//Capítulo 2: Cambiaron.//

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 Capítulo 2

Sintió esas ganas de abandonarlo todo, ¿para qué tomarse la molesta de empezar todo de nuevo? Sí él volvería y lo destruiría todo, no dejaría nada. ¿Para qué siquiera molestarse? Pero algo, muy a fondo la incitaba a seguir intentándolo, algo que a veces nos engaña: la esperanza de que por fin algo cambie, y ella la tenía, la esperanza no era algo que se perdía con facilidad en su vida, ella negaba tenerla pero todavía la poseía y en las noches podías notarlo... cuando deseaba que algo nuevo pase, cuando deseaba que él deje de existir, ahí estaba la esperanza. 

Parpadeó varias veces hasta acostumbrarse a la luz del día, ya todos sabían de la nueva sobreviviente que recorrería los pasillos de la prisión, Melissa se había hecho amiga de Daryl Dixon, si el hombre de que suelen decir "él es duro como una roca" de rara manera los dos se sentían cómodos juntos, a Daryl ella le hacía acordar a su hija Dany la cual había desaparecido de sus brazos en el momento donde todo ocurrió y a ella Daryl le hacía acordar de rara manera a su padre, su padre solía ser cerrado pero sólo al principio, sólo por el hecho a que temía que esa persona despareciera en pocas palabras él no quería ser lastimado, ese recuerdo lastimo un poco a Melissa. ¿Cómo iba poder seguir viviendo sin los consejos de su padre? ¿Sin la compresión de su madre? ¿Sin los abrazos, ni sonrisas, ni lagrimas de sus padres? ¿Cómo vivir con la ausencia de un ser que tanto querías? Ella mientras se paraba del colchón, se sentía sola, como sino tuviera a nadie en el mundo y por más que este equivocada se sentía así, sola, inútil, vacía. 

Mientras lograba pararse con un poco de dificultad por la herida que ya cicatrizo pero que seguía doliendo al intentar hacer algún esfuerzo físico, se dio cuenta que el chico extraño no la volvió a visitar y se sintió un poco decepcionada, era una de las muchas veces que se dejaba llevar por la esperanza y por tontas ilusiones de una adolescente, ella siempre había querido tener un mejor amigo, nunca había logrado tenerlo, cada una de las pocas veces que se acercaba a uno, ellos la insultaban, la maltrataban y por eso prefirió no volver a hacerlo, llego a pensar que los chicos eran todos unos estúpidos pero ¿Qué si estaba equivocada? Quizás había elegido siempre a los malos. No todos los chicos son malos, hay chicos buenos, pero el problema esta en diferenciarlos, ¿cómo darte cuenta que el bueno es el qué te esta hablando y no el que te ignora? Es un poco complicado darte cuenta de ello. 

En el momento de caminar hacía la puerta, su cuerpo hizo un mal movimiento y se cayó, haciendo que gritará de dolor, había caído en la pierna mala. Su amiga, Diana, apareció en un segundo al escuchar el grito, preocupada se acercó a su amiga y la levantó, una pequeña risa se escapó de la boca de esta, sus ojos cafés parecían achicarse cuando reía, haciendo que Melissa se olvidará del dolor y riera junto a ella. Eran un poco diferentes, pero sin duda, en pocos días se dieron cuenta de su amistad, pasaban buenos momentos juntos y eso lo disfrutaban.

Hoy por fin, Melissa iba a salir de la habitación, iba a conocer la prisión y a cada persona que la contenía, Diana le paso las muletas a la muchacha, y se montó con ellas, había que decir que andar con muletas no era muy fácil, tenías que impulsarte con la pierna sana para poder caminar y andar con los brazos. Después de entender perfectamente como funcionaba, Melissa fue junto su amiga Diana la cual iba a enseñarle la prisión, estaban felices y eso es algo raro, la felicidad era lo último que recorría los pasillos de la prisión, por más que ya estén a salvo de muchos peligros era difícil ver a gente riendo o incluso sonriendo, era demasiado poco común. Alguien a una gran distancia, las observaba, se podía notar que ellas dos no eran las únicas que sonreían, había alguien más que también lo estaba haciendo, claro, en alguna parte. 

El hombre de la ballesta, gritó el nombre de Melissa con emoción, por fin había podido volver a caminar, se acercó y abrazo a Melissa, riendo, ya estaba un poco harto de ver a su amiga quejándose de estar encerrada. 

—Ya has podido hacerlo. ¿Estás feliz por ello?

—Ni te lo imaginas, ¿sabes lo que es estar encerrada? ¡Horrible!

Por más que ella se había acostumbrado un poco al encierro, no le gustaba, lo odiaba. Diana, pensando que sobraba se retiró inventando una tonta excusa. Melissa empezó a reír de los malos chistes de Daryl o los recuerdos.

—No en serio, a mi primo una vez lo atraparon fumando, ¿sabes qué hizo mi tía? Casi lo asesina, mi tía era la única responsable de la familia...todos eran unos cabrones.

Rick llamó a Daryl y él tuvo que irse, dejando a Melissa en medio de algún lado, ya que no conocía la prisión y quedarse perdida no es algo que le gustase, en realidad no les gustaba nada. 

El chico lo notó y se digno a acercarse, desde la distancia que estaba, los pasos parecían eternos. Tocó su hombro, Melissa se dio vuelta confundida, ¿por qué se acerca ahora? Y después entendio que estaba perdida en el medio de la prisión y debió de haberle dado lastima al muchacho, odiaba ese sentimiento. 

—¿Qué quieres? —dijo seca, pero ¿por qué le hablaba así? Si ellos eran sólo dos desconocidos—.

—¿Quieres que te lleve hasta tu cuarto? —dijo tímidamente—.

La muchacha pareció relajarse al escuchar esas palabras y asintió con la cabeza.

—¿Y cuál es tu nombre? -preguntó la chica—.

—Chandler, ¿y el tuyo? —preguntó—.

—Melissa, un gusto —dijo, mientras sus manos se estrechaban—.

Y sin saberlo, era el comienzo de algo nuevo, algo grande, algo que no iban a poder detener, todo había comenzado con un simple estrecho de manos, pero en realidad ya había empezado, en el momento donde el llamó el nombre de su padre para rescatar a la chica del auto. Desde ahí, cambiaron. 

Cambiaron, pero ¿Para bien o para mal? ¿Para herirse o para salvarse? 

***

Capítulo dedicado a: ChandlerLoveRiggs, una de mis primeras amigas que tuve, ¡gracias por estar siempre conmigo! *-*

DEAD (Chandler Riggs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora