Prólogo

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Los ojos del bello príncipe se abren lentamente, la luz del sol hace que sus ojos ardan asi que los cierra de inmediato para después frotarlos con sus puños, el dia de hoy el joven príncipe Young Soo cumpliría dieciocho años. Los sirvientes corrían por los pasillos del palacio buscando las mejores ropas para su amado príncipe; un sirviente entra a la habitación captando la atención del príncipe.

—Mi príncipe — dice el hombre poniéndose de rodillas.
— Levantate — dice él con una sonrisa, está lleno de amor y respeto hacia cada persona del palacio, sea importante o no.
— Su sirviente quería desearle un feliz cumpleaños — habla el hombre poniéndose de pie — que todos sus deseos se cumplan mi príncipe.
—Muchas gracias — exclama él. — voy a salir a pasear un poco, por el bosque, ¿Puedes hacer que preparen mi caballo?
— Si, si mi príncipe — dice el hombre haciendo una reverencia antes de salir de la habitación.

Las trompetas suenan, la emperatriz está entrando a la habitación de nuestro príncipe.

—Hijo mio — dice la bella mujer de cabellos negros, piel blanquecina y ojos marrones. — Tu padre te manda buenos deseos por tu cumpleaños.
— Muchas gracias madre — dice el joven príncipe tomando la mano de su madre. — Iré a pasear por el bosque, ¿quieres venir conmigo?
— No hijo mío — dice ella con delicadeza — Ve tú, tengo que organizar mucho por tu cumpleaños, ya eres mayor de edad y tienes que realizar tu preparación para ser emperador.
— Si madre — dice el príncipe pues ser emperador no era importante para él, Young Soo era un espíritu libre, como un caballo salvaje sin control, su unico objetivo era ser diferente a los demás emperadores.
Ser mas comprensible y no es que su padre no lo fuese, no, su padre era un gran emperador.
Al retirarse la emperatriz, el joven príncipe es vestido por sus sirvientes para después salir del palacio e ir al bosque como lo habia deseado, varios guardias se ofrecieron a acompañarlo por su seguridad pero Young Soo rechazó la oferta pues había oído de un extraño suceso en el bosque en una de sus caminatas secretas por el pueblo. Decían que en el bosque justo en el centro había una pequeña cabaña demacrada y un poco rota, ahí vivía un hombre extraño el cual no salía de ahí, nunca. La curiosidad del príncipe fue mucha así que no pudo evitar visitar el lugar.

Al llegar al lugar todo se sentía extraño, el sol no mostraba su luz, como si algo le impidiera hacerlo.
El príncipe caminó hasta la cabaña con lentitud y se atrevió a golpear la puerta aunque su corazón latia fuerte.
La puerta se abrió haciendo un fuerte rechinido la imagen demacrada de un hombre apareció en la puerta, su piel era pálida tanto como la nieve, sus ojos de un color rojo intenso igual a la sangre y su boca un color rojo carmesí.

— Hola — dijo el príncipe un tanto confundido - Soy..
— El príncipe Young Soo — dice el hombre — lo estuve esperando su majestad, adelante.
— Muchas gracias — aunque le pareció extraño el príncipe solo decidió entrar y conocer a ese extraño hombre. — vine aquí por que muchos hablan de usted en el pueblo, oí que su cabaña está un poco rota y por esta razón es que vine, para ayudar a repararla.
—Es muy amable de su parte Majestad —dice el hombre, su voz era un poco extraña. — Por su gran ayuda me gustaría darle un obsequio.
— No es necesario — el príncipe sonríe amablemente.
— Insisto — el hombre le entrega una pequeña botella - bebalo y se volverá mas fuerte, mas ágil y mas valiente, será feliz eternamente, conseguirá todo lo que desea.
— Gracias — el príncipe tomó la botella un poco extrañado.
—Felíz cumpleaños Majestad —dijo el hombre - bebalo.

El príncipe sin preguntar abrió la pequeña botella, un extraño aroma salió de su interior, se sintió mareado por un momento pero aún así bebió el líquido sin pensarlo dos veces.
Su cabeza comenzó a dar vueltas, mareos y fuertes dolores se apoderaron de él hasta dejarlo inmóvil y totalmente dormido.

Cuando despertó el príncipe se encontraba en el palacio junto a la preocupada mirada de su madre; las palabras no salían de su boca aunque lo intentaran, un par de sirvientes se acercaron a las ventanas de la habitación para abrirlas, al entrar el sol la piel del príncipe comenzó a quemarse y los gritos se hicieron audibles. La emperatriz con mucho dolor y temor hacia su hijo el cual era ahora un monstruo, pidió a su esposo el emperador que lo enviara a la habitación mas oscura del palacio, desde ese día no volvieron a ver el principe Young Soo, pero desde ese día todo cambió para él y no entendería el propósito de su destino hasta después de mucho tiempo.






El Príncipe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora