado: —No dejes de hacerlo —sonó más suplicante de lo que hubiera querido. La verdad era que no debió sonar como una súplica, pero su entonación falló.

Entonces Jungkook le dedicó una amplia sonrisa que tuvo que dejar de mirar a los pocos segundos, corría el riesgo de sufrir un infarto por el ritmo anormal de sus latidos.

Todavía no se acostumbra a esos instantes cercanos entre los dos. Como disfrutar de la música sonando bajito en el auto. O como esa tarde que ordenaban archivos y Jungkook tarareaba la melodía de una canción que conocía y le gustaba. Al grado que terminó rapeando la parte que se sabía a la perfección y el menor con una voz que no imaginaba que podía ser tan bonita hacía los coros. De tan solo evocar el recuerdo se le erizaban los vellos.

—¿Ves que podemos ser un buen team? —dijo alegre luego de terminar de ordenar y un par de canciones compartidas más, mostrándole el puño a la espera que chocara el suyo.

Parpadeando, confundido y sonriendo con torpeza, Yoongi hizo que sus nudillos se estrellaran con suavidad.

—Cada vez reconozco más tu buen gusto musical.

—Yo debería decir eso, hyung.

—Muy tarde, lo dije primero.

Y compartir sonrisas se ha convertido en el evento más extraño que ha vivido en el año —no tanto como compartir cama, eso lo supera todo—.

Aunque no quiere decir que los conflictos habituales por pequeñas cosas absurdas se hayan acabado. El día de hoy, el policía más joven está cruzado de brazos y molesto porque su hyung se comió justo la dona con trocitos de oreo que sabe que le encanta. Y sí, lo sabe, pero en ese minuto cuando le ofrecieron sacó una al azar, quizás era algo inconsciente esto de elegir la favorita del mocoso, pero el problema no fue tan solo por su elección errónea y el reclamo, sino al expresar en voz alta que con esa forma de actuar le corroboraba lo que siempre ha pensado: —eres un mocoso —y al segundo de decirlo, se arrepintió.

—Eres insufrible y desconsiderado —masculla entre dientes. Antes de bufar y mandarse a cambiar a la dirección contraria.

¿Por qué tiene que parecerle tan adorable su enojo? ¿Por qué tiene que quedarse como un tonto mirándolo caminar con zancadas largas dejando una estela de su olor ácido a molestia?

Sus hombros se alzan en sorpresa, fue lo más cercano a lograr reprimir un sobresalto al voltear y toparse con la silueta larga de Namjoon.

—¿Qué? —pregunta cuando se da cuenta que es blanco del escrutinio de su dongsaeng. Los labios apenas se curvan, como si estuviera conteniendo la ganas de reír.

Seguramente Nam se reía por dentro.

—Te ves feliz —le dice tranquilo y encogiendo sus hombros con esa sencillez tan propia del moreno.

—Quizá te empieza a fallar la vista, debe ser porque has envejecido —sugiere con una semi sonrisa.

Namjoon se ríe ligero antes de responder: —Eres mayor que yo.

Without Sugar [YoonKook/KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora