capítulo 15

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Su desconcierto lo habría hecho reír si no estuviera tan torturado como ella.
Cerca. Tan cerca que habían estado a punto de sucumbir. No habría tomado mucho, sólo un toque y un empujón. Ella se había mostrado a sí misma más que dispuesta. Pero…
Él había hecho una promesa a sus padres de no reclamarla físicamente a menos que se aparearan. Y no, no fue la amenaza de su padre, “Voy a arrancarte los
intestinos de tu cuerpo, los voy a utilizar para amarrarte, y a continuación voy a despellejarte para hacerle un abrigo de piel para mi esposa,” lo que le hizo respetar su palabra. Leo también se había hecho una promesa en silencio a sí mismo de que trataría a Meena con un respeto que percibió que ella no solía disfrutar. Bajo la forma
salvaje y traviesa de Meena se ocultaba una mujer, quien deseaba la misma cortesía y flirteo que vio que otras recibían.

Él le daría eso.
Dar es bueno. Darle todo lo que quiera. La visión de su ligre de dar era de una naturaleza más carnal, y difícil de ignorar, especialmente con Meena todavía pegada a él. Tanta piel deliciosa.
Quieres probar.
No se puede. Incluso si duele –y dolía mucho– él era un hombre de palabra.
Sentándola sobre una manta extendida debajo de un árbol anteriormente, encima de una suave cama de hierba musgosa y maleza, ignoró su maullido de
decepción.
No ayudó que él casi maullara también.
Dándole la espalda a ella por un momento, buscó las toallas que también había pedido que escondieran cuando llamó al rancho ordenando el picnic la noche anterior.
Encontró toallas, toallas de mano. La idea de alguien de una broma.
Nada divertida, ya que significaba que no tenía nada con que cubrir a Meena
Nada con que ocultar sus curvas.
No mires. No mires.
Como si tuviera ese tipo de fuerza de voluntad, en lo que a ella se refería. Se dio la vuelta.

Quiero ver.

Lo que vio fue que ella le estaba mirando. Una rara expresión en su semblante generalmente feliz.
—No acabas de dejar la más impresionante sesión de besos de todos los tiempos por el almuerzo ¿no? —
¿Impresionante? De acuerdo, su pecho podría haberse inflado un poco con orgullo.
—No cualquier almuerzo. Uno grande. Tuve a la cocina empacándonos un poco
de pollo frito hecho la noche anterior. Y todo el mundo sabe que el pollo frito tiene
mejor sabor al día siguiente. —
—Tienes un punto sobre el pollo. Sin embargo, tengo partes femeninas palpitantes que están pidiendo a gritos algún tipo de acción. —
Su honestidad sin pelos en la lengua, mientras que inicialmente le disgustaba, ahora lo complacía bastante. Meena no ocultaba la verdad. Ella decía lo que sentía, y
lo que sentía era deseo por él. Mentalmente alzó su puño triunfal. Y, no, no iba a saltar
sobre ella y lamerla por el cumplido.
Él trató de frenar las cosas de nuevo.
—Tal impaciencia, Catástrofe. ¿Te das cuenta de que la parte más excitante de todo es la preparación para el evento principal? —
—Ya me has trabajado lo suficiente, maldición, Pookie. Una chica no puede soportar tanto. —
—¿Te consolaría saber que mis partes masculinas también están latiendo? —
La mayoría dolorosa y visiblemente —y, sin embargo, mientras que puedo deleitarme tomando rápidamente tu— glup —hermoso cuerpo... — Perdió su línea de
pensamiento por un momento. Culpa de ella que mientras se apoyaba sobre los codos,
lo golpeó con una mirada fija e insinuante. También empujó los hombros hacia atrás y
le presentó sus pechos. Sollozo. Necesitaba concentrarse. Tal vez si le explicaba, ella
comprendiera por qué demonios no estaba saltando sobre ella, ahora. —Sin duda, ves el mérito de tomar las cosas lentamente. En saborear nuestra floreciente atracción…—
—¿Floreciente? — Resopló ella. —Prueba más con explosiva. O por lo menos yo tendría una explosión si alguien me hubiera dado unos minutos más. —
—Piensa en ello como un juego previo prolongado. —
—A la mierda el juego previo. Quiero sexo. —
Eso hizo que dos de ellos ya lo quisieran. ¿Exactamente por qué demonios había hecho él esa promesa?
—Hablando de orgasmo, mira lo demás que traje para acompañar el pollo. —
Mientras él se arrodillaba sobre la manta extendida, abrió de nuevo la tapa de la
canasta –cortesía de la gente que mantenía el rancho. Después de reírse, preguntándole a continuación si era una broma, y luego de reírse de nuevo,
rápidamente cooperaron con su plan de picnic cuando los amenazó con mostrarles cómo se hacían los pretzels humanos.
A su pesar, Meena se estiró hacia adelante, sus tetas balanceándose
tentadoramente. Maldiciéndose por tener moral y hacer promesas.
—¿Son esos orgasmos de chocolate? — preguntó.
No debería hacer a un hombre adulto estremecerse el escuchar a una mujer decir la palabra orgasmo. Sí, pero eso no impidió que un temblor lo hiciera
tambalearse, sobre todo porque al no estar ya sumergido en el agua el aroma almizcleño de su excitación perfumaba el aire.
—Las buenas chicas pueden tener todos los orgasmos que deseen. — Gruñó él.
—¿Buena chica? — Ella dejó escapar una risita entre dientes muy traviesa.
—Oh, Pookie, pero soy mejor cuando soy mala. —
Con esas palabras, ella se inclinó hacia atrás y cambió de posición. No para ocultar sus atractivos o facilitarle las cosas. Por supuesto que no. Ella sabía exactamente lo que hacía a juzgar por su sonrisa traviesa cuando se sentó con las
piernas cruzadas sobre la manta, todavía completamente desnuda

Cuando Un Omega Se Rompe•||Saga El Orgullo Del Leon 3 ||•( Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora