Capítulo 8: La anciana (editado)

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Taissa miró los cuerpos inconscientes de Alyssa y Rob, y se le formó un nudo en el estómago.

Corrió hacia Alyssa, quien estaba más cerca, y se arrodilló tomándole el pulso. Cuando lo sintió bajo sus dedos dejó escapar un suspiro de alivio, y observó a Rob a unos diez metros, percatandose del movimiento ascendente y descendente que realizaba su pecho. Sin embargo, a pesar de saber que seguían con vida, no pudo fiarse de por cuánto si no curaba sus heridas.

Se puso detrás de la cabeza de Alyssa y la sujetó por las axilas, levantándola mínimamente para poder arrastrarla hasta Rob, por lo menos. El peso de su cuerpo tiró de ella hacia abajo cuando empezó a dar pasos hacia atrás con ella y la espalda le dolió tras unos simples pasos. Por suerte, Alyssa no pesaba mucho y apenas tenía unos metros que atravesar. Y a pesar de eso, lo que le preocupaba era qué hacer.

Ambos estaban heridos e inconscientes, y Taissa simplemente rezó para que funcionase. Le arrancó la garra del cuerpo, y puso sus manos en la herida que atravesaba a Alyssa de delante a atrás, abriendo un agujero en su cuerpo por el que la sangre se escapaba como un globo pinchado. Las manos de Taissa se llenaron del espeso líquido rojo de olor metálico e hizo que le diera una arcada, emborronándosele la visión por los recuerdos.

Sus manos se parecían mucho a como habían estado hacía meses, manchadas, sucias, culpables de lo que había hecho y de lo que no había podido hacer después. La respiración se le entrecortó y no pudo evitar intentar dar bocanadas de aire en las que parecía que no podía coger apenas un poco.

Aquella vez sería diferente.

Tenía que serlo. Le aterraba quedarse sola.

Las manos le temblaron con brusquedad sin poder evitarlo y sus ojos se cristalizaron, pero los cerró, dejando que unas lágrimas se deslizasen por sus mejillas. Era lo único que sabía hacer con su estúpida magia, lo único en lo que no podía fallar. Taissa se concentró.

Todavía con los ojos cerrados dejó salir su poder. Éste se expandió por fuera de ella en una dirección, con un objetivo, y Taissa se enfocó en arreglar lo que se había roto, en hacer marcha atrás en el tiempo, en no perderla, y cuando abrió los ojos vio la herida cerrándose poco a poco. Como si las dos partes se estuvieran uniendo dejando atrás la herida mortal, y una risa nerviosa se le escapó de los labios, increíblemente feliz y satisfecha por una vez. Se secó las lágrimas traicioneras de las húmedas mejillas con la palma de la mano, intentando no mancharse de sangre.

Se giró corriendo para hacer lo mismo con Rob, esa vez con los ojos completamente abiertos y atentos a sus movimientos. Movió los dedos justo como lo haría un pianista, pero de éstos, líneas rojas de magia salieron hasta la herida, que como hilos la cerraron, cicatrizando en segundos. Taissa se dejó caer en el suelo, sin poder sostener el peso de su cuerpo y permitiéndose descansar durante unos segundos antes de que alguien o algo peligroso apareciese.

Tras el breve descanso, en el que se limpió la sangre con el agua del río, se decantó por pensar cuál sería el mejor lugar al que ir. El pueblo estaba demasiado lejos, y estar a la intemperie no era buena idea, sobre todo si sólo estaba ella para protegerlos.

Así que hizo lo que había visto hacer a Rob muchas veces, y lo que ella misma había practicado un par más por diversión. Fergus reconoció el movimiento y lo identificó tan pronto lo vio, siguiendo sus órdenes. El caballo se echó al suelo y Taissa estiró sus brazos y cuello, moviendo éste de derecha a izquierda haciendo que crujiera.

Comenzó por Rob, ya que pesaba más.

—Ostia —dijo al momento en el que sus casi inexistentes músculos cargaron con los ochenta kilos de Rob, aunque apenas fueran dos metros. Lo echó por encima del costado del semental y repitió la misma acción con Alyssa, que pesaba bastante menos. Luego hizo que Fergus se levantase con ambos encima, tumbados dejando sus piernas caer por un lateral y sus brazos por el otro. Taissa los recolocó un poco mejor para evitar que se cayesen y tomó las riendas.

Una deuda de sangre (La corte de los desterrados #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora