VIII

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Tom me sujetaba muy fuerte, de pronto una de sus manos ya no estaba en mi cintura, la coloco en mi rostro para que no me moviera y comenzó a besarme, en un impulso y la necesidad de que me soltara, lo mordí tan fuerte que le sangré el labio. Me soltó de pronto y me tiró al piso de un empujón, estaba tan molesto cuando vio su labio sangrando que se agacho, me levanto del cabello y me dio un puñetazo en el rostro, mi mejilla se abrió y comencé a sangrar. Las lágrimas salieron como tormenta de invierno, llevé una mano a mi cara y pude ver la sangre en mis dedos.

—Maldita perra, esto me lo pagarás muy caro– comenzó a acercarse a mi, cuando mi madre salió de la casa.

—¿Qué está pasando?– dijo confundida, vio hacia donde yo estaba y camino rápidamente hacia mi asustada cuando vio mi golpe en la cara.

—¿Que te paso mi amor?– mi madre intentaba tocarme pero no se yo no se lo permitía, estaba demasiado furiosa, se que ella no tenía la culpa, pero me enojaba que viviera con un tipo como Tom.

—Se callo– dijo Tom rápidamente, antes de que yo le contestara. 

—Entra a la casa mi amor, yo te curaré— mi madre tomo mi mano pero me solté.

—No mamá, prefiero irme a casa– me agache para tomar mi bolso que un estaba en el suelo –te llamo mañana– le dije dándole un beso en la mejilla.

—si amor, hazlo, sino estaré preocupada por ti.

Camine lo más rápido que pude para alejarme de la casa de mi madre, cuando vi un taxi lo tome inmediatamente, al subirme a él no pide controlar el llanto nuevamente, odiaba a Tom y a veces odiaba a mi madre por estar a su lado y no darse cuenta de la clase de hombre que es. Minutos después llegué a casa, me sentía tan mal y triste, mi mente solo pensaba en los brazos de Chester, quería estar con él y que me rodeará con ellos. Me quité la ropa y me metí a la ducha, cuando el agua me calló en el rostro comenzó a arderme la mejilla fuertemente, estaba tan enojada con ese imbécil por ponerme la mano encima, pero mas enojada estaba con madre, es imposible que no viera que no es un buen hombre. Seguía en la ducha cuando mi teléfono sonó, lo deje sonar, minutos después salí de la ducha y me puse unos shorts y la playera que me había regalado Chester.

Me recoste en la cama dispuesta a dormir, estaba mirando al techo cuando nuevamente volvió a sonar mi celular, lo tomé y vi la pantalla, era Chester.

—Hola— dije en voz baja.

—Mañana va a tocar unas de las bandas que me gustan en el Bar ¿me acompañas a verlos?– su voz se escuchaba muy emocionada.

—Yo…— no sabía que decirle, mi cara mañana estará morada e hinchada y me avergonzaba que me viera así –¿podemos dejarlo para otro dia? por favor.

—¿Estas bien? ¿pasa algo?– de pronto su voz cambió de emocionado a preocupado.

—Si es solo que, no me siento bien y no he descansado lo suficiente, por favor no me lo tomes a mal.

—No claro que no, ahora con mas razón quiero verte, necesito saber que estás bien y también por que te extraño– sus palabras llenaron de alegría mi corazón –no se que me hiciste mujer que me traes hecho un loco por ti ¿y sabes que es lo peor? que Mike se burla de mi, tendré que darle un escarmiento para que deje de hacerlo.

Sonreí ante las palabras de Chester, pero era algo de esperarse, un chico rudo como el enamorado de una enfermera que no le gusta la violencia, vaya ironía.

—No lo hagas por favor– dije en voz suave –él me agrada, ademas ¿quien nos cocinara?

—Tienes razón— escuche su sonrisa detrás del auricular.

Nos quedamos platicando hasta muy tarde, sin darme cuenta me quede dormida con el teléfono en mi oído, a la mañana siguiente cuando desperté el teléfono estaba atrapado entre mi oreja y la almohada. Me levanté de la cama sonriendo al recordar la plática con Chester, me vestí para irme al hospital y al llegar Lucia se quedó con la boca abierta.

—¡Dios santo! ¿que te paso?– dijo viendo mi mejilla.

—No es nada, me caí ayer, soy tan torpe –le dije rezando para que me creyera.

—Eso parece un golpe– intentó tocarme.

—No me toque, por favor, me duele.

—si, perdón Keira.

Lucía ya no insistió en preguntarme, pero su cara me decía que no me había creído lo que le había dicho. Agradezco muy dentro de mi que ya no insistiera, me puse a trabajar como todos los días. A la hora de mi salida, tome mis cosas del casillero y salí del hospital, comencé a caminar cuando unos brazos me sujetaron de la cintura, voltee asustada y vi a Chester con el rostro pálido, de pronto recordé mi mejilla morada.

—¿Que te paso?— su cara pálida cambio a molesta, en sus ojos se veía mucha ira.

—No es nada, no te preocupes… me caí– le dije abrazandolo.

—¿Sabes en cuantas peleas he estado Keira? en demasiadas, se distinguir un puñetazo, ¿quien te hizo esto?– me dijo serio, su voz estaba cargada de enojo.

—No vale la pena.

—¿Que no vale la pena?— me miro confundido, pero sin dejar su cara de molestia.

—Solo abrazame, te pronto que te contare que paso, pero ahora no ¿vamos a casa? Por favor

Chester movió la cabeza en forma afirmativa, aún se veía molesto, pero aun asi me abrazo tiernamente, poco a poco se fué relajado, después fuimos a mi casa y trate de que olvidara el asunto, asi que me puse a  prepararle algo de comer.

Tocaste mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora