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Taehyung veía la escena desde uno de los palcos sobre la tribuna, aquel Porsche color negro había rebasado al Mercedes plateado gracias a que esté último jamás arrancó. No mentía al decir que tenía un profundo sentimiento de goce en su interior, ser testigo de cómo el azabache perdía la carrera, siendo el viejo y arrogante Choi el que salía victorioso, lo hacía inflar el pecho. Fue la mejor venganza que jamás habría imaginado realizar.

JungKook por su parte se encontraba estático en el asiento de su auto, intentando comprender que era lo que había ocurrido exactamente. Se bajó del vehículo estando más que consternado, revisando el motor automáticamente, pero no encontró ninguna falla. Finalmente chequeó el tanque de nafta, el cual estaba vacío.

En una carrera legítima, eso se podría denunciar, y rápidamente se solucionaría volviendo a repetir la largada luego de haber recargado el combustible. Pero para su desdicha, todo estaba sucediendo desde la ilegalidad, sin si quiera jueces que puedan dar un veredicto a cerca de la injusticia que acababa de ocurrir.

Lo siguiente que todos vieron, fue a un furioso azabache lanzar las llaves de lo que en algún momento fue su auto, en dirección al gordo Choi, quien reía lascivamente disfrutando de aquel momento casi tanto como lo estaba haciendo el castaño llamado Taehyung.

Pocas horas después, cerca de las tres de la madrugada, JungKook ya iba por su quinta lata de cerveza. Había decidido pasar el resto de la noche en un bar de mala muerte cerca del predio en el que se hacían las carreras. Sus hombros estaban caídos, y su expresión era de derrota pura, odiaba perder, y odiaba mucho más no haber podido dar todo de si para ganar.

En cambio, Taehyung estaba disfrutando de su noche junto a su amigo Jimin, ambos bailando alocadamente al compás de la música electrónica que retumbaba en aquel club, el castaño estaba totalmente sobrio, debido a que no tenia ni un solo centavo encima como para poder consumir los deliciosos tragos que servían en la barra, y su amigo en vez de donarle una ración de sus ganancias para poder emborracharse tranquilo, solo se burlaba de su desgracia.

- ¡Ya basta! Dame algo de dinero, porfa... - el castaño susurró con un puchero surcando sus labios, y sus manos juntas, simulando estar rogando a pesar de que la posición era extraña, debido al yeso en su brazo izquierdo.

- ¡Solo si consigues que alguien más te regale algo! - gritó por encima de la música, teniendo que acercarse al odio de su amigo para poder ser escuchado.

Al oír aquello, el castaño automáticamente sonrió con soberbia, amaba los desafíos y ese comentario formulado por su amigo rubio, había sonado como uno. - ¡Esta bien, si consigo un trago de otra persona, me debes un pack de cerveza! - gritó nuevamente en el oído ajeno, sin darle tiempo a responder de regreso, pues ya se había retirado de la pista de baile.

Taehyung siempre solía ser seguro de si mismo, eficaz y limpio para conseguir sus objetivos, siempre supuso que todo le salía bien porque era astuto, inteligente y algo manipulador. Pero lo que el castaño no tomaba nunca en cuenta, era que las personas a su alrededor le daban todos los gustos solo porque le temían a su padre.

El señor Kim, a pesar de ser un pan de Dios ante los ojos de las personas del vecindario, no era realmente un buen padre, Taehyung no recuerda la última vez que este lo abrazó o le preguntó cómo estaba.

Tampoco era muy querido en el mundo empresarial, debido a su reputación de corrupción entre los sectores políticos que menos favorecían a las clases más bajas. Pero era preferible omitir algunas partes y fingir que era el padre del año.

The Race. [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora