Undersoul

Capítulo 1: Determinada

-Sans, ¿eres consciente de las consecuencias que esto puede traer?

-Pero, no fue mi culpa.

-Modificar las líneas temporales puede acarrear terribles consecuencias.

-¿Peores que las que sucederán si dejamos que Chara se salga con la suya? Creo que no tenemos nada que perder, Gaster. Debemos avisar a la familia Dreemurr.

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El comedor era amplio, demasiado para solo 4 personas, aunque claro, dos de ellas medían como el triple de lo normal, tan solo había que mirar el gran sillón que se colocaba junto a la chimenea.

Se palpaba la tensión, Asgore y Toriel se dieron cuenta de que algo pasaba, mientras Chara guardaba silencio, comiendo despacio y muy nerviosa. Asriel simplemente disfrutaba de su pedazo de tarta.

-Tesoro -rompió el silencio Toriel- ¿Pasa algo? No has dicho nada en todo este rato.

Chara no respondió, por lo que Toriel insistió:

-Si tienes algún problema, o necesitas ayuda, ya sabes que aquí nos tienes...

-¡Pero yo no he pedido la ayuda de nadie! -interrumpió Chara dando un fuerte golpe en la mesa que hizo retumbar los cubiertos- Podríais dejar que mi vida privada siga siendo privada.

Y se fue al jardín de su padre. Tras ella salió Asriel, preocupado por Chara, y allí la encontró, observando a las flores.

-Que bien que hayas venido, Asriel -dijo sin girarse.

-Chara -respondió él temeroso- ¿e-estas... bien?

-No Asriel, podríamos estar mucho mejor. Solo piensa, todos los humanos en la superficie, viviendo sin límites, sin fronteras... Y sin embargo nosotros estamos aquí atrapados... Para siempre...

-Si, pero hacen falta 7 almas humanas para romper la barrera. Papá no quiere matar humanos pero he oído que pidió al doctor que fabrique almas falsas, así que si esperamos tal vez...

-¡No Asriel! -interrumpió- los humanos envejecemos, ¿sabes? Tal vez cuando el doctor Gaster termine esas almas yo ya esté muerta. Lo que necesitamos es conseguirlas nosotros mismos.

Hubo un silencio muy incómodo.

-Piensa -continuó Chara- un monstruo con un alma de humano puede atravesar la barrera. Si conseguimos que uno de vosotros la atraviese, y mate a otros 7 humanos, podremos destruirla y salir todos, mucho antes de que...

-Alto -interrumpió Asriel- para empezar, ¿De dónde sacaremos un alma humana? Aunque Gaster hiciese una nunca nos la daría para matar a...

-Tranquilo, está todo pensado. Yo soy humana, y tengo alma, ¿No?

-... ¿Pretendes que te mate?

-Se que serías incapaz, tranquilo. De hecho, ¿ves todas estas flores amarillas? Se llaman ranúnculos, y son altamente venenosos, lo leí en la biblioteca de Snowdin. Si me como uno, no tardaré en morir, luego podrás tomar mi alma y salir.

-¡No! Chara... No quiero que mueras...

-Mi alma siempre estará contigo. Además, es por la felicidad de todos los demás.

-... ¿Crees que funcionará? ¿Podré matar a 7 humanos?

-No si yo lo impido -se oyó una voz algo distante.

De repente aparece tras ellos una figura esquelética y alta. Era el doctor Windings Gaster, y junto a él, Sans. Chara no tardó en lanzarle una mirada de odio profundo.

-No vas a salirte con la tuya de nuevo Chara -siguió el doctor.

-¿Cómo lo supiste? ¿Fue el saco de basura sonriente ese el que te lo contó? -mientras Chara hablaba pretendía coger una flor para seguir adelante con su plan. No obstante, Asriel vio sus intenciones y agarró sus manos para que no pudiera moverse- Asriel... ¿Qué haces?

-No se que está pasando -respondió temeroso- pero si el doctor está aquí para pararte es que tu plan no es algo bueno precisamente. No dejaré que mueras hasta que tenga la certeza de que realmente nos beneficiará lo que pretendes.

-No, no dejes que te engañen -siguió la chica- solo pretenden que no seamos felices. Si me dejas coger una flor...

-De eso nada -interrumpió Sans agarrándola del brazo y tirando de ella- tú te vienes con nosotros psicópata, eres un peligro.

-¡Sueltame! -gritó nerviosa- ¡Te juro que te arrepentirás cuando papá se entere de esto!

-Chara -intervino Gaster- me temo que tu padre es quien, al enterarse de tus planes, nos dio permiso para llevarte.

Chara se calmó por un momento, sin creerse lo que oía. Gaster continuó:

-Entiendo que estés tan determinada a morir, pero aún queda mucho para que te dejemos asesinar.