Cap. 4- Miedo

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Girls... Lena iba a violar a Kara en ese calabozo, se los juro, yo lo tenía escrito todo, pero me pareció muy pronto y pensé que mejor no por lo que viene luego, eso rompería al personaje de Kara y no me serviría para lo que sigue si está chillando y lamentándose so... ya nada... veré si hay luz para escribir oro cap de otro fic, sino, pues... nos leemos en una semana, en otro fic o en otra vida.

El socialismo no sirve, RECUERDEN, esa es mi enseñanza más valiosa para ustedes.

Gracias por sus votos y comentarios de antemano <3 las hamo, bendecidas todas (más las venezolanas sin luz, porque... bueno, porque yo soy luz y ellas necesitan)

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Sus padres no hicieron preguntas, su hermana tampoco.

Kara llevaba un par de días haciendo lo mismo que había hecho desde que tenía memoria, siguiendo la misma rutina como si nada hubiera sucedido tres días atrás. Se encargó de alimentar a los pollos y gallinas, de peinar a los caballos, regar la cosecha de trigo, nada inusual.

Entonces la hora de almorzar llegó y con ella una fuerte brisa azotó los árboles de los alrededores del terreno. Supo que se trataba de Lena incluso antes de que aquel humo verde apareciera frente a ella y se desvaneciera, dejando ver la figura de la mujer en aquel vestido verde.

Sin decir una sola palabra, Lena le aventó una espada, la cual ella tomó del mango sin chistar. Una sonrisa malvada surcó los labios rosas de la mujer pálida, que al instante hizo aparecer una espada en su propia mano.

—Espera... ¿sabes manejar una espada?

Lena no le permitió decir una palabra más y solo la atacó, sus espadas solo chocaron un total de siete veces antes de que la de la rubia resbalara de su mano. Ella la vio caer a sus espaldas, sorprendida y para el momento en que volteó a mirar a Lena de nueva cuenta el filo de la espada de la pelinegra se encontraba rozando su garganta. Kara solo pudo alzar sus manos en señal de rendición.

—Que tierna... incluso cuando me has visto asesinar un hombre con mis propias manos, piensas que soy una delicada dama. —soltando una risa sarcástica, Lena le hizo una señal con su cabeza para que se dirigiera a la espada en el suelo —. Si vuelves a fallar en menos de cinco minutos de lucha... reduciré esta granja a cenizas.

—¿Qué?

No le permitió decir una palabra más, pues Lena chocó su espada con la suya y Kara no tuvo más opción que batirse en otro duelo con la pelinegra.

—Aún eres inexperta, —el comentario de Lena causó enojo en la rubia, que se apresuró a atacarla y cuando estuvo a punto de golpearla con su espada, la pelinegra desapareció en una nube de humo verde —, te dejas dominar por tus emociones.

Colocando el filo de su espada en el cuello de la rubia, Lena soltó una risa.

—¡Eso es trampa! —en un rápido movimiento, Kara se giró y chocó su espada con la de Lena, quedando frente a ella y mirándola con enojo —. Tú eres una bruja.

—Esa es una ofensa para mí, señorita Danvers.

Sosteniendo su espada con una sola de sus manos, Lena acercó la otra al rostro de Kara, apartando unos mechones de su frente y causando más enojo en la rubia, que con sus dos manos en el mango de su espada intentó empujarla con todas sus fuerzas, sin embargo, su acto no tuvo repercusiones en Lena, pues ella continuaba sosteniendo el arma con una de sus manos como si su fuerza no fuera suficiente para inmutarla.

La Doncella VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora