40 - Voy a conocer a mi padre

24 1 0
                                    

Llegué a la oficina de Carlos. Irse a Pinto tenía migas. Una mujer me recibió y me indicó la oficina que era de la primera planta. Tenía que esperar estaba terminando una reunión y el señor Gallur pronto terminaría. Me ofreció algún refresco.

-¡Te pareces a él! ¿Eres familia?

-Soy familia... Iba a decir, lejana. ¡Soy familia y punto!

-También estás en el partido?

-No puedo, soy menor. ¡Pero me gustaría! Dije con tal de quedar bien. La política me parecía repulsiva.

-José Carlos. Aquí le traigo a este chico que dice que se va afiliar cuando sea mayor de edad. ¡Muy simpático por cierto! La mujer se despidió. Su función me parecía ser recepcionista o administrativa, pero sobre todo relaciones públicas.

Esta vez las cosas fueron mejor. Me ofreció de beber y comer, pero lo rechacé. Se sentó delante de su mesa de despacho junto a mí. Esto era otra cosa a que nos separase una mesa de despacho. Estuvo hablando de lo que hacía por las tardes.

-He estado hablando con mi esposa de ti! Explicó pacientemente.

-No quiero crear problemas. He venido porque quiero conocerte. ¡Después me voy y paso de movidas! Era mi intención.

-Cállate tonto. Que no sabes nada. Te voy a contar la versión oficial que es la única que hay.

Hace más o menos veinte años me tenía que buscar la vida. Me dieron un puesto de trabajo en la Conchinchina. Entre la falta de dinero y tiempo, tuvimos problemas mi mujer y yo y nos separamos. Conocí a tu madre y trabajamos juntos en la misma empresa. No voy a entrar en detalles. Pasó lo que pasó. Antes que tu nacieras me pude volver a Madrid. Mi mujer y yo nos reconciliamos y años más tarde me enteré de tu existencia.

-Cuándo fue eso.

-Tendrías cuatro cinco años.

-Y no quisiste saber de mí? ¿Todo este tiempo? Sonaba fatal. Era peor de lo que me había imaginado.

-Llamé a tu madre, hablamos varias veces. Al final vi que lo mejor era dejar las cosas como estaban. Yo seguí con mi familia. Tú con la tuya. Tu madre con razón prefirió no hablar de ello. Lo entiendo, porque no era bueno hacer publicidad. ¿A ti te hubiera gustado que hubiera salido a la luz pública?

-¡Y te hubiera perjudicado tu carrera política! Sugerí.

-Mi cargo, es un cargo orgánico. Nadie me puede elegir. No me pueden votar. Por tanto, no tengo carrera política pública. ¡Es del partido y no creo que en un partido de carácter municipal aspire a presidente de gobierno! Dijo sonriendo.

-Pero podías habérmelo dicho. Podías haber hecho algo. Podrías visitarme. ¿Algo?

Abrió su cartera y me enseñó una foto mía de mi comunión.

-Hacer qué? Decir que tú eres mi hijo. ¿Tu padre se hubiera peleado con tu madre? ¿Se hubiera roto el matrimonio o tal vez no?

-El matrimonio está roto. ¡Mi padre lo sabía!

-Será hace poco, porque hablé con tu madre hace medio año y todo estaba como siempre. ¿Y tú qué hubieras hecho? ¿Arriesgarte y destruir una relación? ¿O preferible mantener todo en silencio por el bien de todos?

-Pero tú eres mi padre? Se supone que te interesas por mí. ¡Esperaba algo!

-Por eso llevo tu foto en mi cartera, como la de mis demás hijos.

-Podías haberme pagado los viajes de final de estudios. ¡Unos juegos!

-Adrián. ¡Yo no me he negado! Cada medio año me ofrecí para lo que pudiera hacer falta.

La fierecilla domada por Adri 1 y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora