—Empecemos y dejémonos de historias —Taissa asintió, aunque realmente sí que significaba algo para ella que se hubiera abierto de esa forma. Ahora sentía que la conocía mejor y, aunque recelosa, también empezaba a pensar que podía ser de confianza.
—¿Y por dónde empezamos? —preguntó.
—Está claro que no te puedo enseñar un idioma entero en un par de días, pero te puedo ayudar con su pronunciación.
—Está bien, supongo —dijo, algo emocionada realmente por ese nuevo uso que iba a tener su magia—. ¿Y cómo vas a hacerlo?
—Primero quiero comprobar que tu magia pueda adaptarse a la hechicería —Taissa frunció el ceño y ella dijo—. La magia elemental es una magia que se arraiga demasiado en la naturaleza de su poseedor, por lo que a veces son incapaces de realizar otros tipos de encantamientos. Si tu magia es elemental de tierra, es muy probable que no seas capaz de realizar hechizos astrales, de otros elementos, maleficios, y demás.
—Creo que lo entiendo.
—Es sencillo, sólo si son compatibles con tu magia elemental o están en tu sangre podrás realizarlos, como tu magia curativa... No creo que lo sepas, pero es muy escasa, y difícil de heredar. Volviendo a la magia elemental, ¿la tienes? —Taissa asintió.
—De fuego, ¿pero es malo? —preguntó nerviosa.
—En absoluto... —Abrió el grimorio, y buscó entre sus páginas—. ¿Tienes algo en mente?
Ella pasó las páginas tan rápido que Taissa se preguntó si acaso podía leer siquiera los títulos de los hechizos, aunque se detuvo en unos pocos, asintiendo lentamente para sí misma, como si estuviera de acuerdo con lo escrito.
—¿Algo en mente? —preguntó Taissa.
—Algo que quieras hacer —explicó sin mirarla.
Taissa se acarició el brazo, donde estaba la marca de una cicatriz. Había algo que había deseado desde hacía ya bastante tiempo, desde que había curioseado el grimorio y había visto el hechizo, sin atreverse a realizarlo. Estaba ahí, y sabía que la llamaba, o cómo ella quería que la llamase.
—La verdad es que sí —confirmó en casi un susurro, Shera detuvo sus manos y levantó la vista hacia ella.
—¿Oh, en serio? —Taissa asintió, girando el gran libro hacia ella, sabiendo de memoria donde estaba más o menos. En unos segundos ya lo tenía localizado. Giró de nuevo el grimorio y señaló la página.
Shera lo miró cuidadosamente, leyendo el hechizo en su cabeza y rozando la página amarillenta con la uña de su dedo índice.
—¿Puedo? —preguntó Taissa.
—Eso tendremos que averiguarlo —Señaló con un gesto a un armario y le indicó—. Tengo unas cuantas hojas de papiro, acércamelas junto al tintero y la pluma.
Taissa se levantó y abrió el armario de roble apoyado en una de las paredes —Abajo —la dirigió. Taissa vio lo que necesitaba y lo cogió con mucho cuidado, apartando lo que tenía encima. Dejó todo como se lo había encontrado, y le acercó lo que le había pedido.
En cuanto estuvo en la mesa se hizo con ello, y empezó a escribir en el papiro con letra legible y grande. Aunque era algo que Taissa no entendió. Cuando acabó, Taissa vió lo que había escrito:
"Yer ko me steriu ò ley yoinstery fe teurm,
Yer ko me steriu ò ley yoinstery fe onzer,
ko me bosturiu lei deimonty ko desta,
ko me bosturiu ò ley seruy ko desta eer,
Tammni ta periciá e stermni ò uste ta olmo arero traruperse"
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Una deuda de sangre (La corte de los desterrados #2)
FantasySaga "Crónicas de los desterrados" Libro 2. Tras los acontecimientos en "El grimorio robado", el equipo se ha separado. Taissa, Rob y Alyssa están en Buntland, la tierra natal de ellas dos, y Dylan, Dani y Chris se han quedado en Cryum. Además, la...