Cap. 3- Alivio

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Cuando Lena volvió a aparecer en la granja, cerca del anochecer, traía consigo un pequeño frasco con un líquido rojizo en su interior y se lo tendió con una sonrisa en sus labios. Kara la miró con un poco de desconfianza, sin embargo, decidió confiar en ella, pues esa era la mujer que le salvó la vida de aquellos tres hombres. Aunque algo dentro de Kara se removía con alerta cuando sus ojos se cruzaban con los verdes de la mujer, ella decidió pensar que no era más que una tontería.

Apenas Alex bebió el contenido del frasco se inclinó en su sitio de dolor y Kara solo pudo ir en busca de Lena, quien se encontraba en los establos, charlando con Mike de una forma que le pareció muy íntima. Interrumpiendo la conversación que estaban teniendo al carraspear con su garganta, Kara dio unos pasos en dirección a Lena.

—Alex solo... ella...

—No empeoró, si es lo que estás pensando. —respondió la mujer de piel pálida con una ceja arqueada a Kara —. Su herida interna debe estar sanando, pero no esperarías que fuera un proceso rápido e indoloro ¿cierto? —soltando una pequeña risa ante el cambio en el rostro de Kara, Lena se acercó a ella. Tocó sus hombros con delicadeza, sonriendo un poco al encontrarlos tan torneados —. Ella se pondrá bien, debes confiar en mí.

—P-Pero-

—Shhhh... puedo hacerla dormir para que no sienta dolor durante el resto de la noche, si así lo deseas y mañana cuando despierte estará como nueva.

—¿D-De verdad?

Permanecieron mirándose por varios segundos en completo silencio. Asintiendo un poco con su cabeza, Lena le regaló una sonrisa intentando calmarla, no obstante, solo produjo que Kara sintiera que sus sentidos se alertaran.

—Tienes mi palabra.

Por algún motivo, Kara se sintió un poco más relajada al escucharla decir eso y caminó a un lado de Lena en dirección a su hogar, dejando a su primer invitado en el establo. Bastó un susurro de Lena en el oído de Alex para que ella cayera rendida en la cama y Kara pensó que eso sería todo por ese día hasta que observó cómo Lena tomaba asiento a un lado de Alex en la cama, pasando su mano por su vientre, haciendo un poco de presión en esa zona de su cuerpo.

—¿Q-Qué estás-

—¿Qué te dijo acerca de su dolor, Kara? —preguntó Lena sin dejar de hacer presión en el vientre de Alex. Desvió sus ojos de la mujer castaña para fijarlos en Kara, que la miraba con su ceño un poco fruncido. Notó la ira en su mirada y no pudo evitar sonreír —. Así que te dijo la verdad, creí que mentiría.

—¡Voy a hacer pagar a ese bastardo de Maxwell! —Lena se fijó en la forma en que ella apretó sus puños con fuerza, caminando de un lado a otro en la pequeña habitación que compartía con Lena —, ¿cómo se atrevió? ¡Es por esto que papá no me dejaba acercarme aquí cuando él venía! Él lo sabía y no... ¡no hizo nada!

—¿Qué esperabas que hiciera contra un guardia al servicio del imperio?

—¡Cualquier cosa, maldición! —la mujer pálida tuvo que volver a fijar sus ojos en Alex cuando ella se removió aún dormida. Borró la sonrisa de sus labios cuando Kara la miró y pretendió estar enfocada en su trabajo con Alex —, vendrá mañana por los impuestos... y en ese momento yo... yo...

—Oh, no... perdóname si te parece osado de mi parte, Kara, —la rubia miró como Lena se levantaba de la cama, acercándose a ella para poner una mano en su hombro —, pero yo puedo manejar la situación.

—¿Q-Qué?

—Como lo oyes. —con dos de sus dedos, Lena levantó un poco la barbilla de Kara, admirando su cuello. Bajó su mano por el mismo hasta su clavícula expuesta, luego tocó sus hombros, causando que la rubia se sintiera un poco incómoda —. No debes... desperdiciar energía en este tipo de cosas sin sentido.

La Doncella VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora