Sarah llamó a la puerta, y Dani no tuvo que recibirla para saber que era ella, ya que a diferencia de los demás, no se molestaba en esperar una respuesta para entrar. Se asomó con una gran sonrisa, obteniendo una mirada hostil de la doncella de Dani, quien había estado dirigiéndose a la puerta. Sin embargo, después de aquellas semanas, todos estaban ya acostumbrados a su presencia rebelde, y era algo que Dani disfrutaba.
—¡Dani! —exclamó ocultando algo tras su espalda mientras entraba. Era tan evidente que Dani solo tuvo que arquear una ceja para que risas nerviosas salieran de entre sus labios. Caminó de manera juguetona y la amplia sonrisa que decoraba su rostro hacía que a Dani se le hiciera difícil pasarla por alto—. ¿Sabes a quién me he encontrado en el pasillo? —Dani negó—. ¡Venga! No es divertido si no intentas adivinarlo.
Dani suspiró.
—Si estás tan contenta, no será nadie de tu familia —Sarah le dio una mirada de incredulidad con algo de diversión—. Tampoco mi padre, que no está. Y no es que tengas muchos amigos...
—¡Dani! —Ésta no pudo evitar reír. Ella se tiró al sofá a su lado y le enseñó un sobre—. Me he encontrado a un sirviente. Aunque claro, lo importante es esto —dijo haciendo mención a lo que tenía entre sus dedos, y que movía de forma efusiva.
—¿Y? ¿De quién es? —preguntó. Ella sonrió.
—Bueno... según lo que pone en el remitente, es un tal... Chris Matthews —Sarah dijo su nombre con lentitud, sabiendo lo que significaba. Sus cejas hicieron un divertido movimiento hacia arriba y abajo, y lo único que Dani hizo fue abrir la boca sorprendida. A pesar de que no lo conocía, Sarah la había escuchado hablar un poco de él—. Obviamente es para ti.
Le arrebató la carta de las manos y destrozó el sobre para poder leer el contenido. Si tardaba un poco más en saber de él... lo mataba. Aunque esperaba que le dijera que volvía.
—Ey, bestia —Se quejó Sarah riendo por su brusca manera de quitársela. Antes de que pudiera leerla dijo—. ¿No quieres que te de algo de intimidad?
Dani se lo pensó, y no pudo evitar darle la razón. La verdad era que había más posibilidades de que le hubiese escrito algo que fuera confidencial y no sobre su regreso, y no le habría gustado que Sarah se enterara y eso la pusiera en peligro. Inspiró aire y lo soltó mientras volvía a doblar la carta que tenía esa fea letra de Chris que jamás pensaba cambiar, metiéndola de nuevo en el sobre.
—Tienes razón. Si me dice algo feo quiero procesarlo sin testigos —mintió. Ella le dio un codazo.
—¿Cómo te va a decir algo así, tonta? —le preguntó. Dani se encogió de hombros—. Por cierto, ¿has oído lo que ha pasado en Dern?
—No, ¿algo con los rebeldes? —preguntó. Sarah negó.
—Encontraron una familia de sílfides, creo —Su cuerpo se quedó petrificado al escuchar sus palabras—. En la comarca de Seirum.
—¿Las han matado? —Dani notó que su voz salía en un susurro tembloroso, pero Sarah no pareció darse cuenta, aún así negó. Con su política antimagia tan férrea, a Dani le pareció extraño que sólo las hubieran sacado de sus tierras, pero sintió alivio al saber que aún respiraban.
—Se las enviaron al emperador como ofrenda —respondió sin darle mucha importancia —, según mi hermano, ahora las tiene de mascotas... ¿estás... estás bien? —Su rostro inmóvil debía haberse puesto pálido, pero con algo de esfuerzo, consiguió esbozar una sonrisa. Lo sincera que pareciera ya era otro tema.
—Pensé que las odiaban —respondió.
—Y yo, pero debes admitirlo, ¿no sería emocionante ver unas? —Sarah le mostró una sonrisa amplia y sus ojos brillaron como los de una niña, muerta de curiosidad. Pero aunque fueran amigas, Dani no pudo expresar su verdadera opinión y decirle que le parecía asqueroso.
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Una deuda de sangre (La corte de los desterrados #2)
FantasíaSaga "Crónicas de los desterrados" Libro 2. Tras los acontecimientos en "El grimorio robado", el equipo se ha separado. Taissa, Rob y Alyssa están en Buntland, la tierra natal de ellas dos, y Dylan, Dani y Chris se han quedado en Cryum. Además, la...