CAPITULO 2

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Entrar en Forks era para mi como cruzar el umbral de otra dimensión, el ambiente repentinamente se hacia mas gélido y el frió congelaba cada extremidad de tu cuerpo era para mi el lugar mas frió que alguna vez había visitado pues la reserva Makah a la cual yo pertenecía no resultaba tan fría como Forks o la mismísima reserva Quileute, pronto el bus salio de Forks continuando su recorrido hacia la reserva Quileute, este había atravesado el pequeño pueblo en no mas de diez minutos y ahora tan solo tenia que esperar al rededor de veinte para llegar a casa de tía Sue, me hundí en la incomoda silla segura de que podía tomar una buena siesta durante esos veinte minutos.    

Mis ojos se abrieron en cuanto escuche murmullos invadiendo el bus, efectivamente el conductor acababa de aparcar en la usual parada de autobuses ubicada frente a la playa, frote mis ojos con cansancio y espere que las demás personas vaciaran el pasillo del bus para poder salir, en cuanto esto sucedió me puse en pie y me empine para alcanzar mi morral que había dejado en el compartimiento arriba de los asientos. Ya solo estaba yo dentro del bus y la mirada penetrante que el conductor me lanzaba desde el espejo retrovisor me indicaba que esperaba impaciente a que saliera para poder continuar su camino.

Al bajar pude ver a Seth, el pequeño tenia doce años y movía enérgicamente su brazo derecho sobre su cabeza a modo de saludo, se acerco corriendo con una sonrisa y se colgó de mi cintura en cuando llegó frente a mi.

– Hola, Seth. –  dije con cariño examinándolo, evidentemente había corrido por la playa hasta aquí pues sus pies y bota baja del pantalón venían llenos de arena, sonreí. –  ¿viniste solo? –  pregunte mirando a mi alrededor, Seth asintió y dejo de abrazarme para mirarme.

–  mamá y papá están en el trabajo y Leah esta tan loca que no pudo ni salir de la cama. –  fruncí el ceño al escucharlo.

– Seth, no te refieras así de tu hermana. –  lo reprendí.

– es la verdad, hace unas semanas ni duerme bien y quiere gritarle a todo el mundo por todo. – dijo elevando una ceja al momento que se cruzaba de brazos.

– pero... ¿porque? –  pregunte, echándome a andar junto a el en dirección a casa de tía Sue. 

– no lo se. –  dijo el pequeño Seth con despreocupación. –  Sam desapareció durante un par de semanas, desde entonces Leah enloqueció. –  rodé los ojos al escuchar aquello. No podía ser que ellos ni siquiera se hubieran casado aun y este tipo ya estuviera dándole preocupaciones a mi prima, pobre Leah. 

Luego de aquello Seth pareció perder interés en hablar del tema, comenzó a hablarme de la escuela, me presumió que era el mejor de su clase, que actualmente estaba aprendiendo a surfear y que su padre, Harry Clearwater, incluso le había comprado una tabla propia. 

– puede que un día incluso sea el mejor Surfista de Washington. –  me había dicho con emoción y yo le había sonreído al escucharlo. 

[...]

– ¿esta Leah en su habitación? –  le pregunte tras haber entrado en la casa de apariencia campestre que pertenecía al matrimonio Clearwater vi a Seth asentir a mi pregunta mientras cerraba la puerta detrás de mi. – subiré a verla. –  avise, echándome a andar escaleras arriba.

La puerta de entrada de la habitación se tranco mientras intentaba abrirla, asome mi cabeza por la estrecha ranura que había logrado abrir y vislumbre gracias a la poca luz que entraba desde el pasillo como un trozo de tela abandonado cerca de la puerta me impedía abrirla, empuje con fuerza hasta que logre que la madera cediera, entrando en la habitación acompañada de un ruido, Leah se sentó sobre su cama al instante evidentemente asustada por el repentino golpe que yo había causado, la mire con una sonrisa que Leah correspondió, sin embargo esa sonrisa no se vio reflejada en sus ojos.

Sunshine |Sam Uley| |Libro 9| de la serie 'IMPRONTAS'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora