CAPITULO 9

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El que yo hubiera aceptado a la propuesta de Sam tras haber logrado  persuadirme en la idea de ir en su camioneta a despedir a mi hermana era un error, yo lo sabia, Mary lo sabia y me lo había hecho saber con cada mirada que me lanzaba a través del espejo retrovisor y como si aquello hubiera sido poco también había aprovechado nuestro momento de despedida en el aeropuerto para darme su sutil  opinión sobre el asunto.

Y razón tenia pues el ambiente tenso dentro del auto estaba logrando hacerme creer que el lanzarme del auto en movimiento parecía un buena opción. En consideración ante aquellos pensamientos era consciente de que no eran algo natural ni propio de mi, me resultaba un misterio la forma en la que Sam Uley lograba llevarme al límite y por mí bien y la de mi familia más me valía que ese límite fuera el de la capacidad de soportarlo.

– y... – comenzó Sam mientras dirigía su mirada distraidamente a las abarrotadas calles de Seattle

-llevamos cinco minutos en el auto, créeme, no es necesario entablar una conversación.- pensé al escucharlo murmurar. 

–  ¿como ha sido vivir en la reserva? –  pregunto al fin.

– no es diferente a cuando viví en la reserva Makah. –  solté sin mucho interés, vislumbre una sonrisa torcida dibujarse en los labios de Sam.

– ¡ah! es cierto, tu naciste en la reserva Makah ¿no es así?

–  así es. –  conteste deslizando mis manos desde mis muslos a mis rodillas con nerviosismo. – ¿puedo encender la radio? –  pregunte alargando mi mano para hacerlo, la aparte en cuanto me percate que la de Sam ya estaba allí encendiendo la radio para mi, una tonada country y de muy bajo volumen se escuchó en el auto. Mis ojos se deslizaron a lo largo de su brazo y se detuvieron sobre el borde circular negro que se asomaba bajo la manga de su brazo derecho.

– ¿desde cuando tienes tatuajes? –  pregunte, con un interés que no comprendía de donde había surgido; Sam instintivamente le dirigió una mirada rápida a su hombro derecho.

–  desde anoche.

– ¿en serio? –  pregunte incrédula. – ¿donde es que consigues un tatuador en la reserva en medio de la noche?

– no es... –  comenzó, para detenerse en un intento de analizar sus palabras. –  no es un tatuador como tal... Lo hizo Quil Ateara III.

– ¿Quil Ateara III? –  pregunte perpleja recordando aquel anciano que conocía desde pequeña como amigo de toda la vida de Harry Clearwater. – ¿como? ¿con que? – pregunte y sin permiso alguno mi mano arremango su camiseta para vislumbrar mejor el nuevo tatuaje; este parecía una especie de  tribal circular que encerraba dos lobos como si se reflejaran el uno en el otro, acompañados de mas figuras similares en cada lado de este, deslice mis dedos sobre este para notar la textura lisa sobre la que reposaba la tinta y aunque no conocía mucho de tatuajes estaba segura de que era muy pronto como para que este ya pareciera haber cicatrizado a la perfección. 

 

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Sunshine |Sam Uley| |Libro 9| de la serie 'IMPRONTAS'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora