Pestañas oscuras descansando sobre sus pómulos. Labios llenos aparentemente suaves y apetitosos. Cabello oscuro, desordenado en lugar de perfectamente ordenado.
No había líneas de molestia que estropearan su rostro. Ella lo disfrutaría mientras pudiera. Lo más probable era que no fuera a durar mucho más tiempo. Sobre todo porque ella estaba a punto de despertarlo.
—Despierta, despierta, dulzura. —
A su favor, Leo no gritó. No como hizo Hayder la última vez, cuando Meena estaba a horcajadas sobre él y lo despertó con una mirada. En ese momento, ella tenía
sólo doce años, mucho menor, oh y ella llevaba una máscara de fantasma.
Aún así, el grito que soltó, era totalmente anti-león. De vez en cuando, le gustaba llamar a su buzón de voz y reproducir el clip de sonido para reírse.
Leo no dejó escapar nada más que un gruñido cuando abrió los ojos y la vio
sentada a horcajadas sobre sucimpresionantemente amplio pecho.
A diferencia de su hermano, Barry, no la arrojo fuera. A diferencia de su padre,
el no le dijo que fuera a molestar a su madre. Y a diferencia de su último novio, él no
jadeaba por aire y pidiendo una ambulancia. ¡Qué marica resulto ser su ex, dejándole
por un par de costillas rotas en el camino del sexo de buenos días!
Leo no hizo ninguna de esas cosas. Cerró los ojos y se volvió a dormir.
Eh. ¿Tal vez no notó que estaba sentada allí?
Ella se sacudió. La clase de sacudida que él no podría omitir que lo estaban
aplastando, ¿verdad?
No se movió.
Pero ella se inclinó hasta su cara manteniéndose solo una pulgada o menos por encima de él. No abrió los ojos, pero él preguntó, en un tono de voz que ella conocía
bien –exasperación con un toque de resignación.—¿Cómo llegaste aquí? —
—A través de la puerta, por supuesto. —
—Estaba cerrada con llave. —
—Lo sé. Una cosa buena que tenga la llave. —
—¿Cómo diablos conseguiste la llave? La puerta esta codificada para la
impresión de la mano. Nadie tiene la llave. —
—¿Realmente importa el cómo? Como tu compañera, necesitaba acceso a
nuestro hogar. —
—Este no es nuestro hogar. Este es mi apartamento. —
—Sí, puedo decirlo. — Arrugo la nariz. —Este lugar es como una inmaculada y
aburrida sala de exposición. No te preocupes. Tengo planes de volver a decorarla. —
—Me gusta mi decoración como esta. —
—Estoy segura de que si, pero ya que vamos a compartir el apartamento como
compañeros… —
—No estamos acoplados, — gruño en un tono sexy que ella disfrutó mucho.
—Aún. — Hablaba con absoluta convicción. Meena era una firme creyente en
el destino.
—Nunca. — Parecía tan convencido.
Qué lindo.
—¿Te he dicho que me encantan los retos? —
—Esto no es un juego. —
—Tienes razón. No lo es. Un noviazgo no tiene perdedores, sólo ganadores. —
Él suspiró. Una vez más, otro sonido con el que estaba muy familiarizada.
—¿Qué quieres? —
—¿No es obvio? A ti. —
—Aparte de a mí. —
—La paz mundial. —
Él resoplo.
—No sucederá. —
—Zapatos que pueda comprar en las tiendas en vez de ordenarlos especiales.—
Tamaño doce para pies de mujer presentaba un desafío.
—Ve descalza, es mejor para ti. ¿Qué más? —
—Abrasador sexo caliente. —
Eso hizo que sus ojos se abrieran sorprendidos. Él la miro, y ella sonrió,
especialmente cuando una parte de él pasó de semi-erecta a completo poste de acero,
grueso y largo. Que bueno descubrir que era proporcionado.
—No vamos a tener sexo. —
—¿Estás seguro de eso? — Ella se retorció encima de él, la emoción de frotarse
enviaba escalofríos a través de su cuerpo.
—Mucho. —
—Si no estás de humor, entonces, ¿qué es esto?— Ella se froto lentamente
contra la prueba de su excitación.
Sus ojos se volvieron de un profundo tono de azul ahumado, un signo de su
pasión. Una señal de que estaba a punto de desatarse. Una señal…
—Eso, Catástrofe, se llama urgencia de orinar. Es una reacción corporal
masculina natural que se produce al despertar. —
Su respuesta hizo que se desinflara un poco. Ella pensó que era lindo que
mintiera y jugara a hacerse el difícil.
Nadie quiere aparearse con un mujeriego.
Sin embargo, eso no quería decir que ella dejara de insistir. Ella le dio otro roce,
que disfrutó inmensamente.
—Es una pena. Me encanta un polvo mañanero. Ayuda a tener un buen día. —
Si bien no hizo ningún sonido, ella notó un diminuto tic en su ojo izquierdo, e incluso
no pudo ocultar totalmente la tensión en su cuerpo.
Bastante torturado por el momento, –que resulto agradable– ella salió de su
delicioso cuerpo sobre su cama.
—Vete a hacer pis. Voy a esperar por ti, — anunció cuando él no se movió
inmediatamente.
—No puedo. —
—¿Por qué no? ¿Eres del tipo que tiene miedo escénico si él cree que alguien
está escuchándole orinar? —
—No, pero no estoy vestido para tener compañía. Así que si no te importa... —
—¿Impórtame qué? ¿Conseguir un vistazo de la mercancía? — Ella sonrió
mientras cruzaba sus manos detrás de su cabeza. —Adelante y haz alarde de ello,
Pookie. No puedo esperar a ver lo que tienes. — Ooh, mira eso. El tic se hizo un poco más pronunciado.
—No voy a desfilar desnudo frente a ti. No sería correcto. —
—Ahora suenas como mi madre. Ponte algo de ropa. Usa un traje de baño
cuando nadas. No muestres tus tetas como collares. Esto no es Nueva Orleans. —
Eso fue sin duda otro suspiro.
—Estoy empezando a ver por qué te prohibieron visitarnos. —
—Oye, no fue mi culpa que los ratones escaparan. Se suponía que sería una
sorpresa. ¿Cómo iba a saber que irían a por el cableado? —
—¿Me atrevo a preguntar por qué tenías ratones? —
—Para jugar por supuesto. —
—¿Qué juego implica a roedores vivos? —
Ella rodó los ojos.
—Como, duh, una ratonera por supuesto. —
—Por supuesto. — Incluso no pudo detener la contracción de sus labios.
—Interesante esta conversación, voy al baño. Espero que te hayas ido cuando
regrese.—
—¿O de lo contrario? —
—¿Qué quiere decir o de lo contrario? Te he dado una orden, y como invitada
del orgullo, obedecerás. —
—Seguro, Pookie. —
—Y deja de llamarme, Pookie. —
—¿Prefieres churri? —
—¡No! —
Ella podría haberse reído de su acosado tono si no hubiese elegido ese
momento para arrojar las mantas, y tirarla al suelo, dejando al descubierto un montón
de piel. Musculosa, ligeramente bronceada, deliciosa piel.
Quiero mordisquear.
Mientras que su gato interior quería dar un mordisco, Meena quería abalanzarse sobre él.
Especialmente desde que el hombre valiente, aunque inicialmente tímido sobre
lo de lucirse, no se movió de manera precipitada al baño.
Nope. Él salió de la cama, enseñándole un culo –con grave necesidad de marcas
de dientes, los de ella, por supuesto– y moviéndose con una gracia sensual que la hizosuspirar.
Oh, ¡que buen espécimen masculino!
Mío. La idea posesiva la tomó un poco por sorpresa. Meena generalmente
compartía todo con todos.
Hasta ahora. Ahora la idea de otra mujer mirando a su hombre hizo a Meena un
poquitín molesta como en... “Voy a-sacarles-los-ojos-si-ellas-lo-miran-demasiado”.
Al menos ahora entendía por qué la abuela había pasado un año en la cárcel.
Algunas cosas valían la pena de tomarse su tiempo.
—Que tengas una buena orinada, — gritó. —Y no te preocupes por el hecho de
que pueda oírte. Una vejiga sana es una buena cosa. Esto significa que no es necesario hacer un presupuesto para pañales. — La puerta del baño se cerro, y el ventilador se encendió -lo que la hizo sonreír.
A pesar de su orden de salir, ella no se movió. Ella se dejó caer con los brazos
extendidos en la cama, una buena cama grande.
Se sentía muy a gusto en ella, y disfrutó enormemente el aroma de Leo, un
aroma masculino que ella inhalaba con cada aliento.
Leo aún podría estar luchando contra su atracción por ella, pero él la rondaba.
Estaba segura de eso.
Cómoda y un poco cansada –el maldito hombre había dejado su dolor de la
noche anterior y que, a su vez, condujo a una falta de sueño– ella durmió, sólo para
despertar un poco más tarde cuando oyó refunfuñar,
—¿Todavía estás aquí? —
Ella se estiró y abrió sus ojos, y a pesar de su gruñona pregunta, vio como
miraba cada movimiento.
Él no era el único mirando. Ella miró su apariencia, él saliendo recién duchado,
afeitado, y desafortunadamente vestido con pantalones y una camiseta. Qué lástima.
Ella no tendría un vistazo de la parte delantera de él para ver si era tan
espléndidamente como su parte trasera.
—Te ves positivamente delicioso, Pookie. —
—No cambies de tema. Te dije que te fueras.
Ella le dio una respuesta honesta.
—Sí, pero no pensé que lo decías en serio, así que me quedé. Además, no me
quiero ir. — Nope. Ella estaba justo aquí.
Y aquí, ¡significaba en su cama y no en el suelo donde él la dejó!
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Cuando Un Omega Se Rompe•||Saga El Orgullo Del Leon 3 ||•( Terminada)
General FictionLeo es un tipo tranquilo. Un buen tipo. Nadie se atreve a joderle. Entonces, puede explicar alguien porque a Meena le permite conducirlo a la locura -con deseo. Cuando Meena literalmente se arroja sobre Leo y declara que es su compañera, su primer...