Capítulo 29: Te necesito.

557 74 5
                                    

Siento un escalofríos recorrer mi cuerpo; sus labios cerca de mi cuello me desespera, mi respiración comienza a ser más rápida, entre gemidos y jadeos mi cuerpo es llevado a mi habitación. Se que esto es una locura; no debería acostarme con alguien que no conozco pero que mierda, siento que necesito de él, necesito su cuerpo.
Caigo en la cama y muerdo mi labio inferior mientras lo observo quitarse la ropa; enseguida hago lo mismo y cuando estamos completamente desnudos él se coloca sobre mi. Busco la sábanas lo más rápido posible para cubrirnos; sus besos baja hasta mi ombligo dejando pequeñas marcas rojizas.
Jadeo y me aferro a la sábanas; mi cuerpo se estremece, siento un choque electrónico en todo mi cuerpo, un choque de placer creado por él, por sus besos, por sus labios y sus manos recorriendo cada parte de mi cuerpo.

— H-hazlo — digo entre gemidos —, no lo soporto por favor hazlo...

Él no dice nada, sólo asiente con la cabeza. Cierro mis ojos y poco después siento su pene entrando en mi; sus labios vuelven a los míos buscándolos con desesperación, rasguño su espalda sin cuidado dejando marcas rojas en ella. A medida que aumenta la velocidad puedo sentirlo más dentro de mí.

—¿T-te gusta? — pregunta él jadeando, su voz, mierda suena tan sexy.

—Si, — respondo — No te detengas.

Él sonríe.

En un hábil giro me coloca sobre él aún con su pene dentro; despacio muevo mi cadera mientras él se sienta para continuar besando mi cuello y pecho, mis manos recorren su espalda desnuda mientras que sus manos aprietan mis muslos.

— Ahh! — suelto un gemido que es ahogado por sus hambrientos labios — ¡Mas! Por favor... — suplico, su cuerpo me hace adicto, siento que quiero parar pero cuando más tiempo me resisto a hacerlo más adicto a él me vuelvo.

— Ahh! — gime y gruñe — Jimin eres un ser irresistible  — dice sonriendo, hago lo mismo. — Me encantas...

— No creí que diría esto — gimo — pero !Ahh! Me encantas, me estás matando... Me vuelve loco una sola caricia...

— Me encanta — dice él devorando mis labios otra vez —, me encanta que te sientas así.

Gira nuevamente dejándome boca arriba en la cama y enseguida me gira nuevamente poniéndome de costado; siento su pene otra vez entrar en mi provocado un gemido que ahogo cubriendo mi boca con mis manos, se mueve lentamente, cada movimiento es una tortura. Sus besos se esparcen por todo mi cuello y espalda, mis gemidos son aún más fuertes.

— Mas... Rápido — suplico — Por favor ¡ahh! — gimo fuerte al sentir sus embestidas aún más fuertes y poderosas, como si mi interior se estuviera abriendo a él, mi cuerpo tiembla por el placer. Su mano baja a mi miembro y comienzo a bombear, me estremesco al contacto de su piel fría contra mi piel, sus embestidas aumentan más mientras su mano se mueve más rápido expulsando el líquido color blanco de mi.

— AH! — vuelvo a gemir — ¡Ah Ah! — mis mejillas se tornan rojas, mi boca entreabierta es cubierta por su mano. Sus embestidas aumentan más y más, más y más fuerte hasta que siento como se detiene y me abraza.

— Eres increíble — dice con la respiración agitada.

— No — digo mientras me muevo un poco para quitar su miembro de mi interior —, tú eres increíble... Estoy temblando, mi cuerpo se siente extraño...

— ¿Vamos a cenar?— Pregunta sonriendo.

— Creo que sí —respondo riendo —, creo que la comida ya se enfrió.

— Pues — besa mis labios lentamente —, la calientas. — ríe.

Rio un poco y me pongo de pie mientras voy hasta el armario a buscar un poco de ropa para ambos, cuando lo consigo le extiendo un pantalón de color negro y una camiseta blanca y negra, con rayas, de mangas largas.
Comienza a ponerse la ropa mientras busco en los cajones la ropa interior.

— Toma — digo tirándole un boxer que cae cerca de sus piernas —, nunca había compartido mi ropa interior... Será raro.

— Voy a asegurarme de que este bien la próxima vez que nos veamos — dice sonriendo, mis mejillas arden.

— Vamos — digo una vez ya vestido —, tengo hambre.

— Acabas de comer y quieres más — dice él abrazándome por detrás —, eres un glotón...

— Pues — digo sonriendo —, con tantos manjares es imposible no querer comer como animal.

En algo tenía razón, es imposible no querer comer semejante cuerpo. Dios... Me encanta.

El Príncipe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora