Chris y Dani cabalgaron sin detenerse, mientras sus capas ondeaban y sus capuchas se sacudían con el trote, aún ocultando cada una de sus facciones. Tenían que darse prisa, pues el plazo era corto y el castigo si los descubrían duro. Tardarían horas en llegar hasta aquella posada, el sol se pondría y aún seguirían de camino, y aunque evitaron todo lo que pudieron detenerse, aún así tenían que comer, así que perdían más tiempo.
Mientras cabalgaban no hablaron, el silencio matizado por el sutil sonido del bosque, sus animales cuidadosos y astutos, el mecer de los árboles por el viento, y el piar de los pájaros los acompañaba por los largos y a veces escarpados caminos. Dani intentó acomodarse a su montura, ya que los muslos se le resentían al haber perdido la práctica que una vez había pensado que formaba parte de sus huesos, pero no se quejó, y siguieron adelante.
Dani gruñó cuando salieron del bosque de abetos, adentrándose en las tierras de Corona y vieron que las nubes empezaban a cubrir el cielo, unas espesas y oscuras nubes, que tan pronto como se adentraron en el siguiente bosque, evitando seguir el camino real (el camino principal y también el más seguro, adentrándose en los hedionda espesura y recorriendo estrechos caminos que casi estaban totalmente ocultos por la naturaleza), la rápida lluvia les cayó como un chaparrón.
—¡Hay una posada a unos quince minutos! —gritó Chris un poco más adelantado que ella, girándose para mirarla (un poco imposible por la ancha capucha). Sus manos apretaron con fuerza las riendas, que cubiertas por guantes de cuero, no se le helaban tanto como si no llevara nada. Aún así, Dani sintió que le iban a temblar como aflojase un poco su agarre.
—¡Está bien! —contestó con un grito de vuelta.
Para cuando vislumbraron la posada, un edificio de cuatro plantas a dos aguas, ya había oscurecido. Y por el tiempo que hacía, tendrían que quedarse por lo menos esa noche, o esperar a que cediera un poco. Se acercaron a la posada y dejaron los caballos en el establo, a cobijo.
—¿Tienes frío? —preguntó Chris al verla tiritar y abrazarse a sí misma. Echó un vistazo sobre él, apenas viendo su mandíbula cuadrada y sus finos labios, su rostro mojado por la lluvia.
—No, tiemblo de la emoción —contestó de manera sarcástica, haciendo que pusiera los ojos en blanco. Una lámpara marcaba la puerta de entrada, por la que entraron, sin quitarse las capas todavía. Chris notó que captaron la atención de los cuatro gatos que se encontraban en la posada mientras se acercaban a la posadera en la barra, bañando el suelo con agua y barro, aunque una vez ahí, perdieron la curiosidad.
—Queremos una habitación —pidió Dani intentando que no le castañeasen los dientes. La mujer la miró con sorpresa, quizá suponiendo que eran ambos hombres, a pesar de la diferencia de altura.
—Y una comida caliente —añadió Chris—. Lo que sea.
—Son tres coronas por noche y otra más por la comida —Dani sacó las monedas de su saco, sin protestar por el elevado precio. Lo normal habría sido tan solo una, con la comida incluida, sobre todo con la pinta que tenía el lugar. Dani vio los cubos en el suelo, que evitaban que el suelo se mojase por la lluvia que se colaba por las goteras, y estuvo a punto de coger sus monedas, enfurruñada por el timo, cuando dijo—. La comida estará en escasos minutos —Su estómago gruñó.
Se sentaron uno al lado del otro ahí mismo sobre unos taburetes, y Dani se quitó los guantes, guardándolos en el bolsillo. Se frotó las manos mientras Chris se secaba la cara mojada con la manga de su chaqueta. Frente a cada uno, la mujer dejó un vaso, y por la espuma que le dejó sobre el labio superior al dar un sorbo a Chris, Dani apostó a que era cerveza.
—Estoy tan cansada, que si no hubiésemos pagado ya por la comida, me habría ido directamente a dormir —comentó con un bostezo.
—Nunca se te han dado bien los viajes rápidos —respondió él. Dani no lo negó.
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Una deuda de sangre (La corte de los desterrados #2)
FantasySaga "Crónicas de los desterrados" Libro 2. Tras los acontecimientos en "El grimorio robado", el equipo se ha separado. Taissa, Rob y Alyssa están en Buntland, la tierra natal de ellas dos, y Dylan, Dani y Chris se han quedado en Cryum. Además, la...