IX

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—Perdon por no tener cerveza, te prometo que para la próxima tendré para ti– me senté al lado de él en el sillón, había colocado la comida en la mesa que estaba frente a nosotros. Después de comer y platicar de otras cosas, recogí los platos y los puse en el lavaplatos, lo encendí y me fui a sentar con Chester.

—Todo estuvo delicioso– se acercó más a mi y acaricio mi mejilla morada. —¿vas a decirme por fin que paso?–

Baje la cabeza apenado, tenía tanta vergüenza de contar lo que paso, pero Chester estaba preocupado y no podía dejarlo con la duda.

—Fue el novio de mi madre, mejor dicho su esposo, ayer ¿recuerdas la llamada que conteste en tu casa?–

—Si…– su rostro ya había cambiado, ahora era de enojo.

—Era él, me pidio dinero y me dijo que si no se lo daba, otras personas se encargarían de lastimar a mi madre.

—¡Infeliz!

Chester se levantó del sillón muy molesto, empezó a caminar de un lado para otro, no quería que perdiera la cabeza, me levanté del sillón y lo abrace. Su respiración era agitada.

—Por favor, tranquilizate, no quiero que hagas una locura, te juro que no es nada– tomé su rostro en mi manos —no te comprometas por ni, por favor.

—Solo prometeme una cosa, si ese hombre vuelve a llamarte para pedirte algo, lo que sea, tu me lo vas a decir– me miró fijamente a los ojos.

—Te lo prometo– empecé a besarlo.

El beso se fue haciendo más intenso, pero esta vez no lo detuve, necesitaba estar con Chester, necesitaba sus caricias y sus besos, lo guíe hasta mi habitación. De pronto al ver a dónde nos dirigimos Chester se detuvo, me miró fijamente y me dijo “¿estás segura?” no le conteste nada y comencé a besarlo nuevamente. Empezamos a desnudarnos y nos dejamos llevar por la pasión que ambos sentíamos.

A la mañana siguiente desperté abrazada de Chester, mi cabeza está en su pecho y mis manos lo tenía sujetado de la cintura, me sentí un poco avergonzada, creo que en esta posición no durmió muy bien que digamos. Intente moverme pero sus manos me detuvieron.

—No lo hagas, quédate así– dijo sin abrir los ojos.

—Pero debes estar cansado, no soy de las que se muevan mucho en la noche, así que estoy segura que te mantuve en esta posición.

—Eso es lo de menos, quiero sentirte cerca– Sonreí ante sus palabras, bese su pecho, justo a la altura de sus tatuajes y volví a cerrar los ojos.

Era sorprendente como en tan pocos dias, Chester se me había metido en la piel y en el corazón. He tenido otras relaciones atrás, pero eran ligeras, con Chester todo es tan intenso y lo que provoca él en mi, jamás nadie me lo había provocado.

**********

Dos semanas después mi moretón ya casi desaparecía por completo, Chester y yo nos veíamos todos los días, la mayoría de las veces lo hacíamos en su casa porque él tenía que atender la tienda, tenía dos empleados que trabajan para él, pero a Chester le gustaba supervisar todo. Mientras su amigo Mike tenía un pequeño estudio de grabación que le rentaba a las bandas para hacer sus demos. Los tres siempre comíamos juntos, Mike era un gran cocinero y una gran persona.

—Quien te enseño a cocinar tan bien— le dije a Mike mientras lavaba los platos.

—nadie, yo solo tuve que enseñarme desde que salí de casa o sino me moriría de hambre.

Continúe lavando los platos, Mike se fue a su habitación mientras Chester había bajado a la tienda, acomode todo es su lugar y me seque las manos. Mi teléfono empezo a sonar, lo tome de mi bolso y vi la pantalla, era mi madre. No había hablado con ella desde que Tom me golpeo, suspiré frustrada y conteste.

—Hola mamá.

—Por dios Keira ¿que pasa contigo? no se sabido nada de ti en días ¿estás bien?-– su voz era angustiada.

—Estoy bien mamá, he tenido mucho trabajo– le dije para tranquilizarla.

Amaba a mi madre, pero a veces queria mantenerla lo mas lejos posible de mi y no por ella, sino por el imbécil que tiene a un lado. Mi única esperanza es que ella algún dia abriera los ojos y se diera cuenta de lo que pasa frente a sus narices.

—Ven a casa, quiero verte.

No quería ver a Tom, la verdad es que le tenía algo de miedo, así que trataría de convencerla para vernos en un lugar público.

—Ahorita no puedo mamá, pero nos vemos mañana para cenar, ¿te acuerdas del restaurante que íbamos con papá?– ese restaurante era especial, teníamos una tradición de ir cada sábado, hace tiempo que no lo visito, pero ahora es buen pretexto para regresar a el –¿qué te parece si nos vemos ahí a las 7?

—Esta bien mi niña, nos vemos ahí, te quiero.

Colgué la llamada y me senté en el sillón, también extrañaba a mi madre, lleve mis manos a mi cara y la cubrí, ¿como demonios le haría entender a mi madre que Tom no era un buen hombre? Me quite las manos de la cara y vi a Chester sentado enfrente de mí, ni siquiera escuche cuando entró al departamento.

—¿Todo bien?–  dijo sonriendo.

-Si… mmm ¿te gustaría cenar conmigo y mi madre mañana?- dije apenada.

Tocaste mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora