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 —Ya esta— Murmure apartando la esponja con la que habia puesto la base, con suerte eramos un tono muy parecido de piel. —No se nota casi. Ya no tienes que tener el pelo en la cara
—Gracias Dan— Me agarró por la cintura y me beso con brusquedad, con deseo. Una vez más no pude resistirme. Mordí suavemente su labio y metí mis manos dentro de su camiseta. Instantáneamente solto un quejido que me hizo separarme de sus labios. Lo miré a los ojos y levante la camiseta. Fue una sorpresa ver su torso con varios moretones. 
—Barrett— Lo mire triste a los ojos —Dime la verdad. ¿Quien te hizo eso?
—Me caí por las escaleras
     Murmuró cruzandose de brazos, trataba de estar calmado, aun así su voz estaba tan cortada y sus manos temblaban tanto como si estuviera presentando una exposición sin haber estudiado. Me incline solo para ver más de cerca los moretones. 
—Emerson, por Dios
—¡¿Puedes no insistir tanto?!— Espetó bajandose la camiseta. —¡No te interesa un carajo que me ha pasado!
     Y salió del baño a paso rápido. Quise seguirlo pero en el instante que puse un pie fuera del baño, Aura se me presentó en frente.
—¿Que ha pasado?
    Preguntó con una mueca, trate de ver sobre su hombro, queria ver a donde se había ido, pero fue tarde, no pude localizarlo.

~•~

       Tenía aquel extraño sentimiento de querer llorar sin saber por que, pero ahi estaba. Y mientras miraba por la ventana pensaba en lo sucedido con Emerson. Los moretones me preocupaban cada vez más, no quería sacar conclusiones extremas pero era difícil cuando tenía el torso y probablemente la espalda llena de moratones.

       El timbre sonó con desespero, creí incluso que acabaría por dañarse, así que opte por ir a abrir lo más rápido posible y confrontar a quien interrumpiera mis pensamientos. Un trueno sonó antes de abrir la puerta, como anunciando la llegada de alguien misterioso y hasta malvado. Y cuando abrí la puerta, sus ojos verdes perforaron los mios cómo brasas calientes y aunque aquel hombre me ponía a temblar con su sola presencia me las arregle para no flaquear.

     Fueron largos los segundos de silencio hasta que aquel chico, que parecía ser más duro que la piedra se arrojó sobre mis brazos y rompió en llanto.
—Dios mio— En ese momento mi orgullo se derrumbó por completo, no podía ser una roca con él mientras estaba llorando en mis brazos cómo si hubiera visto morir a alguien importante frente a sus narices —Emerson ¿Que ha pasado?
    Tardó en responder. Escuche sus sollozos por un rato y para cuando abrió la boca ya nos habíamos sentado a los pies de mi cama.
—Lamento haberte tratado mal hoy— Murmuró limpiandose las lágrimas con los pulgares —Ni siquiera se por que lloro, pero me sienta mal saber que te grite cuando tu solo te preocupabas por mi
—No hay problema— Puse mis manos sobre las suyas —No quieres hablar de tus problemas, lo entiendo, y yo fui de metiche y fastidiosa
—Es algo muy delicado— Asenti son despegar mi mirada de sus ojos tan apagados —Y necesito hablarlo. No sé qué me lleva a confiar en ti, pero te estoy por contar uno de mis más grandes secretos. Y esto no puede salir de esta casa.
—Bien...
     Volví a asentir, los nervios volvieron
—Los moratones me los hizo mi padre— Murmuró —Ayer llego enfadado, comenzó a pelear con Liz, quiso golpearla, me interpuse y me agarró a golpes
     Tarde unos segundos en asimilar sus palabras. Si bien nunca había oído hablar del señor Barrett jamás me imagine que fuera a hacerle eso a alguno de sus hijos.
—¿Les hace eso todos los días?
      Pregunte acariciando sus nudillos. Emerson negó lentamente
—Solo cuando tiene malos días en el trabajo. Tal vez dos veces a la semana. Pero siempre van contra Elizabeth— Suspiró con pesadez —No puedo dejar que golpee a mi hermana. Mamá le tiene pánico, y nos ha pedido casi de rodillas que no contemos nada de esto, que él es un buen hombre y... ¡Joder esta loco! Eso no es ser un buen hombre
     Abrí los brazos tímida y deje que me abrazara con fuerza, apretó mi camiseta y escondió su rostro en mi cuello
—Hay que hacer algo, Emerson, no pueden vivir con él así
    No respondió, poco a poco fue bajando hasta recostarse sobre mis piernas. Mi corazón se arrugó por completo mientras jugaba con su cabello.
—¿Puedo dormir acá? No quiero ver a nadie y la odiosa de mi vecina es la única que no me saca de quicio
     Murmuró con un forzado tono de gracia, yo sonreí y asenti
—Puedes, idiota. Yo me quedare en el sofá
—Lo lamento— Se reincorporó y me miró serio —Creo que no entendiste, si voy a dormir acá va a ser contigo
—¿Ah si?
     Sonreí de lado poniendo una de mis manos en su muslo
—Te voy a abrazar— Acarició mis mejillas —Tal vez hasta a besar— Se acercó un poco —Y quien sabe de que sea capaz luego
    Y sin nada más que decir me besó, a diferencia de sus anteriores besos este fue calmado.
—Suena interesante, Barrett
   Se levantó y me alzó haciéndome enredar mis piernas en su cintura. Volvió a besarme con la misma dulzura mientras caminaba directo a mi habitación, una vez ahí me dejo caer en la cama
—Gracias por escucharme, idiota
—El insulto estaba de más, cerdo asqueroso
    Respondí con el mismo tono de voz que él uso conmigo, solo que con una sonrisa.

art ;; e. barrettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora