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Danna

   Me cubrí la boca con ambas manos cuando abrió la pequeña caja de terciopelo rojo. El mundo se me vino encima y una vez más sentía que iba a desmayarme. Empece a llorar. De mi boca no salía ninguna palabra, no podía hablar. Con suerte pude mover la cabeza de forma afirmativa consiguiendo los aplausos de todos. Iba a caer desmayada en cualquier momento. Extendí mi mano, temblando y fue casi imposible que me pusiera el anillo. Era jodidamente hermoso.
—Nena te va a dar un infarto. Levántate
     Lo hice, aunque parecía una batidora, pude abrazarlo con las pocas fuerzas que tenía.
—Te amo, maldita sea, te amo
    Susurre en su oido limpiandome las lágrimas. No pude decir otra palabra porque unió nuestros labios en un beso.
—¡MALDITA SEA POR FIN!— Gritó Sarah a lo lejos, Aura gritó un par de cosas que no alcance a entender por el ruido, la musica había vuelto, era lo qie menos nos importaba en ese momento. Nuestros labios se movían en una coreografía perfecta, mis manos lo sujetaban suavemente del pelo para que no se alejará de mi. Mierda como había esperado esto.

~•~

      Abrí la puerta del departamento que ahora compartía con Emerson. Rachel se encontraba en el sofá viendo televisión. Me sorprendió verla despierta a esas horas de la noche.
—¿Y Olivia?
    Pregunte dejando mi chaqueta en el perchero. Emerson entro segundos después y se aproximó a su madre para besarle la mejilla
—Dormida en el cuarto de ustedes. La puse entre las almohadas para que no caiga. Es un angelito
—Una escandalosa
    Hablo Emerson cerrando la puerta
—No digas estupideces, amor, es un ángel
     Lo señale
—¿No vas a decirle a mi mamá?
    Rachel ladeo la cabeza confundida. Entrelazando sus manos sobre sus rodillas
—Oh, si— Me senté frente a ella y extendí mi mano con el anillo. Emerson se sentó detrás de mi. Rachel de inmediato soltó un gritito. —Ya podre llamarte suegra oficialmente
—¡Emerson, hijo, ya estabas tardando!
—No podía aguantar. Necesito llamar a esta hermosa dama mi esposa.
    Me ruborice ante sus palabras. Rachel sonrió enternecida y se levantó para abrazarme
—Esto me llena de alegría. Muchísimas felicidades

~•~

       Emerson gritó desde la cocina haciendome despertar de golpe, alarmada al notar la ausencia de Olivia en la cama. De un brinco me levante de esta y corrí hacia la cocina con el corazón en el puño.
—¡¿Que pasa?!
    Pregunte asustada. Inmediatamente se volteo y vi que tenía a la niña en brazos, estaba respirando, parpadeaba y completa. ¿Cual era el escándalo si la niña estaba bien?.
—¡Me dijo papi!
    Rodé los ojos y le di un golpe en la nuca.
—Creí que se te había caído por la ventana
—No soy tan estúpido, Danna
—No, sólo la olvidaste en el fregadero la otra vez.
—Prometo ser más cuidadoso.
—Porque a este paso vamos a tener un pollo en la cama y a la niña en el horno.
    Murmure y al instante lanzó un vaso de plástico contra mi espalda.
—¡Imbécil!
—También te amo
    Tomó mis manos y besó mis nudillos.
—Oli se parece cada día más a ti.
     Se me hacía raro todo esto, criar a una niña que no era mía, pero a cada segundo la iba queriendo como tal. Ahora ese chico iba a ser mi esposo. Era una vida totalmente diferente a la que me esperaba, me aterraba y me entusiasmaba a la vez.
—Esta lloviendo
    Hablo mientras miraba por la ventana. Ambos nos dimos una mirada cómplice.
—¿Y Liv? No podemos meterla en nuestras estupideces, se puede enfermar si la metemos a la lluvia
—¡Para algo me quede a dormir acá!
    Escuche a Rachel gritar desde la habitación de invitados, al fondo del pasillo.
—¿Rachel no se fue anoche?
—Querida, mi mamá estuvo acá roda la noche ¿Crees que la dejaría irse sola a su casa de madrugada?
—Denme a mi nieta— Se acercó tomándola de mis brazos y besando la mejilla de Emerson —Ustedes no aprovechan mi ayuda, estoy acá para cuidar a Liv mientras ustedes celebran su compromiso y no me aprovechan. Váyanse a dar un paseo, a comer, al cine, al motel, no se, pero disfruten por hoy
—Creo que solo lo haces para estar con mi hija
    Em rió. Rachel volvió al cuarto con la niña y el castaño y yo nos miramos indicándonos que debíamos hacer con la mirada. Mire a todas partes y sin ningún temor apreté su entrepierna sacándole un jadeo ahogado. Me miró a los ojos y sonrió, apartando un poco mi mano.
—Ya me voy, señoritos, disfruten
—Adiós, Rachel
     Emerson se despidió con un gesto y sin más, la mujer se fue con la niña en brazos. Em se abalanzó sobre mi, devorando mis labios con avidez mientras me arrancaba prácticamente su camisa de mi cuerpo. Habia desarrollado la maña de dormir con su ropa, era cómodo.
—Amor, calmate.
     Rei ante su desespero. Parecía un salvaje. Bajo mis bragas de golpe y me apoyó contra el apoya brazos del sofá, dándome un par de azotes haciéndome gemir suavemente.
—¿Salimos a almorzar después de esto?
    Preguntó penetrandome sin previo aviso. Asenti gimendo. Me tomó del pelo haciendo mi cabeza para atras y empezando a besarme el cuello mientras sus movimientos eran profundos.
—¡Mierda!
      Gemi mordiendome el labio. Me tomó del menton y me hizo mirarlo, robandome un fogoso beso.

     Nuestras lenguas jugaban en medio de aquel beso mientras seguía descargando nalgadas en mi. Mis piernas temblaban, me costaba mantenerme en pie. Él noto esto, lo que hizo que cambiaramos de posición, acostados ahora sobre el mueble. Acomodó sus codos a cada lado de mi cabeza y continuó con el beso. Estaba enloqueciendo.
—Emerson
    Gemi por lo bajo contra su oido haciendo erizar su piel. Me encantaba hacer eso. Mordi su hombro y clave mis uñas en su espalda, ahogando los gritos que me estaba sacando. Aquello no pareció incomodarle, parecía que disfrutaba sentir mis uñas en su espalda cada vez que estábamos juntos.

     Sus movimientos fueron más y más rápidos, más violentos, los gemidos y jadeos reinaban en aquella sala. Arquee la espalda, mis piernas se tensaron y un cosquilleo recorrió mi sexo por completo. Apreté los puños y gemi
—¡Emerson!
    Gemi llegando al orgasmo. Segundos después él se vacío dentro de mi por completo, jadeando en mi oído. Se dejó caer en mi pecho y cerró los ojos.

art ;; e. barrettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora