Capítulo 5: Los seres del bosque (editado).

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Alyssa tensó el arco con la flecha colocada en él, y Rob levantó su brazo un poco más, como creyó que era mejor, a espaldas de la chica. Ella disparó, sintiendo el cuerpo del muchacho detrás, su pecho subiendo y bajando al tacto de su espalda, y observó con el ceño fruncido cómo la flecha se alejaba por el bosque, muy muy lejos de donde se suponía que tenía que clavarse. Se separó de Rob bufando y se sacó el carcaj, tirándolo al suelo junto al arco. Rob sabía que estaba frustrada, pero empezaba a cansarse de oírla resoplar. Alyssa tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido. Él suspiró, intentando mantener la paciencia.

—¿Ya vas a rendirte? —le preguntó.

—¡¿Qué más da?! ¡No estoy avanzando nada, y no me gusta perder el tiempo! —Alyssa se dirigió hacia Taissa, donde estaba con Fergus, acariciando su lomo y haciendo que descansase un poco, pero la voz de Rob la detuvo.

—¡Dos días, Alyssa! ¡Lo has intentado dos días! —Ella se giró furibunda.

—Y es suficiente para saber que esto no es lo mío.

—¿Y ya está? ¿Dos días y te rindes? —Dio unos pasos hasta el arco y el carcaj, y los recogió—. No me lo puedo creer, eres una nenaza.

—Y tú un pelmazo.

—Y tú una llorona.

—Pesado.

—Malcriada.

—Peñazo.

—Idiota.

—¡No es justo! Tú puedes mentir y a mí no se me ocurren más sinónimos.

—Pues yo gano —dijo él con sorna.

—De eso nada —Taissa se preguntó si siempre que habían ido juntos habían montado tremenda escenita, que no era que Taissa no encontrara entretenida, pero sabía que ninguno iba a conseguir nada diciendo esas cosas.

—Claro que sí, yo por lo menos sé disparar una maldita flecha y que se clave en la diana —Alyssa abrió mucho la boca, casi horrorizada por sus palabras, por usar una debilidad en su contra. Se acercó a él en zancadas rápidamente y le arrebató el arco y el carcaj.

—Dame eso, te voy a demostrar quien es mejor.

—Ve a por la flecha, primero —le contestó Rob, y Alyssa se hizo la sorda—. No son ilimitadas, ve a por ella —Cuando vio que no le hacía caso comenzó a llamarla medio rogándole molesto—. Alyssa... Alyssa... Ally... —Finalmente suspiró y le arrebató el arco, Taissa supuso que como castigo, y se marchó por el bosque a por la flecha extraviada. Casi dos días habían pasado desde que estaban ahí fuera, y Taissa no quería ni imaginarse un tercero.

—Dale un respiro, intenta ayudarte.

—Lo sé —dijo Alyssa. Enroscó un mechón de su pelo en un dedo y miró por donde se había ido, quizá arrepentida. Aunque a Taissa le pareció que a Alyssa le divertía chinchar a Rob, y que lo disfrutaba lo suficiente como para no pensar en las consecuencias.

—Sabes, cuando los humanos tienen una discusión y se dan cuenta de que están equivocados, piden perdón, ¿también lo hacen las hadas? —Alyssa asintió, confundida por no saber el objetivo de sus palabras—. Entonces ya sabes que es lo que tienes que hacer cuando vuelva.

Se cruzó de brazos dándole la espalda, de cara hacia donde Rob se había marchado y suspiró.

—Lo haré, lo prometo —A Taissa le parecían dos niños pequeños, y gracias a dios, ya había estado lo suficiente con ellos últimamente como para que no le diesen ganas de arrancarse un ojo al verlos discutir de esa manera.

Una deuda de sangre (La corte de los desterrados #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora