- Ay, Jeon... ¿Cuándo vas a entender que no perteneces aquí? - Preguntó aquel tipo con dentadura de oro, chaqueta de cuero y cicatrices en sus brazos.
- ¿Y tú cuando vas a comprender que no me iré? - Preguntó con el mismo tono de prepotencia, alzando su prolija y oscura ceja, mientras se cruzaba de brazos y hacia que estos se marcaran debido a la acción.
- Te metiste con un pez gordo, niño... No saldrás fácil de ésta. - Volvió a hablar aquel viejo hombre, con un reflejo de burla en su tono - Te desearía suerte, pero aposté por el mercedes azul... - Exclamó antes de desaparecer del campo de vista del azabache.
Jungkook solo pudo rodar sus ojos y bufar, mientras jugaba con el pircing de su labio y se levantaba del capot de su auto, caminando hacia la puerta del piloto, subiendo y posteriormente dándole arranque.
Sonrió con arrogancia al oír el rugido del motor y la suave vibración que le proporcionó el auto al encenderse, era un lujo aquel hermoso auto, y el lo había apostado. Normal. Nunca había perdido una carrera y esa no iba a ser la excepción.
El estaba confiado en que la iba a ganar, se iba a quedar con el auto de su oponente, y quizás con un poco de dinero apostado.
Comenzó a conducir relajadamente fuera del recinto, en donde estaban todos los corredores y equipos técnicos.
Esta vez simplemente quiso ir a su casa, por primera vez en muchos meses no necesitaba ir a emborracharse y a tener sexo.
Mientras miraba la calle solitaria que lo guiaba y silbaba una melodía improvisada, disfrutando del agudo sonido de cada gota de lluvia caer contra el vidrio del parabrisas. Solo disfrutaba de aquel silencio abrumador que la ciudad le brindaba en la madrugada.
Iba tan inmerso en sus pensamientos vacíos y repletos de soledad, que no se percató del pequeño, mojado, y delgado peatón que estaba frente a el... O no por lo menos hasta que lo golpeó con su auto.
- ¿¡Qué carajos!? - preguntó sobresaltado, mientras frenaba el auto de golpe, y se bajaba, sin apagarlo.
Se acercó a la parte delantera del vehículo, y notó que un cuerpo totalmente empapado sé encontraba acostado junto a la rueda izquierda delantera. - Mierda... - maldijo, mientras se acercaba a el cuerpo y lo tomaba en brazos, subiéndolo al asiento trasero del vehículo, y luego subiendo al asiento del piloto nuevamente.
Condujo casi igual de rápido que lo hacia en sus carreras clandestinas, mientras maldecía y apretaba el volante frente a el, tenía realmente el corazón en la boca.
En quince minutos que en su cabeza fueron eternos, finalmente llegó al hospital más cercano y se bajó, tomando al cuerpo inerte en sus brazos por segunda vez en la noche. Corrió con éste aún en brazos, hacia el interior del edificio.
- ¡Un medico! ¡Necesito un medico, mierda! - gritó a penas había pisado la sala de urgencias, provocando que las pocas personas que se encontraban allí, lo mirasen, y una camilla con dos enfermeras se acercaran a el. Dejó al joven inconsciente en ella, y les explicó rápidamente lo que había pasado, luego, desaparecieron de su vista.
Genial. Lo que le faltaba. Matar a un jodido adolescente con un auto ganado clandestinamente y que claramente no poseía papeles de reglamentación. Y lo que era aún más idiota de su parte, fue haberlo llevado a un hospital. Tendría que haberlo dejado en alguna puerta de alguna casa y haber tocado timbre, como haría cualquiera que no pudiera tener más problemas de los que ya tenía con la ley.
Idiota. Idiota. Idiota... Completamente idiota.
Eso era lo único que podía repetirse mentalmente, y aún más, cuando veía al guardia del lugar, acercarse a el, mientras hablaba por su radio.
- Joven... ¿Puede darme sus identificaciones? - le preguntó amablemente el hombre.
No, claro que no podía... Iría preso si lo hacia, ó mínimamente perdería aquel auto por falta de papeles. Carajos, no.
- Las olvide... No las tengo conmigo. - le dijo con una voz neutra y perezosa.
- Pues, entonces tendré que avisar a las autoridades, joven. No puede circular sin sus identificaciones. - Habló nuevamente aquel hombre.
Estaba jodido... Muy jodido.
[...]
Gruñó alto como por tercera vez en aquel minuto, pareciendo un pitbull sin su vacuna contra la rabia... Y sinceramente, no estaba muy lejos de saltar a la garganta de aquel policía como uno de esos canes.
El imbécil se creía más que el solo por llevar una placa de aluminio, que hasta su abuelo podría haber tallado con una cuchara de plástico. Pero no, ahí estaba, esposado a una mesa, en la sala de interrogatorios, y si, todo por no llevar sus identificaciones encima. Omitiendo el hecho de que envío al hospital a un joven que a sus ojos parecía menor de edad.
- Por milésima vez, volvía del taller de mi primo hacia mi casa, obviamente no llegué, porque aquel niñato se cruzo en mi camino, lo llevé al hospital, y fin. - dijo con un deje de irritación en su voz.
- Oye, cálmate Jeon... Tú reputación te precede, no podemos simplemente confiar en tu palabra, a ver si me entiendes. - le contestó aquel señor que rondaba los cuarenta años en el servicio.
- Pues deberías, creí que vivíamos en un país democrático y libre. Donde eres inocente hasta que se pruebe lo contrario, oficial.
- Cuide sus palabras, joven, y también su tono. No tengo por que tolerar este tipo de comportamiento.
- Ya veo, demasiado complejo como para que usted lo comprenda.
El oficial solamente suspiró cansado, y frotó su frente, antes de pararse, y abrir las esposas que retenían al menor. - Vamos, Jeon...
- Vaya que amable... - dijo sarcásticamente, mientras se levantaba de la incómoda silla y rodeaba la mesa, siguiendo al adulto fuera de aquella habitación.
- Tendrás que llenar algunos papeles antes de irte... - le dice con calma, guiándolo hacia la administración, mientras vigilaba que no haga de las suyas.
- Lo siento, oficial. Pero no me agrada mucho la burocracia. - le dice antes de guiñarle un ojo, pegando media vuelta y caminando hacia la salida con las manos en sus bolsillos.
- Jeon! Regresa aquí! - gritó aquel viejo, mientras lo perseguía.
Jeon solo lo saludó con su mano despreocupadamente, sin mirar atrás. Subió a su auto, y desapareció por la avenida en menos de un suspiro.
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The Race. [KookV]
FanfictionAmbos hostiles y con aires de grandeza. Jeon JungKook y Kim Taehyung eran dos jóvenes que jamás se hubieran cruzado de no ser por un pequeño incidente en una noche lluviosa. Conocían lo que era el dolor, también la frustración de no poder cumplir su...