La pobre criatura apenas comía, pero bajo los cuidados de Dani, por lo menos no recibía un trato de pena. A pesar de querer liberarla, Dani sabía que habría sido sospechoso si dijera que se había escapado, pues estaba débil y muy delgada, y era por eso que quería que comiera, pero ella era reacia a hacerlo. Sin embargo, de vez en cuando la había visto beber un poco, casi a escondidas, casi avergonzada, pero era sólo su instinto de supervivencia.
Ahora estaba sentada, con un trozo de tela que le había dado para que se tapara, con la espalda apoyada sobre el bebedero y comedero, con la vista perdida. Desvió su mirada y sentada en la cama, decidió que tenía que quemar la carta de Chris. Aunque le alegraba saber de él, de ellos, lo escrito no era algo que alguien más vería con buenos ojos.
Aún así, Chris decía que casi estaba todo resuelto, y que pronto volverían a palacio, y Dani no pudo contener la sonrisa, ya que llevaba tiempo sin verlos. Aunque lo que realmente le habría gustado era que la hubiesen mandado con su primo. Ponerse unos pantalones, cabalgar al sur, e incluso estar presente en la batalla. Esa vida no era una para ella, pero cuando leyó que Dylan tenía algo que le gustaría, sus esperanzas se elevaron. Dani sabía que no se lo habría dicho si no fuera algo que fuese importante para ella.
Y Dani solo quería irse y dejar atrás el castillo y a su rey. Cada vez que veía a la sílfide, su aniñado rostro emocionado llegaba a su mente y la llenaba de rabia. Él había visto la tortura y la había llamado juego, se la había regalado como si le hubiese regalado un pájaro, y aunque ella también tenía alas, no lo era. Se levantó de la cama y acercó una esquina de la carta a una vela encendida, y ésta se prendió con rapidez, hasta estar consumida.
Escuchó como llamaban a la puerta, y la doncella, que casi era un fantasma para ella, pues no hablaba, no se movía, y no hacía ruido, fue a ver quién era. Ésta recibió un mensaje doblado de un criado, y se lo acercó sin leerlo.
—Gracias —dijo tomándola. Ella volvió a lo que hacía, arreglando un vestido con toda su concentración. Dani había notado que se había sentado lo más lejos posible de la sílfide, pues casi la veía como una maldición. Pero mientras no la tocase, le daba igual.
Abrió la nota y leyó:
"Mi querida Danielle,
Pues como al parecer se me hacen milenios sin veros, me gustaría que viniérais a tomar el té de la merienda a mis aposentos. Os espero a las 18:30.
Vuestro,
el rey."
Chasqueó la lengua al comprobar que Nicholas no le había dejado más opción que verlo ese mismo día, y con un resoplido, llamó la atención de mi doncella, aunque fue ignorada. Aún así, no le extrañó que no le dejase con mucha opción, ya que durante esta semana, había estado evitándole. Y Dani supuso que solo había una persona con la que podía hablar de esto.
Con dos horas para su cita con Nicholas, Sarah llegó a su habitación. Dani suspiró de alivio al ver que había aceptado su invitación. Entrelazó el brazo con el de ella, y sugirió ir a los jardines. Su doncella se levantó para seguirlas, pero Dani se adelantó.
—Podéis quedaros aquí y acabar con eso —le dijo. Ella frunció el ceño.
—Pero señorita-
—Es una orden —Y con eso volvió a sentarse sin rechistar.
Las chicas atravesaron los pasillos, pero Sarah parecía un poco perdida en sus pensamientos. Gracias a dios no se habían cruzado con ningún noble con intención de interrumpirlas. Cuando dejaron el palacio y las nubes hicieron presencia en el cielo, Dani hizo un mohín. Había pensado que estaría más soleado. Miró a Sarah y ésta pareció un poco distraída.
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Una deuda de sangre (La corte de los desterrados #2)
FantasySaga "Crónicas de los desterrados" Libro 2. Tras los acontecimientos en "El grimorio robado", el equipo se ha separado. Taissa, Rob y Alyssa están en Buntland, la tierra natal de ellas dos, y Dylan, Dani y Chris se han quedado en Cryum. Además, la...