Cap. 34

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Narra ________:

Otros años, en primavera, veía que Draco se entrenaba a fondo para el último partido de la temporada. Aquel año, sin embargo, él debía verme a mí prepararme para la tercera prueba del Torneo de los
tres magos, practicaba movimientos físicos y hechizos, pero seguía sin saber qué tenía que hacer. Finalmente, en la última semana de mayo, al final de una clase de Transformaciones, nos llamó la profesora McGonagall a Potter y a mí.

—Esta noche a las nueve en punto tienen que ir al campo de quidditch —nos dijo—. El señor Bagman se encontrará allí para hablarles de la tercera prueba.

De forma que aquella noche, a las ocho y media, dejé a mis amigos en la mazmorra de Slytherin para acudir a la cita. Al cruzar el vestíbulo me encontré con Cedric, que salía de la sala común de Hufflepuff.

—¿Qué crees que será? —me preguntó a, mientras bajaba con él la escalinata de piedra y salíamos a la oscuridad de una noche encapotada—. Fleur no para de hablar de túneles subterráneos: cree que tendremos que encontrar un tesoro.

—¿Hablas con ella? Aunque, eso del tesoro  no estaría mal —dije, pensando que sencillamente le pediría a Hagrid un escarbato para que hiciera el trabajo por mi.

Bajamos por la oscura explanada hasta el estadio de quidditch, entramos a
través de una abertura en las gradas y salieron al terreno de juego.

—¿Qué han hecho? —exclamó Cedric indignado, parándose de repente. Reprimí una pequeña risa al ver si expresión.

El campo de quidditch ya no era llano ni liso: parecía que alguien había levantado por todo él unos muros largos y bajos, que serpenteaban y se entrecruzaban en todos los sentidos.

—¡Son setos! —dijo Harry, inclinándose para examinar el que tenía más
cerca.

—¡Eh, hola! —nos saludó una voz muy alegre.

Ludo Bagman estaba con Krum, Harry y Fleur en el centro del terreno de juego.
Cedric y yo nos acercamos franqueando los setos. Fleur me sonrió: su actitud hacia mi había cambiado por completo desde que había rescatado a su hermana del lago. Aunque para mi era completamente indiferente su amabilidad.

—Bueno, ¿qué les parece? —dijo Bagman contento, cuando Cedric y yo pasamos el último seto—. Están creciendo bien, ¿no? Dentro de un mes Hagrid habrá conseguido que alcancen los seis metros. No se preocupen —añadió sonriente, viendo la expresión de tristeza de Harry y Cedric—, ¡en cuanto la prueba finalice su campo de quidditch volverá a estar como siempre! Bien, supongo que ya habrán adivinado en qué consiste la prueba, ¿no?

Pasó un momento sin que nadie hablara. Luego dijo Krum:

—Un «laberrinto».

—¡Eso es! —corroboró Bagman—. Un laberinto. La tercera prueba es así
de sencilla: la Copa de los tres magos estará en el centro del laberinto. El primero en llegar a ella recibirá la máxima puntuación.

—¿Simplemente tenemos que «guecogueg» el «labeguinto»? —preguntó Fleur.

—Sí, pero habrá obstáculos —dijo Bagman, dando saltitos de entusiasmo—. Hagrid está preparando unos cuantos bichejos... y tendrán que romper algunos embrujos... Ese tipo de cosas, ya os imaginan. Bueno, los campeones que van delante en puntuación saldrán los primeros. —Bagman dirigió a Cedric, Harry y a mi una amplia sonrisa—. Luego entrará el señor Krum... y al final la señorita Delacour. Pero todos tendrán posibilidades de ganar: eso dependerá de lo bien que superen los obstáculos. Parece divertido, ¿verdad?

Yo, que conocía de sobra el tipo de animales que Hagrid buscaría para una ocasión como aquélla, pensé que no resultaría precisamente divertido. Sin embargo, como los otros campeones, asentí por cortesía.

La Hija de Voldemort (Draco Malfoy y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora