2. Capitulo 6

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Jordán

Después de que se fue me resultó inevitable tomarme un trago de whisky y con eso fui tras la chica que se supone daría la felicidad completa a mi ser, la que me haría estar completo, la que con ella ya no necesitaría de nadie más. Al verla bailando sentí tantas emociones inexplicables, las únicas que logre identificar era la excitación y la ansiedad, ansiedad de tenerla entre mis brazos, tocar esa piel que se miraba extremadamente apetecible, tocar esa cintura que tanto se movía junto con su trasero.

Me acerqué y la tome por la cintura sin siquiera pensar como actuaría a mi tacto, estaba hundido en el deseo de tocarla cada vez más y sentirla completamente, que no me detuve a pensar que haría si me rechazaba, qué tipo de respuesta coherente le daría.

— Oye, por favor, no me toques — me dijo mientras me miraba fijamente a los ojos.

— ¿Y si no lo hago? — no sabía que más podría decir, jamás me habían pedido tal cosa.

— Dejaré en malas condiciones esa carita que traes — no pude evitar reírme.

— Quiero ver cómo lo intentas, dulzura — la mire con burla, pero para antes de que pudiera soltar cualquier golpe la termine de poner en posición de baile y empezamos a bailar un slow. — Te ves más hermosa así que si trataras de golpear a esta belleza — le sonrió con suficiencia.

— Y tú te verías más guapo si dejaras de ser tan egocéntrico.

— Pero, preciosa, yo soy lo más guapo que miraras esta noche.

— No estoy tan segura de eso — me sonríe — te apuesto que puedo encontrar algo mejor — se intenta dar la vuelta, pero me giro con ella para estar cara a cara.

— No me puedes dejar a la mitad de este baile — le sonrió.

— Si puedo, pero no lo haré por qué me caíste bien — se acomoda mejor.

(...)

Ya nos habíamos retirado de la fiesta pues eran las 5 de la mañana y no era muy placentero estar allí con personas muy alcoholizadas, estaba con Sara en mi auto yendo hacia casa, ya que había insistido con que viniera conmigo.

— ¿Sabes que eres mi dua? — seguramente ya sabia, porque solo tal vez y yo también era su mate, pero quería sacar el tema para platicarlo.

— Claro que lo sé — la mire — tranquilo, no te abandonaré, Jue está locamente feliz por ti, por nosotros.

— Jack también lo está — me limite en responder. — Tenemos esperándote unos 20 años.

— Eres un anciano, yo apenas tengo 17, y tú ya estás en la tercera edad.

— ¿Enserió tienes 17? — ella asintió. — ¡Diablos! ¡Soy un pedofilo!  Yo ya voy para los 43. — y sí que lo era, esta pequeña criatura tendría que estar conmigo.

— ¿Desde cuándo eres vampiro?

— Desde toda mi vida. Soy un sangre pura de la familia de los Lioncourt.

— Espera, se supone que aquí no hay asentamientos de ellos. ¿Por qué están aquí?

— A nuestra familia no le agradó Jane, así que Ian estaba dispuesto a irse lejos de ellos para que Jane no se sintiera incomoda, yo lo acompañe por qué es el que me cae mejor de todos nuestros hermanos y quería estar lejos, pero dime ¿cómo sabes de nosotros, lobita? — no es muy común que sepan de nosotros y menos por estas zonas.

— Soy parte de la corte, bueno apenas empece a adentrarme en este mundo, pero mi hermano me dijo que intentará aprender lo más que se pudiera de todas las creaturas.

— ¿Quién es tu familia? La verdad nunca supe de la familia de Jane, hasta ahora que nos visitas.

— Soy de la manada Winther, mi hermano es el actual alfa, Jane debía de ser representante igual que yo, pues es hija del hermano de mi papá. De hecho ellos se fueron a asuntos oficiales al otro lado del mundo, no los veo ni les hablo desde hace 4 años.

— Siento una extraña aura, es diferente a la de los demás lobos que he conocido, ¿por qué?

— Por qué soy especial — me miró con suficiencia — es enserio, después lo veras, cariño.

De ahí el camino fueron bromas y pláticas, resultó que Sara era una chica que no encajaba con mis estándares, ¿y cómo no iría a no encajar? Si se supone que debe de ser distinta a las demás, no es lo que esperaba, pero tampoco me desagrada, por el contrario, es la chica más hermosa y perfecta que pudiera tomar el lugar de mi dua candante.

— Llegamos — estábamos enfrente de la casa.

— Lo veo — me sonrió — fue una noche maravillosa, gracias por acompañarme.

— Gracias por estar ahí — me sonrió y bajo del auto y se metió a la casa.

No sabía realmente que hacer, podía bajarme he ir a mi habitación a acostarme y tratar de no pensar más o podía irrumpir en su habitación y robarle el beso que tantas ganas tenía por dárselo. No lo pensé más y me metí a la casa subí las escaleras y me metí a mi habitación, me di una ducha y me acosté, tome mi celular y empecé a bloquear y rechazar a todas las chicas que habían en el.

Cualquiera lo haría y más si está por empezar una relación seria con su alma gemela, no debía prestarme para cualquier problema que pudiéramos tener. Al dejar mi teléfono limpio, solo con 100 contactos de lo más necesarios cada uno, me dispuse a dormir una siesta, se lo que dirán, se supone que los vampiros no dormimos, la verdad es que si lo hacemos, no es muy necesario pero a mí me gusta hacerlo, me ayuda a pensar.

Hola, aquí termina el capítulo espero y les haya gustado. Voy a aprovechar para promocionar mi otra historia se llama La Pequeña para el Alfa.

Gracias por leer.

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