Cap. 24- Aleteo de mariposa

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Ya sé lo que van a comentar "Tinti ispiri piri nidi?" Pues sí.

Ya que tendré mil seguidores pronto *la dejan de seguir por ególatra* pues les quise hacer un mega capitulo... pero luego me di cuenta que saltaba en muchos puntos así que lo CORTÉ ALV Y ACTUALIZARÉ TODOS LOS DÍAS CON CAPS CORTOS.

De nada.

Recuerden comentar y votar y que Diosa solo hay una, soy yo... porque Katie es el diablo y todas sabemos que ustedes prefieren el infierno, necias impuras.

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—¡Esperaba que mostraras misericordia! —profirió la Alex, sintiéndose al borde de las lágrimas—. ¡Te prometí que nunca volvería a verla, que permanecería a tu lado incluso cuando fueras a otros pueblos, prometí ser fiel a ti y a esta unión si la dejabas con vida, pero la mataste!

Débil.

Fue lo que le susurró Selena al oído en el momento en que Sam se sintió traicionada por los sucesos que le mostró. Si bien, su tía había sido una persona muy fría y cruel, siempre le había enseñado a ser fuerte y no mostrar debilidad, y si no lo hizo cuando tuvo que asesinar al padre de Ruby en Rozmel, mucho menos lo haría por una mujer a la que estaba atada por una simple alianza diplomática.

Sam tomó la barbilla de Alex con sutileza, alzando su rostro para que ella pudiera mirarla. Acercó sus manos a las mejillas de Alex, limpiando con delicadeza las lágrimas que empapaban su rostro. Sus ojos marrones se encontraron con los de la pelirroja y podía notar el profundo dolor dentro de su alma.

Entonces le sonrió.

—No fui yo quien propuso todo esto, fuiste tú... así que... —Dejando el rostro de Alex, Sam llevó su dedo pulgar a su boca, saboreando las lágrimas de la pelirroja y ampliando su sonrisa maliciosa—... si alguien es culpable de la muerte de tu amada... ese alguien eres tú, pequeño gorrión.

Con esas palabras, Sam se alejó de ella, sentándose en el otro extremo de la cama para continuar quitándose su armadura y poder dormir. Escuchó el sollozo de la pelirroja convertirse en un lamento y sólo pudo ampliar su sonrisa para sí misma.

1 semana atrás

—Cincuenta de nuestros hombres vienen en camino, estarán aquí para vigésimo quinto día del presente mes, mi señora. —habló Pestilence, mirando sus uñas—. Los demás siguen esperando sus órdenes para atacar Albona y Egus.

—Perfecto, sólo tardarán cinco días. —murmuró Sam, metiendo varios cuchillos en una bolsa de ante—. Estaremos en Atlul el veintitresavo día del mes del gran frío. Yo volveré aquí a más tardar en tres días y comenzaremos una ruta comercial con Atlul, para hacer que el pueblo se muestre más... a gusto, con nuestra presencia.

—Ya... yo me adelantaré, para espiar y eso. —contestó Grace con naturalidad.

—¿No quería la doncella hablar con nosotras? —preguntó una tercera voz y ambas mujeres voltearon a ver a Julia, que entraba al estudio—. Dijo que era importante.

—No me gusta hablar con ella, preferiría matarla. —gruñó Grace, tomando una de las cuchillas de Sam—. Pero cualquier cosa que ordenes, Sammy.

—¿Está aquí? —preguntó Sam y como toda respuesta Julia asintió con su cabeza—. Bien... que sea rápido, no quiero salir luego de que el sol se oculte.

—¿No vas a besar a tu esposa antes de irte? —sacando sus labios en un intento de beso, Grace se burló de Sam quien sólo giró sus ojos por la tonta broma—. ¿No se aman ya? Pensé que el amor era rápido.

La Doncella VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora