[3]

76 6 0
                                    

Jimin, el joven de cabello rubio que a penas si media un metro setenta y cinco, siempre había sido la mano derecha del castaño. Desde aquel día que se conocieron en una fiesta electrónica, cuando el castaño le pidió un encendedor para poder prender su cigarro, el rubio supo que aquel cómico personaje, seria algo mas que un simple conocido.

Ambos comenzaron a frecuentar los mismos clubes, disfrutando de la compañía del otro. Taehyung se dio cuenta de que Jimin era su amigo cuando este último le advirtió que unos imbéciles le habían puesto droga en la bebida. Y sin darse cuenta, el castaño se volvió inseparable de aquel pequeño rubio.

Jimin por su parte, disfrutaba de lo temerario que era su amigo, siempre tan alegre y despreocupado, agradecía que él se encontraba para devolverlo a la tierra cuando se sentía en las nubes repletas de tristeza.

Sin duda alguna eran un dúo conocido en la zona, no solo porque el castaño portaba un apellido importante, sino porque se habían ganado una reputación destacable.

Jimin por siempre conseguir todo lo que la gente le pedía, obviamente a cambio de una buena suma de dinero. Y el castaño, por aquellas inseguras carreras callejeras en las que participaba y casi siempre salía victorioso.

El rubio jamás fue amante de ese deporte. Solo iba para apoyar a su amigo, quien amaba conducir como un desquiciado. Pero, aun así, reconoce sin problema que, al haber ingresado en aquel mundo de mala muerte, aprendió como realmente funciona la vida, más aún cuando no eres nadie.

Por ello, ahora se encontraba consiguiendo información para su amigo, aquel joven que atropelló al castaño no era de la zona de la que él se encargaba mayoritariamente, por lo que tuvo que recurrir a su colega, Min Yoongi, quien prácticamente se dedicaba a lo mismo, solo que en la zona pobre de la ciudad.

- Buenas noches Min. - susurró el rubio, relamiendo sus labios, una vez se había subido al auto del pelinegro.

- Park... - el mayor susurró, tan serio como siempre. - Tengo lo que necesitas, la paga primero...

El pequeño rió bajo, antes de correrse los mechones del rostro; - Tampoco iba a aguantarme mucho en dártela. - susurró cerca de su oído, antes de bajar su mano al cierre del jean ajeno.

Min solo gruñó bajo, a sabiendas de que el rubio solo le haría sexo oral. Aquel joven era la perdición del pelinegro. Era el único al que jamás le sacó un solo won a cambio de información.

Todo comenzó cuando Jimin se acercó a él en un club nudista, en donde le pidió algunos datos acerca de una joven que frecuentaba el lugar. El planeaba cobrarle, pero aquellos labios lo cautivaron, esa boca rodeando su miembro y esos ojos brillosos mirándolo mientras se lo hacía. ¿Cómo negarse a tal tentación?

- Park... - le advierte roncamente, pues no podía seguir regalando el trabajo.

- Oh vamos... - protesta con un pequeño puchero, mientras le abría el cierre y le bajaba el bóxer.

El pelinegro solo se quedó en silencio ante sus acciones, cerrando sus ojos cuando aquella cálida lengua lamió su glande, descendiendo lentamente por todo su falo.

Sería una noche larga para ambos...

[ ••• ]

- Jeon Jungkook. - dijo burlón aquel hombre de avanzada edad, mientras se dirigía al azabache. - He odio mucho sobre ti, niño.

Jungkook solo rodó sus ojos y miró al hombre de colonia barata. - Ya veo... ¿Palabras de aliento antes de la carrera?

Una risa proveniente de la garganta ajena resonó entre ambos. - Pues claro hombre, solo quería decirte que estas a tiempo de desertar... No querrás que nada malo le pase a tu joven rcuerpo, los accidentes pasan.

El azabache elevó su perfecta ceja con una sonrisa ladeada en su boca. - Claramente no me conoces Choi. Que gane el mejor. - susurró con soberbia, antes de subirse al auto.

La pista consistía en cien metros en una recta estrecha, una curva que rondaba los doscientos metros, y nuevamente otra recta de cien. No era algo complejo, pero la salida siempre era lo esencial, si en la salida perdías ventaja, perdías la carrera. Y esto, el azabache siempre lo tuvo claro, pero aun así sus estrategias rondaban lo arriesgado.

Cuando la joven de piernas desnudas se acercó entre ambos autos de alta gama, y bajó la bandera verde, elevando la amarilla, la carrera había comenzado.

La apuesta era simple, Jeon corría esta vez con un Mercedes color plateado, y su contrincante con un Porsche negro. El ganador se quedaba con el auto de su contrincante, además de un pequeño porcentaje de las apuestas que la gente realizaba.

Teniendo en cuenta que manejaba un auto de cambios manuales, lo ideal hubiera sido salir con tercera marcha, acelerar a todo lo que da, llegando a la curva, dejarse rebasar por su competencia, y pasarlo de manera cerrada con velocidad neutra, finalmente presionar el turbo para poder llegar a la línea de llegada en pocos minutos.

Claro, eso era lo ideal y también lo que el azabache planeaba hacer. Pero no fue lo que pasó.

¿Por qué?

Un travieso y vengativo castaño había vaciado el tanque de nafta de Jeon.

El azabache esa noche, se quedó en la línea de salida.

The Race. [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora