capítulo 16

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No puedo creer que él no me reclamara.
Había estado tan cerca. Ella estaba segura de eso. Meena culpo a su padre. Fue su culpa que Leo no diera ese último paso. Haciendo prometer a Leo que no la
seduciría. ¿Qué diablos pensaba?
¿Estaban determinados a ponerle un cinturón de castidad?
Al menos, el furioso infierno se había reducido a un latido sordo. Su hombre había llegado y le había dado los mejores azotes de lengua de toda la vida.
Aún mejor, él no tuvo que pagar un TAC para comprobar si había hinchazón del cerebro. No hay nada como un viaje a la sala de emergencias con un estado de
ánimo asesino.
De todos modos, después de que Leo se fuera a nadar, ninguna cantidad de sonrisas, meneos de tetas o insinuaciones consiguieron hacerle ceder.
Él estaba excitado, lo que significaba que lo notó. ¡Lo noto y no hizo nada al respecto!
Ella no sabía si le gustaba porque estaba tan decidido a respetarla o quería tirarlo al suelo y asaltarlo. Bueno, tal vez un poco de ambos.
A pesar de la tensa energía sexual que había entre ellos, la tarde transcurrió agradablemente. Resultó que tenían muchas cosas en común, sobre todo su amor por
el deporte, tanto verlo como jugarlo, a pesar de que sus equipos de la NFL eran rivales de división. Sería interesante para los domingos otoñales.
Y sí, ella planeaba estar cerca cuando las estaciones cambiaran. Al igual que tenía la intención de estar con él para la Navidad y hacer que comprara un árbol en maceta porque, si bien no le gustaban los pinos artificiales, ella tampoco podía soportar la idea de cortar uno vivo solo para decorarlo. Así que, todos los años, se compraba un árbol de pino vivo, y una vez que la Navidad terminaba, lo mantenía
regado y saludable hasta la primavera cuando podía plantarlo.

Mientras estaban tumbados en la manta, con la cabeza apoyada sobre el estómago de él, sus dedos enroscándose con pereza en su pelo, él finalmente
preguntó,
—¿Cómo fue que tú y tu hermana consiguieron su reputación? Te juro que Hayder prácticamente tiene convulsiones cuando se menciona tu nombre. —
Ella se encogió de hombros mientras miraba hacia el cielo azul sin nubes.
—Mi hermana y yo no salimos tratando de crear desastres. Las cosas suceden a nuestro alrededor.
—¿Suceden? — Él resopló. —¿Puedes expresarlo de otro modo? De algunas de las historias que escuché, deduzco que las dos son bastante bromistas.
Ella rio.
—Supongo. Pero no somos peores que nuestros primos. Ellos simplemente no son atrapados con tanta frecuencia. No ayuda que en algunas de nuestras travesuras
nos salga el tiro por la culata. Por ejemplo, Kenny y Roger ponen el coche del tío Gary en su tejado, y la respuesta es los niños son niños.

Teena y yo lo hacemos, y estamos
castigadas sin salir durante un año y trabajando para nuestro tío cada fin de semana y
durante todo el verano. Y todo porque nuestro tío no había arreglado el freno de
mano. Como se suponía que nosotras supiéramos que el coche no quedaría sujeto.
Nunca esperamos que el coche se deslizara hacia abajo, arrancara la chimenea,
golpeara el porche, y volcara la piscina, lo que provocó un mini tsunami que inundó el
sótano.
El cuerpo de Leo se sacudió, un leve temblor que no pudo evitar sentir dado que ella estaba acostada sobre él.
—¿Tienes frio? — pregunto ella.
—No, — dijo con voz entrecortada. —Es sólo... — Se echó a reír. —En realidad, no eres afortunada. Yo he hecho la cosa del coche. Por lo general, no es más inofensivo
que pagar por un par de tejas del tejado.”
—Tú, ¿involucrado en una broma? — No pudo evitar un vuelvo melodramático de su corazón.
—A Arik y a Hayder les gustaba involucrarme en sus travesuras, tanto si yo estaba de acuerdo como si no. Ellos fueron un poco revoltosos durante nuestros días
de universidad. —
—¿Solo un poco? —
—Está bien, mucho, pero se han calmado. —
—Debe ser aburrido para ti, — remarcó ella.
—¿Aburrido? No. Es un alivio no tener que mantener constantemente un ojo
sobre ellos y limpiar su desorden. Deja más tiempo para relajarse y leer un buen libro.—
Ella hizo un ruido de arcadas.
—Incluso tu narración me parece aburrida. No es de extrañar que el destino nos uniera. Me necesitas, Pookie. Me necesitas para mantenerte alerta y darte un
propósito.
—Un hombre tendría que estar loco para querer caos en su vida diaria.
Ella volvió la cabeza y le sonrió.
— Felicitaciones por unirte a las filas de la locura. —
Él negó con la cabeza ligeramente, dado que la tenía apoyada en su brazo.
—Tú tienes una gran fe en que vamos a terminar juntos. Tengo que preguntarte, ¿por qué? ¿No te preocupa que esta sea alguna broma celestial, teniendo
en cuenta cómo algunas de tus otras ideas resultaron? —
Un raro momento de tristeza volvió sus labios hacia abajo. Él se llevó un punto válido. Esto hizo que realmente se preocupara de que su confianza y creencia de que
Leo era el único resultara ser falsa. ¿Y si no podía manejarla? ¿Y si él la abandonaba o huía gritando un día? Ya había ocurrido antes, tantas veces que había perdido la
cuenta.
Pero Meena no era una persona que vivía pensando siempre en qué-pasaría-si.
Ella tenía fe y se negaba a darse por vencida.
—Estoy preocupada. Yo conozco mi historial con los hombres. Recuerdo los insultos, su terror y las órdenes de alejamiento. Sin embargo, a pesar de toda mi mala suerte, yo creo que hay un felices para siempre por ahí para mí. Que tú serás mi felices para siempre. Mis tripas y mi corazón me dicen que tú vas a ser el hombre que puede
manejarme a mí y a todas mis catástrofes. — Para sí misma, ella en silencio agrego, tal
vez, un día, a pesar de mis defectos, te darás cuenta de que me amas.
Un discurso serio, demasiado serio para quedarse quieta, especialmente con
Leo observándola con tanta intensidad, la piedad cubriendo su mirada azul.
Ella no quería su piedad.
Quiero su amor.
Ella salto sobre sus pies. Era su turno de correr hacia el agua, al menos era un lugar fresco donde esconder las lágrimas que pugnaban por salir.
La gente pensaba que era tan condenadamente fuerte. Ellos asumieron que no se preocupaba por las burlas y contratiempos. Se unían a su risa falsa cuando otro
novio la dejaba.
Algunas cosas aguijoneaban incluso a la más feliz de las personas.
No tengas pensamientos tristes. Anímate. Su gatito interior azotaba su mente.
Su felino no albergaba ninguna duda de que ella era increíble. Vive el presente, vive el momento, no dejes que el miedo gane.
Un lema que vivía de cerca.
La frescura del agua ayudó a distraer sus pensamientos. Una forma escurridiza la hizo vagar más lejos.
¿Peces? Casi tan tentador para un felino como un charco caliente de luz solar.
Se lanzó fuera, los pies y los brazos aleteando, persiguiendo una sombra con el
fin de escapar de sus dudas.
Una gran sombra paralela a ella. Un giro de la cabeza y vio que Leo había llegado a unirse a ella.
Cerró sus manos de golpe, ahuecándolas en una bola cerrada.
¿Que había cogido?
Dando patadas en la dirección de la luz del día, ella hizo estallar la cabeza fuera del agua, y él salió también. Él no dijo nada sobre su admisión. No le ofreció compasión
–¡ni siquiera en forma de un beso!
Lo que le dio fue aún mejor. La normalidad de la amistad.
—Lo atrape. —
—No, no lo hiciste. — Por supuesto, argumentó ella –con una sonrisa.
—Por supuesto que lo hice. Estás celosa. —
¿Leo estaba tomándole el pelo?
—Malditamente cierto que lo estoy, Pookie. Celosa de todas las mujeres que ponen los ojos sobre tu cuerpo. —
—Estás tratando de distraerme. No funcionará. Tengo el pescado. — Saco las manos ahuecadas del agua. Líquido cayendo. —Creo que debería ganar algo.
—¿Cómo? — Flotando en el agua, ella extendió la mano para tirar de sus manos ahuecadas un poco más hacia abajo. Ella las sostuvo atrapadas entre sus cuerpos. Ella flotaba cerca, sus piernas se movían en el patrón de batidor de huevos que había aprendido cuando a un niño se le enseña a nadar. Hacerlo en las
proximidades, lo suficiente para que ella pudiera inclinarse y rozar sus labios con los suyos, sin embargo, tomó algunas maniobras. Pero lo consiguió.
Deslizando sus labios sobre los suyos, ella susurró:
—Dime lo que quieres, Pookie, porque sé lo que yo necesito. Me gustaría sentir tus manos acariciando mi cuerpo. Esos dedos ásperos, el signo de un hombre sin
miedo a trabajar y ensuciarse, trazando mi piel. Quiero tu cuerpo presionando contra el mío, desnudo, inmovilizándome, haciéndome vulnerable a ti. Necesito…— ella
succionó su labio inferior —que hundas tu pene dentro de mí. Para acariciarme, profundo y duro. Quiero que sea duro. De un hombre de verdad, que me pueda
manejar. Y me tome. Y me de lo que anhelo. — Se detuvo, mirándolo a los ojos, amando la fijeza de su mirada. —Yo. Te. Quiero. A. Ti. — Ella inclinó la cabeza y
golpeó, los dientes mordiendo la fuerte columna de su cuello que flotaba sobre el agua.
Qué tan bajo el gemido sonó, un estruendo profundo de su interior.
¿Ni siquiera se dio cuenta cuando él separo sus brazos y le dio la vuelta?
Ella se dio cuenta. Estallo las manos ahuecadas fuera del agua, justo antes de su apretón, ella canto,
—¡Aha! ¿Ahora quién es el mejor pescador? —
La rica risa ronca se derramo sobre ella, una vibración melosa. Se estremeció, y perdió un poco de enfoque cuando regresó esa languidez sensual. Sus manos se
separaron, y con un plop –y, probablemente, la versión de un pescado de jodete– el
pequeño pez volvió a su casa, marchándose tan rápido como podía moverse.
—Parece que estamos empatados, — dijo, en absoluto enfadado de que lo hubiera engañado. Dios mío, ese hoyuelo en la mejilla, uno pequeño, pero combinado con el brillo de sus ojos azules, su corazón casi se detuvo.
—¿Eso nos hace ganadores a ambos? — preguntó ella. Así podrían intercambiar un premio. Un sesenta y nueve funcionaba en dos direcciones.
—Desempate. Apuesto a que puedo hacer un chapoteo más grande que tú tirándome en bomba. —
Ella resopló.
—Pookie, deliras si crees que esos glúteos apretados tuyos pueden salpicar más
agua que este culo mío. —
Y así pasaron el resto de la tarde jugando. El mejor día que había pasado en años.
Aún mejor, sus accidentes no molestaron a Leo ni un poco. Cuando ella le tiró
una pila de fango, golpeándolo en el pecho, no se asusto, porque el lodo que ella arrojó tenía una sanguijuela. Tampoco gritar como si un zombi comedor de cerebros
fuese tras él cuando ella batallo con el bicho chupador de sangre en su piel.
A pesar de que se sintió un poco avergonzada cuando él le recordó que tenían sal en la cesta de picnic.
Leo también podía manejar su lado travieso. Una buena cosa, o ella podría realmente hacerle daño.
Cuando ella vio su espalda desnuda mientras subía las rocas para una inmersión, ella saltó sobre ella, recién dándose cuenta cuando se elevó por el aire que
pudo causar algún daño grave.
El apenas se tropezó cuando ella lo golpeó, y ella le dio un beso cuando dijo con cierta sequedad,
—¿La próxima vez que lo hagas, puedes al menos, gritar Gerónimo?
¿La próxima vez?
Claro que sí.
Por desgracia, no podían permanecer en el estanque para siempre. A medida
que la tarde se desvanecía, su vientre comenzó a hacer ruido. La cesta de picnic estaba
vacía.
—Aliméntame, tengo hambre. — Gruñó mientras ella pateaba a través de los
contenedores vacíos.
En lugar de decirle lo que pensaba sobre su cintura y recibir un puñetazo en la
cara, Leo dijo,
—Yo también. ¿Quieres regresar? Ellos podrían estar preparando la barbacoa para la cena. —
¿Carne chamuscada? No le hacía falta decir nada más.
Cambiando la piel por el pelaje, ella abrió el camino de regreso a la casa
principal del rancho.
Mía.
Casi.
El condenado hombre obviamente la deseaba, y aun así el se contuvo. ¿Por
qué? ¡Por qué! ¡POR QUÉ!
La frustración, sobre todo del tipo sexual, se negaba a permanecer en silencio.
Su estado mental, sin embargo, estaba bastante satisfecho en cómo las cosas estaban
progresando. Ella y Leo estaban empezando a conocerse el uno al otro como personas.
¿Se atrevería a decir incluso amigos?
Durante el día de campo había aprendido tantas cosas de él, chismes que él
había compartido, lo que, a su vez, la animaron a compartir lo que era crecer como la hija menor de una verdadera belleza sureña.
Incluso se había abordado el tema de su hermana gemela, que mientras eran idénticas en apariencia, no era como ella en actitud. Teena podría ser conocida como problemas, pero sólo porque su naturaleza más suave a menudo lo arruinaba.
Liberar a los gatitos del refugio porque Teena no podía soportar que terminaran en eutanasia, y la población de gatos se volvió loca hasta el punto que la ciudad tuvo que recurrir a ayuda para capturarlos y esterilizarlos.
Obtener su vestido atrapado en la puerta del vehículo, mientras el vehículo se alejaba, rasgándole la ropa, dejándola vestida sólo en bragas y sujetador. No fue culpa
de Teena causar un choque en cadena de cuatro coches.
Teena todavía estaba avergonzada por el incidente, y sin embargo, Meena estaba totalmente envidiosa. Sólo había alguna vez causado un choque en cadena de
tres coches en su mejor día.
Ella siguió a un peludo Leo a la parte trasera de la hacienda, ¿o era mansión?
Era difícil de decir, dada que la estructura original había dado a luz tantas adiciones a lo largo de los años que parecía una mezcolanza impar de casas pegadas.
En las décadas pasadas, el orgullo había vivido dentro de sus paredes. Sin embargo, ya que el mundo moderno se hizo cargo, y el empleo en el país se volvió escaso, al igual que los eventos sociales, muchos optaron por trasladarse a la ciudad,
escogiendo el centro del complejo de apartamentos para ganarse la vida en una jungla de cemento.
Pero el orgullo todavía mantenía este símbolo de su pasado, y era donde el grupo se reunía cada vez que se planificaban grandes funciones, y por el aspecto de las
cosas, algo grande estaba a punto de suceder. Cogiendo una bata, una de las muchas que había en ganchos por la entrada
trasera –de nuevo, uno de los muchos rompecabezas de esta casa– ella noto el ajetreo
de personas llegando con equipaje y cajas. Muchos de ellos también sostenían en alto fundas de plástico para trajes y vestidos para alguna fiesta de lujo.
Volviéndose a Leo, que acababa de terminar de envolverse con la enorme
toalla, ella pregunto,
—¿Que está pasando? —
—Boda en la familia mañana. —
—¿Cómo es que no he oído nada al respecto? —
Se encogió de hombros.
—Era una especie de decisión de último minuto. —
—¿Estoy invitada? — Y sí, a pesar de su afirmación de que era una boda de la familia, se sentía como si se debiera preguntar, dada su actual prohibición en algunas
funciones dentro de ciertas ramas de la familia.
Sus labios se torcieron.
—Por lo que yo sé, se espera que tú vayas. Así que tratar de comportarte entre hoy y mañana. —
—Tal vez debas pegarte cerca de mí para mantenerme fuera de problemas. —
—Dudo que alguien sea capaz de hacer eso. —
—Buen punto. Pero aún así creo que deberías quedarte cerca. —
—¿Y eso por qué? —
—Porque si tengo que usar un vestido, entonces no llevare bragas.
Cuánto le gustaba su suave retumbar,
—¡Catástrofe! —
Metiéndola en su costado, él los condujo a través de las personas dando vueltas, en su mayor parte haciendo caso omiso de sus gestos y saludos. Un omega en
una misión. Los condujo a un conjunto de escaleras que les llevó más allá de la segunda planta y a una tercera. La sala, con su corredor decorado con estilo oriental, proporcionó un respiro de tranquilidad del alboroto de abajo.
—¿A dónde vamos? — preguntó ella
—Por suerte para ti, yo nos reserve una suite. —
¿Nos? ¿Al igual que en los dos? La puerta en el extremo demostró su destino, y él la abrió para mostrar una acogedora sala de estar y una cama triunfal.
Una. Cama.
¡Choca los cinco!
—Pookie, ¡eres asombroso! —
—¿Voy a temer la respuesta si pregunto por qué? —
Ella rodo los ojos.
—Por tener la idea de conseguirnos una habitación con la cama más robusta que he visto jamás. —
—¿Quién dice que los dos vamos a dormir en ella? —
—Yo por supuesto. —
—Sólo si eres buena. Así que esfuérzate en portarte bien mientras salgo un
momento. Encontraras algo de ropa y otras cosas en el cuarto de baño.
—¿A dónde vas? —
—A buscar mi propia ropa y asegurarme de que tienen suficiente comida para
mí. Alguien me ayudó a tener un gran apetito. No debería tomar mucho tiempo.
Vuelvo en treinta minutos más o menos. —
Lanzándole un guiño, se fue.
Ella sonrió y se abrazó a sí misma. Que día tan maravilloso hasta ahora.
Después de toda la atención que Leo le había mostrado, y la forma en que estaba actuando ahora, tenía la sensación de que su instinto estaba en lo cierto. Él era el único.
Pero él se marcho.
¿Y qué? Él prometió volver. Ella esperaba que él lo hiciera. No había nada peor que esperar con el estómago vacío por una cita que nunca apareció.
Por problemas con el coche, de hecho. La evidente mentira que su cita empleo justifico totalmente que ella pusiera azúcar en el depósito de gasolina.
No había necesidad de planear nada malo para Leo. Leo iba a volver.
Él es mi compañero.
O lo sería pronto. Ella no creía que pudiera manejar todo eso del respeto mucho más tiempo. O bien el cedería para aliviar su deseo, o tendría que reclamarla y
aún así aliviar sus deseos. De una forma u otra, olvídate de esperar.
La enorme cama capto su atención. Hecha de gruesos y resistentes troncos de pino, gritaba rústico, lo suficientemente fuerte como para manejar casi cualquier cosa.
También transmitía otro mensaje, si eligió esta habitación. Creo que él está cansado de esperar también.
¿Sería esta noche ‘la noche’?
¿Tenía el la intención de aparearse con ella?
Pasaron los minutos mientras ella se quedó mirando estúpidamente el espacio,
soñando despierta con su ligre. Más expresamente sobre aquel colchón cubierto con
suaves sábanas azules de bambú.
Leo va a volver pronto.
Tiempo de poner su culo en movimiento.
Entrando en el baño, observó una percha en el gancho detrás de la puerta, su contenido envuelto en una bolsa de plástico con cierre. En primer lugar, sin embargo,
una ducha. El champú y jabón le hacían señas, al igual que la maquinilla de afeitar que
sacó de un paquete nuevo. El agua caliente elimino los restos del estanque de su piel,
dejándola fresca y limpia.
Lo suficientemente buena para que un determinado ligre comiera.
Secándose con una toalla, se asomó para ver lo que tenía para trabajar. Al igual que un hotel, el baño contaba con un secador de pelo y algunos productos básicos
para el cabello, es decir, se las arregló para crear un algo presentable. Una muy alta
cola de caballo que giraría como un látigo si ella bailaba. Considerando que ella podía oír el sonido distante de la música de algún DJ interpretando algunas melodías, la cenasería seguida por baile.
Me pregunto si puedo conseguir que Pookie baile conmigo otra vez.
Ella salió del baño con la bolsa de ropa en la mano y la puso sobre la cama.
Tirando hacia abajo la cremallera, ella se rió para ver un vestido familiar. Alguien había
preparado el mismo vestido corto que se había puesto cuando ella y Leo se habían
besado en los probadores de la tienda de ropa. Cuan providencial es que lo hubiesen
traído para que ella lo llevara esta noche.
Aún más extraño, era que venía con un sujetador, pero sin braguitas. Dejó caer la bolsa y la sacudió. Ella incluso volvió al baño para mirar pero regresó con las manos
vacías.
¿Esto es cosa de Leo?
Seguramente no su Pookie. Sin embargo, no pudo evitar un chorro de calor al
pensar que él podría meter una mano para asegurarse de que ella estaba completamente desnuda debajo de la falda suelta.
Localizando su bolso en el armario, volvió al cuarto de baño y cerró la puerta,
porque la última cosa que necesitaba mientras se aplica delineador de ojos era ser
sorprendida. Ella logró una rápida puesta a punto de su cara. Un delineado de ojos
ligero para oscurecer sus ojos, mascara de pestañas –aplicada dos veces porque la
primera vez se aglomero al cerrarlos– y brillo labial, sabor a cereza, ya que era la fruta
preferida de Leo.
Cuando se alisó el vestido sobre su cuerpo, rozando sus manos sobre sus
caderas, ella no pudo evitar tomar una respiración profunda.
Habían pasado un poco más de treinta minutos. Había observado el reloj de la
mesilla de noche antes de entrar en el cuarto de baño. Ella había pasado al menos cinco minutos de ellos aquí, pero no había oído a nadie entrar en la habitación durante
ese tiempo. Leo no estaba allí. La decepción se deslizó sobre ella, esperando a saltar.
Su leona gruñó saliendo de la sumisión.
Ella debía esperar un poco más antes de permitirse a sí misma creer que no había venido. Tal vez se había retraso con algo, o...
Cobarde.
La cobardía no era lo suyo. Y tenía hambre. Ya fuera que Leo mantuviera supalabra o no. Esconderse en el cuarto de baño no cambiaría nada. Ella salió, sólo para golpear una pared de ladrillo.
Ella se tambaleó hacia atrás, no sólo porque se había golpeado con el pecho de Leo. Mentalmente se tambaleó.
Él regreso.
Eso más que nada le hizo perder el equilibrio y acercase –alguien grito ‘árbol va’.
Ella no cayó sola.
Agitando la mano atrapó la camisa de Leo, el pie de algún modo se enredo alrededor de su tobillo –totalmente accidental, en realidad– y juntos cayeron al suelo.
A pesar de que, de alguna manera, ella terminó encima de él. El hombre había rodado su cuerpo en el último momento por lo que tomó la peor parte de la caída.
