capítulo 19

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Los abucheos y gritos no sorprendieron a Leo, ni tampoco descubrir a Meena
en el corazón del caos. Allí estaba su delicada flor, en plena lucha con Loni, una leona que había llegado a la ciudad para la boda. En el orgullo
La misma Loni que le había hecho numerosos pases a lo largo de los años, pero cuya actitud le hizo mantenerse alejado.
Se pregunto que había provocado los tirones de pelo y la lucha. También deseó, una vez más, que Meena llevara bragas. El destello ocasional de su parte femenina, saco su lado posesivo –y realmente quería gruñir, “Es mía. No la mires”. También despertó el hambre del amante que quería arrojarla sobre un hombro y llevarla a algún lugar privado para
deslumbrarla.
Al menos los más cercanos a la lucha y testigos de su trasero desnudo al
descubierto eran todas mujeres. ¿La mala? Todas eran mujeres. Su método habitual de
golpear algunas cabezas juntas para ahorrar tiempo no funcionaria en esta situación. Los niños no deben golpear a las niñas.
Entonces, ¿cómo detener una pelea de gatas?
Se metió los dedos en la boca y sopló, un silbido estridente y cortando el ruido.
En el repentino silencio, dijo,
—Catástrofe, ¿qué demonios estás haciendo? —
Meena, con los puños apretados, preparando un duro golpe, se congeló. Ella giró la cabeza y sonrió dulcemente. Ninguna señal de arrepentimiento por haber sido
atrapada portándose mal.
—Dame un segundo, Pookie. Casi termino aquí. —
Él arqueó una ceja.
—Catástrofe. — Y utilizó su tono de advertencia. —Tal vez deberías dejar que Loni se marchara y olvidarte de golpearla.
—Probablemente. Pero la cosa es, que realmente quiero reventarle la cara. —
Percibiendo una salida, Loni volvió la cabeza y se quejó,
—Quítame esta perra loca de encima. Yo no hice absolutamente nada. Ella
empezó. Ella siempre empieza esta mierda. Ella nunca debió haber sido readmitida.
Ella es un problema. Siempre ha sido así. Siempre lo ha sido. —
Reba y Zena abrieron sus bocas, listas para saltar a la defensa de Meena, pero Leo levantó una mano. Mantuvieron sus lenguas quietas, lo cual no era una tarea fácil para los gatos, pero sus ojos hablaban muy elocuentemente.
Leo centró su atención sobre Meena.
—Catástrofe, ¿es eso cierto? ¿Saltaste sobre ella? — Sus hombros se
desplomaron.
—Sí. —
—¿Por qué? —
—¿Qué importa?, — preguntó.
—Me importa a mí. ¿Por qué quieres reorganizar su nariz?
—Ella dijo que no nos pertenecemos y que tal vez debería mostrarte por que
ella es una mejor opción.
Meena no pudo evitar gruñir mientras recordaba y relataba la razón de su ira
en voz alta.
—Golpéala.
Decir que algunas bocas se abrieron con una O de sorpresa sería un eufemismo.
Nadie estaba más sorprendido que Meena con su orden.
—¿En serio? —
—Sí, en serio. Dado que cualquier idiota con ojos, podría ver que estamos juntos, entonces eso hace que lo que ella dijo este fuera de lugar. Si vas a hablar, entonces tienes que estar preparada para pagar el precio. Yo no puedo golpear a Loni
por causar problemas, siendo el Omega del orgullo— y, sí, sacó pecho, y puso un tono grave en su voz —Te estoy dando permiso para hacerlo. —
Permiso concedido y, sin embargo, Meena no golpeó a Loni. Por el contrario, se levantó, alisó su falda y jaló de su cabeza, enviando a volar su cola de caballo.
—No hay necesidad de reorganizarle la cara. Acabas de admitir enfrente de
toda esta audiencia que estamos juntos. Esto merece una ronda de tragos. ¡Whee! —
Meena alzo una mano en forma de puño y gritó, —en tu cara, ¡perra! —
Suspiro. Pensando en su estado mental y preguntándose porque no podía dejar de desear a la más errática mujer que jamás haya conocido, Leo bebió la cerveza que tenía en su mano y luego engancho la que llevaba Luna, que pasaba a su lado. Se bebió la de ella también.
La noche era joven, y necesitaría ayuda si iba a sobrevivir –sin arrastrar a Meena a algún lugar para alguna depravación grave.
Qué deliciosa parecía girando de un lado a otro, tomando algunos tragos,
bailando las diversas melodías que sonaban en los altavoces colocados alrededor del patio del tamaño de un campo de futbol. Teniendo en cuenta los problemas que podría causar –si ella coqueteaba demasiado tiempo con cualquier macho– Leo
permaneció cerca pero no bailaba. No estaba seguro de que pudiera controlarse a sí umismo si se pegaba demasiado a ella.
Él no necesitaba lidiar con las sonrisas y los comentarios, si se decidía a meterla en el bosque a su hechizante manera. En realidad, estaba más asustado de que ella pudiera arrastrarlo y tener su mal camino.
Tengo que mantener mi palabra. Pero olvídate de mantener la cordura. Había perdido su mente en el momento en que la conoció. Perdió un montón de cosas, pero curiosamente, no lamentaba su perdida. El cambio no era siempre una mala cosa.
Su ligre despertó con un gruñido de advertencia. Ten cuidado.
A pesar de todos sus instintos instándole a girarse y enfrentarse a la amenaza que se aproximaba, él no se movió cuando un gran hombre se acerco a él.
—¿Eres Leo?
—Sip.
—¿Tú eres el que ha puesto el ojo sobre mi hija?
—Si
El otro hombre gruñó. Por un momento, ambos se miraron en silencio.
—Sólo para que lo sepas, esa es mi niña. —
—Lo sé. —
—Ella es jodidamente delicada, — retumbó el padre de Meena cuando su hija golpeo el pie en el suelo para una canción, dejando el tacón clavado, y dando un tirón, rompió el tacón, se balanceó, y cayó, golpeando una bandeja de bebidas de las manos
de un camarero que pasaba.
—Me asegurare de que no sufra daño alguno. — Incluso si ese daño provenía a veces de sí misma.
—Si alguna vez la haces llorar, voy a cazarte y arrancarte la piel yo mismo.
Puedo obtener un muy buen precio para la piel de ligre en el mercado negro. —
La amenaza ni siquiera le hizo parpadear.
—Si bien no puedo tolerar el asesinato y la venta de un miembro del orgullo,
puedo apreciar su sentimiento, señor. Pero no hay nada que temer. No es mi intención de hacerla llorar. — Gritar, sí, pero eso sería en el placer y no era algo que fuera necesario divulgar.
—Has sido advertido. — Con esas últimas palabras, el hombre se fundió con la multitud y Leo volvió a su vigilia. Por un tiempo más, observo a Meena, divertido por
su forma de crear desastres, le encantaba acechar alrededor de ella. Pero a pesar de sus contratiempos, nada parecía arruinar la sonrisa en sus labios.
A excepción de la llegada de un invitado.

 A excepción de la llegada de un invitado

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Cuando Un Omega Se Rompe•||Saga El Orgullo Del Leon 3 ||•( Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora