Cap. 13- Muerte

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I promise that you'll never find another like me-e-e, ooh-ooh-ooh-ooh, I'm the only one of me... baby, that's the fun of me Eeh-eeh-eeh, ooh-ooh-ooh-ooh

TAYLOR TE AMO ADFKADFKJAEKMLDSK, digo, ¿qué? ¿Pensaron que me morí? No hermanas, SI ESTOY MÁS VIVA QUE NUNCA, PORQUE ESCAPÉ DEL SOCIALISMO, soy una profuga del hambre y la injusticia. Jaque mate, Chávez.

Como siempre ya saben que hamo sus votos y comentarios y que si alguna quiere una bebé de un mes estoy cambiando a mí sobrina peruana por una Nintendo Switch. Salu3.

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Me ha liberado la última hija de Krypton. Espero verte pronto. Con amor, tu doncella.

Leyó una y otra vez el mensaje que había sido marcado en la piel oscura del hombre arrodillado frente a ella y sintió su piel erizarse por completo.

No podía ser posible.

Rhea agitó la copa de vino que tenía en su mano contra el suelo, levantándose de su trono y comenzando a caminar lejos de la sala real.

Tenía que ser una broma. No había forma de que hubiera un solo kryptoniano vivo, no había forma de que ese peculiar kryptoniano estuviera en Sirulos y mucho menos había una remota posibilidad de que Lena se encontrara libre.

Atravesó su palacio hasta encontrarse en su alcoba y entonces se miró frente a un enorme espejo de cuerpo completo, detallando la corona que poseía sobre su cabeza y teniendo una idea de saber si aquel mensaje era cierto o solo era una pesada broma de algún infeliz que conocía su pasado.

—Lena Kieran Luthor. —habló en un tono de voz firme, sin embargo, no pudo escuchar más que un silencio ensordecedor por parte del viento —. Lena... Kieran... Luthor. —murmuró más despacio, gruñendo entre dientes aquel nombre y deseando golpear el espejo frente a ella al no ver resultado alguno de su invocación —. ¡Lena!

—Su majestad. —aunque la voz fue femenina, no era la que Rhea deseaba escuchar —. ¿Se encuentra usted bien?

—¡Por supuesto que no estoy bien! —se giró en su sitio, encontrándose con una de sus lacayas y pasando por su lado sin siquiera mirarla por más de un segundo —. ¿Dónde está el señor Olsen?

—En la sala del trono, su majestad. —respondió la mujer —. En donde usted lo dejó a la espera de órdenes.

—Órdenes... —murmuró para sí misma la mujer de mayor edad. Sonrió con malicia, asintiendo con su cabeza —. ¿Quieres jugar, amor? —murmuró para sí misma, llevando su mano a su pecho y sintiendo aquel colgante de esmeraldas bajo su vestido de telas oscuras —. Juguemos.

Sirulos no era más que un pueblo fronterizo sin ningún valor.

La tierra no era muy fértil, aunque su cercanía con diversos ríos hacía que las entradas al pueblo se dificultasen bastante y solo había dos entradas posibles al mismo.

Recordaba que aquel había sido el pueblo en el que se había visto por última vez con ella y que la había logrado sellar gracias a aquella corona mágica y gracias a los sentimientos que Lena aún guardaba por ella en ese momento, pues su dominio sobre ella no se había debilitado del todo cuando le ordenó permanecer en aquella cueva de espaldas a la entrada.

Su plan fue perfecto.

Derrotar el ejercito de Krypton con aquellos minerales mágicos que le proporcionó la elfa mitad glaistig. Alcanzar el trono de Daxam. Expandir su imperio. Deshacerse de la elfa y mantener su reinado hasta que su heredero pudiera regir el trono.

La Doncella VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora