Caderas balanceándose, los brazos balanceándose, Meena se divertía. Había pasado bastante tiempo desde que ella había disfrutado completamente de una celebración familiar, especialmente una a la que se le permitía asistir.
Toda la zona del patio estaba llena de gente lo que hacía que se preguntara
dónde diablos tenían planeado quedarse. Ella sabía que, además de la casa principal, la propiedad contaba con un par de cabañas para aquellos a los que les gustaba un poco de privacidad, y ella vio un par de tiendas de campaña en la distancia, pero ella tuvo que preguntarse cuántos acabarían en sillones, pisos, y, diablos, desmayados en el césped.
Los felinos no siempre eran exigentes acerca de los lugares que elegían para la siesta. Incluso un árbol serviría en caso de apuro.
Ella no tenía que preocuparse por donde dormiría esta noche. Un cierto ligre se había encargado de eso. Hablando de Leo, ¿dónde diablos se había metido?
Por un tiempo, ella había percibido y visto observándola, testigo de sus suaves movimientos de baile. Ella solo deseaba que se hubiera unido a ella.
Por otra parte, este tipo de reunión familiar probablemente no era el lugar adecuado para el "baile caliente" que ella tenía en mente.
Cuando el atardecer dio paso a la noche, ella decidió buscar a su hombre grande. Así que dispárenle por ser una chica, pero ella quería la tranquilidad de su sonrisa y quizás un dulce beso. Sí, ella también tenía planeado meter mano a su hermoso cuerpo, un recordatorio a las damas presentes de que estaba
comprometido.
Ella saludaba y sonreía al pasar junto a rostros conocidos, algunos de las cuales gritaban,
—¡Meena! —
Y elevaban sus copas en brindis. Algunos hicieron la señal de la Cruz, y una mujer susurró,
—¿Estás seguro de que nuestro seguro nos va a cubrir?
Una vez accidentalmente aterrizo en el capo de un coche, a causa de rebotar en un trampolín, y la tía Flore nunca lo olvido.
Dada la cantidad de gente que pululaba a su alrededor, ella se preguntaba para
quién demonios era esta celebración. Leo había mencionado algún tipo de boda improvisada en la mañana, pero aún no sabía quiénes eran el novio y la novia.
Tal vez era Arik quien finalmente iba a volver a su pequeña compañera, Kira, su esposa legítima. Aparentemente estaban viviendo en pecado, por el momento, según dijo su madre. Aparentemente vivir en pecado estaba en la lista de cosas que una
mujer no debería hacer. Totalmente, hizo a Meena querer hacerlo sólo para oír ese tono especial de su madre reservado para ella.
Por desgracia, ningún hombre era lo suficientemente loco para intentar el
peligro de vivir con ella, ni nadie se atrevió a enfrentar a su papá.
La playera favorita de papa decía; “Sigue adelante y juega con mi hija. No tengo miedo de volver a prisión.”
Observando la multitud, ella vio al beta del orgullo, abrazando a su compañera loba. Ella dudaba que esta boda fuera para Hayder y Arabella, quienes aparentemente habían ido a las Vegas una noche y regresaron casados al estilo de Elvis.
Así que, ¿quiénes eran la feliz pareja?
Meena dudaba que ella hiciera alguna vez todo el asunto de la boda. Por su
parte, a pesar de que sabía que Leo era su compañero, él no parecía del tipo que quiere el caos de una boda de blanco. Por no mencionar, que ella y el blanco simplemente no se llevaban bien. Si fuera a dejar caer un poco de salsa, seguro aterrizaría en su pecho, cada vez.
Además, ella sólo podía imaginar la destrucción que causaría si ella llevara el mismo tipo de vestido –amplio y femenino– que su madre llevo en su propia boda. Ella probablemente arrastraría una docena de invitados si se volteara en el momento incorrecto.
Pensándolo bien sonaba divertido. Nota mental para sí misma: conseguir un gran vestido de boda para Halloween e ir a una fiesta como una novia muerta.
Agradablemente sumida en sus propios pensamientos, ella no nota la mano aferrándola hasta que fue demasiado tarde. Alguien se apodero de su brazo y la hizo girar. Por reflejo golpeo a su agresor, sólo para golpear una pared de roca sólida. era la pared que ella esperaba ver.
—Oh, eres tú. —
—Tu alegría por verme me abruma, mi amor. — Dmitri renunció a su agarre en su brazo para cruzar sus brazos contra su pecho.
—Quieres ver alegría, date la vuelta y vete.
—¿Irme? Pero si acabo de llegar. —
—¿Por qué estás aquí? ¿Esta es otra triste estratagema para intentar
secuestrarme otra vez? —
—Lo dices como si fuera algo malo, y sin embargo, ¿no piensan muchas
mujeres que es romántico ser secuestrada y seducida? — Dmitri meneo sus cejas en un intento fallido de sensualidad.
—No eres un vikingo, y no soy una damisela que se desmaya. Así que no. Y, además, estoy tomada. —
—Por lo que he oído, y sin embargo— la olfateo —todavía no huelo una
marca de apareamiento. —
—Leo no es esa clase de tipo. Le gusta tomar las cosas con calma. Fortalecer la relación hasta llegar al acontecimiento principal. Ya sabes, juegos previos y otras cosas.
— Provocación y negación, suficiente para conducir a la locura a una mujer. O al menos más loca que de
costumbre.
