Capítulo 21: Pureza

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-¡Frisk!

Ya casi había llegado al laboratorio de nuevo, volviendo sobre sus pasos, cuando Frisk escuchó un grito que la llamaba a su espalda. Al darse la vuelta vió a Lewis agitando su brazo mientras corría hacia ella. Frisk solo esperó a que llegara a su lado.

-Que alegría verte -dijo Lewis.

-Hola Lewis

-Has podido hablar con Asgore entonces.

-Si, y ahora iba a buscar a Sans.

-Creo que va a ser difícil. Los científicos se han encerrado en su laboratorio, no creo que puedas verlo ahora mismo.

-Bueno, es que Paps me dio esta llave, que es de Sans, y no sé para qué sirve.

-No se me ocurre... Tal vez puedas registrar los lugares que frecuenta Sans, que son básicamente Snowdin y el laboratorio. Cómo el laboratorio está cerrado, puedes volver primero a Snowdin, y tal vez Grillby sepa algo, conoce bien a Sans.

-Eso haré. ¿Pero tengo que volver andando hasta Snowdin?

-No no -responde Lewis riéndose- puedes utilizar el servicio de barca que ofrece el hombre que está al lado del laboratorio. Nadie sabe nada de él, pero es rápido y seguro.

-Muy bien, muchas gracias.

Ambos llegaron al laboratorio, esta vez sin ataques, el cual irradiaba una energía oscura muy fuerte que, por algún motivo, solo Frisk había notado.

-Supongo que de nuevo nos despedimos -dijo Lewis- el barquero se encuentra bajando por aquí. Solo una cosa más... -se queda en silencio- no sé si sabes que un alma no es pura por naturaleza. Cada alma se puede corromper, debido a la exposición al odio. Sin embargo, lo opuesto al odio es la determinación. Gaster nos dijo que sabríamos cual es el momento adecuado para hacer esto, y yo he descubierto cual es ese momento. Al sacar esencia de nuestra alma, Gaster solo cogió esencia pura, pero si tuviéramos alma pura, no necesitaríamos los colgantes que nos protegen de las impurezas del odio, ¿no crees? -Frisk le miraba asombrada, pero Lewis siguió- El colgante nos protege, pero un alma expuesta a la determinación pura se purifica también, al igual que el odio la perturba. Me he dado cuenta de que contigo he perdido todo el egoísmo que me quedaba, he descubierto que tu determinación es pura. Es por eso que tú le darás mejor uso a ésto.

Lewis extendió su sartén, dentro de la cual se encontraba el colgante de corazón verde. Frisk lo cogió.

-Sans -siguió Lewis- nos dijo a todos que nos quedaríamos en aquel sitio donde mejor nos sintiéramos. Todos nos llenamos de nuestra esencia en nuestros lugares, pero tú ya te has llenado, y nos has purificado.

-Ahora entiendo -respondió Frisk- Entonces, cuando Sally esperó hasta que Simon habló con ella, purificó su paciencia, y cuando Simon me defendió sin pensarlo purificó su coraje, y por eso me dieron sus colgantes. Cuando Fred persistió en confiar en mí, y en saber qué es lo que me ocurría con el odio, purificó su perseverancia y me dio su colgante. Cuando Lucy me ayudó y me perdonó purificó su integridad, y me dio su colgante. Cuando Jane se dio cuenta de que estaba equivocada, purificó su justicia. Y...

-Cuando te ofrecí ayuda incondicional, sin saber ni quien eras, purifiqué mi amabilidad, si, aunque siento no darte mi colgante hasta ahora. Siento mayor pureza ahora que comparto contigo lo que he descubierto. Lo haré también con Fred, seguro que le interesa.

Tras esto y un breve silencio, Frisk le dio las gracias y se despidieron.

El embarcadero era oscuro y viejo, aunque aguantaba bien. El Barquero ahí estaba, en su barca, esperando llevar a gente. Frisk pidió que la llevara a Snowdin, ante lo cual el barquero accedió y emprendió la marcha cantando.

-Trololoo, cuidado con el hombre que habla con las manos.

Frisk al momento pensó en quien podría referirse. El único que tenía manos curiosas era el doctor, además, las movía bastante al hablar.

-¿Te refieres a Windings? -preguntó Frisk.

-Ese hombre es muy codicioso. En el futuro que tú conoces murió por culpa de su codicia, aunque dicen que fue reparando el núcleo, en realidad quiso encubrir sus fracasos con la determinación y las amalgamas.

Frisk no sabía de lo que hablaba, pero tenía claro que era alguien misterioso que recordaba las líneas temporales como hacía Sans. No quiso preguntar más, solo tendría cuidado con Gaster.

-Hemos llegado -dijo el barquero- Snowdin, tu destino.

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