Leo estaba ocupado en sus propios asuntos cuando oyó a alguien gritar,
-¡Cabezas arriba! ¿O es cabezas abajo? -
Thunk.
De cualquier manera no importaba. Leo cogió el frisbee con su cabeza, que, dado que estaba en el vestíbulo del complejo de apartamentos en el que vivía, no le
impresiono un poco.
Algunos podrían haber actuado con irritación -como desaparecer después de
lanzar el frisbee y arrancarle el cuero cabelludo. Otros involucrándose en una vulgar pelea.- Pero como Omega del orgullo, tenía un cierto nivel que mantener. Leo dejó
que la irritación rodará lejos de su amplitud -del mismo modo cuando el entrenador
de futbol americano en la universidad lloro cuando no quiso jugar como miembro de la
línea ofensiva.
Con una despreocupación y la calma que Leo se esforzó por enseñar a otros, él
siguió caminando hacia el ascensor, que pasó a ser, donde aterrizó el disco púrpura. Se
abstuvo de aplastarlo. No había necesidad de culpar al disco sólo porque su lanzador
tuvo mala puntería.
Un aroma desconocido -felino y delicioso- le rodeo y luego paso a su lado
cuando una mujer salto delante de él, con la intención de coger el frisbee. La rubia, a
quien no reconoció, se agachó para agarrar el disco de plástico, sus pantalones cortos
atléticos que moldeaban cada curva de su culo hecho-para-agarrar y muslos dignos de
mordisquear.
Todo en ella era grande, audaz y exuberante.
Delicioso. Y no fue sólo su bestia interior la que lo pensó.
¿Quién es este delicioso bocado? No recordaba conocerla, y ciertamente no se
habría olvidado de ella.
La mujer desconocida se enderezó y se enfrentó a él, y a su cara, que quería
decir casi cara a cara, que era algo inaudito, ya que estaba cerca de siete pies. Sin
embargo, esta mujer, con sus malvados curvas, ascendía al menos a seis pies de altura más o menos.
Ella no era delicada, no por cualquier tramo, no con la forma en que sus impresionantes pechos tensaban su camiseta, distorsionando la caricatura que decía,
"Delicate Freakn„ Flower"
Su marcada cintura acentuada por el encanto de sus caderas. La peculiaridad de sus labios se correspondía con la alegría en sus ojos.
Si bien no era un hombre propenso a las emociones fuertes, Leo fue súbitamente poseído por un poderoso impulso de arrastrar a esta mujer a sus brazos y... hacer cosas decadentes que tendrían incluso su firme corazón acelerado.
-Bueno, hola, grandullón. Creo que no nos conocemos. - De hecho no lo hacían, o se habría acordado de ella y se acordaría de evitarla porque cualquiera podía ver por la inclinación descarada de sus caderas y la mirada apreciativa en sus ojos que ella significaba problemas.
Leo no quería problemas. Prefería momentos de calma. Salidas serenas. Tardes
tranquilas. Muy silencioso. Una tranquilidad que interrumpió con sus travesuras de
frisbee, por lo que la llevó a la tarea.
-No debes jugar frisbee dentro. Es una de las reglas de la asociación. - Él lo sabía. Había ayudado a redactarlas.
A Leo le gustaban las reglas, y esperaba que la gente las cumpliera. Cuando
cualquier grupo de depredadores vivía en estrecha proximidad, mantener los
temperamentos calientes bajo control era importante, por lo tanto, su trabajo para
hacer cumplir las normas y mantener la paz.
-Oh, vamos. ¿Me estás diciendo que no puedo jugar adentro tampoco? - Su
labio inferior sobresalía. -¿Sabes que me metí en problemas por un buen policía por
jugar en la calle? Lo cual era totalmente injusto. Como si fuera mi culpa que el tipo no prestara atención y terminara chocando con el disco rojo. -
-¿Estabas jugando en la calle? -
-Carretera, acera, ¿realmente importa? Lo que es más importante, es que ¿si
no puedo jugar dentro y no puedo jugar afuera, donde una chica iba a jugar? -
Arriba, 11° piso, apartamento numero 1101. Su habitación tenía mucho
espacio. Por supuesto, el deporte que se imaginaba no implicaba ningún apoyo.
Tampoco incluía ropa. Pero decir que ella podía jugar con él desnudo probablemente
no era la respuesta que buscaba.
-Nosotros no jugamos en la ciudad. No hay espacio suficiente. Para eso es
para lo que está el rancho. -
-Ah, la granja. ¿Ese lugar aún existe? Impresionante. -
-¿Sabes de ella? - Él frunció el ceño. Aunque no era un secreto muy bien
guardado, solo se les permitía la entrada a la propiedad a los cambiaformas
aprobados. -¿Quién eres tú? No creo haberte visto antes por aquí. -
-Sí, ha pasado un tiempo desde que vine de visita. Eso es lo que pasa cuando a
una chica se le prohíbe por unos años a causa de un tonto malentendido. Explota una
calabaza tallada y la gente pierde sus mentes. Veo que el vestíbulo quedó repintado,
no hay daño permanente hecho. -
¿Prohibido? Espera un segundo. Él sabía quién era esta señorita. Había oído a
Arik decir algo acerca de una prima por parte de su padre que vendría de visita por un
tiempo. En realidad sus palabras fueron, "maldito mi tío que me pidió que dejara venir
a la mocosa y esconderse por un tiempo mientras que algún tipo de escándalo se
desvanece en su ciudad natal."
A que Leo respondió, "Ya sabes que puedes utilizar la palabra „no‟. Me resulta
bastante eficaz si no quiero verme envuelto en situaciones desagradables." La palabra
'no' ayudó a evitar un montón de caos innecesario.
Arik se había reído. "¿Decir que no a mi tío? Eso no sucede. Aun no le has
conocido. Él es el único hombre que conozco al que clasificaría como normal y cuando
no está amenazando con retorcer a alguien como un pretzel, él es el mejor hombre que
he conocido. También es asediado por un par de hijas alborotadoras."
Las cuales ambas habían sido desterradas por el anterior alfa del orgullo por
causar mucho daño y ser una molestia general.
Aunque ella había llegado hacia poco, Leo ya podía entender por qué el viejo
rey la desterró.
-Eres un alborotador del oeste, ¿no? -
-Yo, ¿un alborotador? - Ella agitó sus pestañas. El problema era que, con una
boca como la de ella, torcida en una sonrisa, ella falló en toda la mirada inocente.-No, es mi hermana, Teena. Soy Meena, su gemela, conocida más comúnmente
como la catástrofe.
Pero me puedes llamar tu compañera. - Y con eso, se arrojó sobre él y le dio un grande, jugoso beso en sus labios.
Y a él le gustó.
Rawr.
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Cuando Un Omega Se Rompe•||Saga El Orgullo Del Leon 3 ||•( Terminada)
General FictionLeo es un tipo tranquilo. Un buen tipo. Nadie se atreve a joderle. Entonces, puede explicar alguien porque a Meena le permite conducirlo a la locura -con deseo. Cuando Meena literalmente se arroja sobre Leo y declara que es su compañera, su primer...