Dmitri disparó una sonrisa.
—Te puedo dar los juegos previos, y placer. Mucho más que ese gran bobo
nunca podría. —
Ella rodó los ojos.
—Oh, mi Dios. ¿No te rindes, verdad?
—No cuando el premio eres tú.
—¿Te refieres a mis caderas para dar a luz y excelentes genes? —
—Eso mismo. —
—No voy a ayudar a empezar una dinastía de bebés gigantes. —
—Nunca dije que tenías que estar dispuesta.
—Y una se pregunta por qué te es tan difícil conseguir una mujer. — Ella rodo sus ojos.
—Sabes, es precisamente esa actitud la que me ha hecho revisar mi plan de
fuga contigo y hacerte mi novia. —
—Ya era hora. Pero si no estás aquí para secuestrarme, ¿qué diablos estás
haciendo aquí? ¿Y por qué nadie te está sacando fuera de la oreja? —
—Me invitaron. —
—¿Quién fue lo bastante estúpido para hacer eso?, — preguntó.
—Yo lo invite. —
Girando sobre sus talones, fue que finalmente encontró a Leo, cargando dos botellas de cerveza sudadas, una marrón y fuerte, otra de cristal transparente con una rodaja de limón en su interior. Tomó la botella oscura y se la bebió antes de pudiera
evitarlo.
Una vez que ella hubo satisfecho su sed, sin eructos, porque ella era, después de todo, una dama, le preguntó:
—¿Por qué invitaste el rey de la misoginia?
—Así yo podría mostrarle esto. —
Esto comprendía a Leo girando a Meena en sus brazos y pegando su boca con la suya. Un beso sorpresa. Un bienvenido amarre de lenguas. Y una impresionada
audiencia. Un ruido censurador arruinó el momento.
— ¿Es necesario? Ya he retirado mi demanda por la dama.
—Simplemente me aseguraba de que entiendes el punto, — comentó Leo
cuando paro por aire.
—Y pensar que había oído que yo era competitivo, — dijo Dmitri en un tono
seco de voz.
Leo fijo a Dmitri con una mirada, un frío y amenazador. Tan caliente.
—Podrás ser competitivo, pero yo juego a ganar. Y tampoco comparto. Meena es mía. —
¿Era ella? Los locos de los zoólogos dicen que los leones no ronronean. El felino interior estaba definitivamente haciendo un feliz ruido.
Ella lanzó sus brazos alrededor de Leo, no sólo porque ella estaba tan feliz
ahora sino también porque esa última cerveza, en la parte superior de todos los chupitos, estaba haciendo que se sintiera mareada.
—Soy yo, ¿o este campo esta inclinándose? —
—Creo que alguien está listo para la cama. — Con ella en sus brazos, Leo
procedió a llevarla lejos de la fiesta.
Para los que gritaron palabras obscenas, –como si necesitara alguna idea cuando se trataba de seducir a su fuerte ligre– Leo los calló con una mirada. Al parecer, él era uno de esos omega que no tiene que depender de su voz para que la gente obedeciera.
Subieron a su dormitorio sin contratiempos, su hombre fuerte en realidad cargándola todo el camino en una impresionante demostración de fuerza. Bueno, también, porque Meena encontraba difícil mantener los ojos abiertos.
La fatiga y el alcohol parecían decididos a conspirar en su contra. Como el infierno. Esta era su noche. Era el momento que ella había esperado. Ella no iba a dejar que algo como una sala girando y párpados cerrándose por la presión de bloques
de cemento se interpusiera en su camino.
Cuando Leo se inclinó para depositarla en la cama, ella apretó su agarre en él, para no dejarlo salir.
—Bésame, — exigió.
—No debería. —
—Eso no te detuvo esta tarde. —
—Esta tarde no estabas incapacitada.
—Podemos hacer que funcione. Si lo tomamos con calma, voy a estar bien.
Sólo que no esperes el lanzamiento desde un candelabro. La última vez que lo hice, el techo se vino abajo, — confesó.
—Prefiero no escuchar acerca de tus hazañas sexuales, — gruñó.
Un celoso Leo era adorable.
—Oh, no lo hice para el sexo. Estábamos jugando a Tomb Raider. Y habría conseguido el tesoro, también, si los tornillos se hubieran mantenido.
—Eso es otra cosa, — murmuró, apartándole el pelo de la cara, sus toques tan gentiles.
—Soy tuya, — murmuró ella cuando sus pestañas revolotearon cerrándose, su batalla contra ellos perdida.
—De hecho lo eres, es por eso que siento que me tengo que ir. —
— ¿Ir? — Sus ojos se abrieron, apenas. Dormida lo tiraba sobre ella, rogándole a sucumbir. —No te irás, ¿verdad?
Serios ojos azules se encontraron con los de ella que veía cuatro de ellos.
¡Malditos tragos de gelatina!
—Tengo que irme si quiero a mantener mi promesa. Yo no confío en mí mismo para quedarme contigo.
- Eres demasiado tentadora. Es por eso que drogue tu cerveza.
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Cuando Un Omega Se Rompe•||Saga El Orgullo Del Leon 3 ||•( Terminada)
General FictionLeo es un tipo tranquilo. Un buen tipo. Nadie se atreve a joderle. Entonces, puede explicar alguien porque a Meena le permite conducirlo a la locura -con deseo. Cuando Meena literalmente se arroja sobre Leo y declara que es su compañera, su primer...