¿Qué he hecho? ¿Cómo de mal lo había aplastado? Por favor, que no grite.
Ella odiaba cuando gritaban.
—¿Estás bien, Catástrofe? —
¡Él vivía! Ella levantó la cabeza y sonrió a su manera.
—No estás gritando. —
Él arqueó una ceja.
—¿Por qué iba a gritar? —
—Hemos caído al piso duro. —
—Duro es correcto, — se quejó. —Pero no en la forma que piensas. —
Ciertamente él no implicaba... Ella se retorció en una mejor posición para comprobar –tenemos la confirmación de una impresionante erección.
Él contuvo el aliento.
Maldita sea, ¿Y si había mentido sobre si estaba herido?
—¿Estás herido, Pookie? —
—Estoy sufriendo mucho, Catástrofe. ¿Quieres darme un besito para sentirme
mejor? — Su guiño hizo que sus labios se curvaran.
—Estoy empezando a pensar que te juzgué mal. —
—Me juzgaste mal, ¿cómo? — Haciéndola rodar hacia un lado, Leo se puso de pie y luego la levantó.
—Eres mucho más malo de lo que creí. — Ella sonrió. —Eso es tan
increíblemente impresionante. —
—No es tan impresionante como tú en ese vestido, Catástrofe.— Su
apreciación por su aspecto trajo un calor a su piel que la hizo querer tropezar y caer encima de él de nuevo. Ella dudaba de llegar a cansarse alguna vez de su apreciación de sus curvas abundantes.
Su mirada especulativa, sin embargo, no era nada en comparación con el examen voraz que hizo de él. Delicioso.
Vestido con pantalones vaqueros ajustados y una camisa de un profundo color
púrpura que destacaba aun más su tamaño, parecía lo suficientemente bueno para
comer, y ella sintió hambre de repente –por él.
Ella se abalanzó sobre él. Permaneció de pie, después de haber cogido su entusiasta salto. También estaba más que listo y dispuesto para el beso caliente que
plantó en él.
Brillo labial condenado. Ella untó toda su boca mientras disfrutaba de lo maravillosamente masculino que era Leo.
Ella podría haberlo besado durante toda la noche. Olvidarse de la barbacoa y fiestas. Tenía todo lo que necesitaba aquí. Con él.
Por desgracia, al parecer, él no quería perderse la fiesta porque se retiró.
—Debemos empezar a movernos. Nos esper
—Llegar tarde está de moda. —
—Llegar tarde también significa que solo tendremos las sobras de la cena. —
—Buen punto. Hay que darse prisa. — Ella no protestó cuando él la colocó de nuevo en el suelo.
—¿No olvidas algo? — Se quedó mirando sus dedos de los pies descalzos.
—¿Qué pasa con mis dedos de los pies? —
—¿No les falta algo? —
—Por qué ¿cambiaste de opinión acerca de tumbarme de espaldas y darme placer oral? —
¿Tenía un tic bajo el ojo? Comprobado. Ella consiguió que volviera.
—Me refiero a lo que les falta. — Se quedó mirando fijamente unos tacones al lado la puerta.
Ella suspiró. Ruidosamente.
—¿Quieres decir que tengo que llevar zapatos también? —
—Esta es una reunión semi-formal.
—Eres demasiado serio, Pookie. —
—Me molesta que me digan que soy demasiado serio. Soy tan despreocupado como cualquiera.
Ella resopló mientras se deslizaba sobre sus tacones.
—Pruébalo. —
—No llevo corbata. —
—Bah. Yo no llevo ropa interior, — anunció ella mientras pasaba por delante de él en la sala.
No fue el golpe en el culo lo que la hizo tropezar, sino más bien su afirmación
de,
—Ni yo. —






Las hermanas Menna y Tenna

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Cuando Un Omega Se Rompe•||Saga El Orgullo Del Leon 3 ||•( Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora