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—¿A dónde vas?— estaba agitado y su cara tenía algunas manchas de sangre.

—A mi casa ¿qué demonios pasó adentro?– dije algo molesta.

—ese tipo te estaba molestando— parecía sorprendido por mis palabras.

—Tal vez, pero ya lo había solucionado, no debiste golpearlo– su cara antes mis palabras fue de confusión —Dios, tu mano– dije al ver que traía la férula destrozada —Ve a un hospital.

—Estoy bien, no necesito un hospital— llevó su mano sana a su nuca —Es que, al verlo ahí contigo... sentí mucha ira– se veía apenado.

—Pues actuaste mal, tengo que irme a casa, ya es tarde.

—Yo te llevo— Chester parecía apenado, creo que intentaba solucionar las cosas entre los dos.

—Preferiría que no, para ser honesta, estoy un poco molesta contigo y ahora mismo no quiero tu compañía, prefiero que vayas a un hospital.

Chester me miraba avergonzado, se que no soy nadie para decirle que hacer, pero somos adultos y debemos saber manejar las situaciones de otra manera diferente que no sean los golpes.

Empecé a caminar hasta que vi un taxi, lo detuve y subí en él, por la ventana pude ver a Chester que aún seguía en la acera, su cara era una combinación de frustración, vergüenza y enojo, el taxi arrancó rápidamente llevándome a casa. No entendi que habia pasado, su forma de actuar no me pareció la más correcta. Siempre he odiado la violencia, en el hospital siempre llega gente herida por riñas callejeras o en bares, soy de las que prefieren hablar ante cualquier situación. La violencia nunca deja nada bueno, creo que por eso mismo no tomo, no somos los mismos cuando bebemos alcohol.

Llegue a mi apartamento, deje mi bolso en el sillón y me fui directo a la cama, rápidamente me quede dormida. A la mañana siguente me levante a prepararme para irme a trabajar, me duche y desayune algo ligero, tomé mis cosas del sillón y me fui directo al hospital.

Al llegar el doctor John me mandó directamente a urgencias, de nuevo había mucho trabajo ahí. La mañana se paso muy rápido, cuando me di cuenta ya eran las dos de la tarde.

—Keira ¿ya fuiste a comer?– dijo mi compañera Lucia cuando nos topamos en unos de los pasillos del hospital.

—No aún no, hay demasiado trabajo, más tarde como algo.

—no te malpases mucho– me dijo caminado directamente hacia la salida.

—No lo haré, gracias.

Seguí trabajando sin parar, la gente pasaba de un lado a otro, en urgencias asi era, solo veias el ir y venir de la gente. Me gustaba mantenerme activa, lo que no me gustaba era que la gente se lastimara. Ya caída tarde empezaba a dolerme la cabeza, no había parado ni un solo momento en toda la mañana y moría de hambre, mi estómago me reclamaba comida. Lucía se acercó a mí al ver mi cara de fastidio.

—Te dije que no te malpases, anda ve a comer– dijo quitándome unas sábanas de las manos.

—tengo que cambiar estas sábanas, el paciente no deja de vomitar— le quité las sabanas de las manos-

—yo lo hago— me las quito nuevamente —vete a comer, es una orden– dijo molesta.

Suspire frustrada, pocas veces Lucia se molestaba y creo que ahora si la hice enfadar. De mala gana hice lo que me dijo y me fuí a comer, llegue a la cafetería y compre una ensalada y un jugo, no había revisado mi celular, lo saque de mi pantalón y este estaba sin pila. Había olvidado contactarlo.

Terminé de comer y regresé al trabajo, gracias a dios ya estaba todo más tranquilo. El doctor me pidió que le hiciera compañía a una niña de 5 años que iba a operar, sus padres estaban firmando algunos papeles y no querían dejar a la pequeña sola.

—Hola hermosa— dije cuando entre a su cuarto —¿Cómo te sientes?

—¿Y mi mamá?— dijo la pequeña abrazando su peluche.

—Esta ocupada, tiene que firmar unos papeles, pero no debe de tardar— me senté a un lado de ella —¿Te puedo hacer compañía?

—¿Cómo te llamas?— su voz era muy dulce.

—Keira ¿y tu?— acaricié su cabeza, obvio sabía cómo se llamaba pero quería hacer conversación con ella.

—Paula, pero mi mamá me dice Pau.

—Bueno Pau, ¿que quieres hacer mientras llegan tus papas?

—me lees un cuento.

—Claro ¿cual quieres?– tomé los tres libros que estaba sobre la mesita de al lado.

—¿Y el quién es?— dijo mirando hacia la puerta.

Voltee a ver quien era la persona que miraba Paula y me sorprendí al ver a Chester. Me levanté de la silla y camine hacia el.

—¿Que haces aqui?– dije en voz baja para no asustar a la pequeña niña.

—Tienes tu teléfono apagado, ¿me estas evitando?— dijo serio.

—Claro que no, olvide cargarlo ¿Que haces aquí? estoy trabajando, tienes que irte– mire su mano y me dio gusto ver que traía una férula nueva.

—¿A qué hora sales?

—Falta una hora— dije desesperada porque se fuera, ni quería tener problemas en el trabajo.

—Te espero en la cafetería— me dio un beso en la mejilla y se fue.

Suspire alivia y regresé a lado de Paula, volví a tomar uno de los libros para leerle a la niña, cuando la vi que me sonreía ampliamente.

—¿Es tu novio?— pregunto.

—¿Que?— reí —no, claro que no.

—pues tu le gustas.

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Espero les este gustando la historia 😘 gracias a las personas que me regalan unos minutos de su tiempo para leer, de verdad muchas gracias ❤

Tocaste mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora