XXIII. Calma y ascenso

13.9K 876 623
                                    

Si Yoongi tuviera que hacer un recuento del tiempo en el que empezó algo junto a Jeon, lo describiría como un agitado tercio de año, un conjunto de ascensos y descensos, tira y afloja, entre un "no me gustas, pero me gusta esto" del principio y el "no estamos saliendo, pero hacemos las cosas que hacen normalmente las parejas". Ahora son una pareja y no sabe si considerarlo como una parte del viaje en ascenso antes de la caída brusca o un trayecto de ruta estable en un terreno parejo.

Es raro, pero su pecho se siente cálido y su animal interno está notoriamente feliz, incluso sueña con él más veces que las de costumbre. Lo más extraño es soñar con otro compañero peludo corriendo a su lado. Luego despertaba notando una inusual sintonía con su lobo.

Quizá significa algo, no a querido darle más vueltas.

Por lo general le da muchas vueltas a la cosas, es minuto de dejar de pensar tanto o al menos eso intenta.

Se queda con que ha pasado más de un mes —con la formalidad en nombre para ellos mismos y sus amigos, pero el secreto puertas adentros— y ha sido increíble, no porque estuviera lleno de situaciones intensas e inesperadas, todo lo contrario, ha tenido grandes cantidades de esa calma que tanto ha necesitado. Una parada en un oasis.

Todavía no han logrado salir a acampar, el invierno ya está encima y Yoongi bromeaba con que la vida no quiere que lo hagan, Jungkook se quejaba y hacía un puchero en protesta, diciendo que la vida solo lo aplazaba para aumentar las ganas.

El primer fin de semana lo aplazaron porque su alfa irresponsable pescó un resfrío que con hábitos como andar desabrigado y sin cuidado no hizo más que intensificar los síntomas. Yoongi lo atendió como un cachorro que se aprovechaba de exigir sobre-mimos.

—Estoy enfermo, hyung y el cariño ayuda —decía arropado bajo el cobertor. Lucía adorable con su nariz y mejillas rojitas.

El mayor tomaba asiento a su lado en la cama y le servía una taza tibia de limonada con jengibre y miel, infusión que su abuela solía prepararle cuando se enfermaba. Tragó saliva al pensar que desde ahí, tal vez, el destino quería decirle algo. Porque el sabor de esa limonada caliente se asentó en su memoria y cuando respiraba sobre el cuello tibio de Jungkook resultaba ser un pasaje directo a la niñez.

—El cariño no quita los síntomas —respondió alzando los hombros.

Aunque resistirse a consentirlo no solía ser opción, así que de todas formas se inclinaba hasta tocar su frente con los labios y mesar su cabello castaño hundiendo los dedos.

Luego a Jeon le bajaba la culpa.

—Te voy a contagiar.

—Llevo compartiendo contigo de hace bastante, de seguro el virus está incubando feliz y caeré después de ti.

Dicho y hecho, días después tuvo que andar abusando del paracetamol y con pañuelos desechables en el bolsillo.

Al tercer fin de semana se desató una fuerte lluvia que los mantuvo encerrados viendo maratones de series envueltos en una frazada, bebiendo chocolate caliente con malvaviscos para variar el exceso de cafeína. Los besos fueron excesivamente dulces, pero no se cansaba de degustar el amargor y el azúcar directo de su lengua inquieta.

Al cuarto sábado Jungkook tuvo que hacer una corta visita a Busan junto a su hermano, aunque llegó con dos sacos de dormir. Yoongi le comentó que consiguió una carpa con Namjoon y Jimin, noticia que alegró a su novio, sus grandes ojos oscuros brillaban contentos y el mayor se sentía fundir por dentro.

—Ahora sí, revisé el pronóstico del tiempo y estoy proyectando todas las energías para que nada imprevisto pase y podamos tener la maldita salida a acampar.

Without Sugar [YoonKook/KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora