//Capítulo 4: "Frío"//

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Capítulo 4

Carol que observó como la niña se desplomaba en el suelo, no dudo ni un segundo en dirigirse allí. Corrió hasta llegar allí, una vez allí busco el pulso de la muchacha. Se dio cuenta que sólo fue un desmayo, cargó a la chica en su hombro derecho y empezó a caminar hacía la habitación de Hershel, Melissa era delgada pero para la mujer de 40 años ella pesaba, abrió la puerta de la habitación,  posiciono a Melissa en el colchón, suspiró y buscó algo fuerte para levantarla, buscaba en los estantes y no hallaba, finalmente se dio por vencida y llamó a Hershel, el anciano tardó unos minutos y luego apareció, ya conocía a Melissa el anciano pues no era la primera vez que ella se encontraba ahí, claro.

—¿Qué le sucede? —preguntó confundido—.

—Se desmayo. ¿Tienes alcohol o algo? Para levantarla —dijo la mujer—.

—Claro —dijo el anciano sonriendo—.

Heshel se dirigió hacía los estantes,  agarró una pequeña botella de alcohol, acercó el objeto hacía la nariz de ella,  Melissa se empezó a mover, levantándose por fin.

—¿Qué paso..? -dijo con la voz apagada—

—Se te bajo la presión, ya puedes irte.

—Esta bien.

La muchacha se levantó un poco confundida y empezó a buscar sus muletas. Estaba decidida a irse pero una voz la detuvo.

—¡Espera! —grito alguien—.

—¿Si?

—Ya puedes dejar las muletas, ya no las necesitas.

—Claro.

Las dejo donde habían estado anteriormente y partió. Rick que estaba mirando nada, exactamente, cuando se percató que Melissa pasó por de lado de él, confundido levantó la mirada, dandose cuenta que la muchacha no tenía las muletas, entendió que ella ya nos las necesitaba, entonces se digno a entregarle un trabajo, porque todos en la prisión tenían uno,  ella no iba a ser la excesión. La detuvo y la observó.

—Hola Melisa —dijo amablemente—.

—Hola Rick —dijo tratando de sonar formal—.

—¿Te molestaría ir a matar unos cuantos caminantes en la reja? —dijo suspirando—.

—¿Cami.. qué? —su voz salió confundida—.

—Caminantes, zombies, infectados. 

—Claro, ahora voy —dijo suspirando—.

"Así que así los llaman, caminantes, bonito nombre para criaturas que no hacen más que caminar" pensó mientras se dirigía a la reja. Agarró el hierro, lo alzo a la altura de sus hombros. Comenzó a matar a los caminantes, la idea le disgustaba mucho, no era muy buena en ello, cada vez que se acercaba a uno y los olía le agarraban arcadas, pero tenía que acostumbrarse, si quería sobrevivir, claro. El muchacho de ojos azules, observaba cada uno de sus movimientos, como levantaba el hierro y se los clavaba en la cabeza, hasta dejarlos totalmente muertos. Se acercó a ella, el olor de ella, inperno sus fosas nasales.

—Bonito, ¿eh? —dijo riendo—

-No te lo imaginas, ósea ¿ves sus hermosas caras? En especial cuando te quieren morder —dijo con una mueca—.

—Si, son perfectas —dijo riendo—.

—No te quedes parado. ¿Podrías ayudarme? —dijo en broma—.

—Sí.

—¡Esto es horrible! Voy a vomitar... —hizo un amago, pero no lo hizo—

-Tendrás que acostumbrarte, desgraciadamente el mundo es así ahora, por cada lugar que vayas, te los encontrarás, tendrás que matarlos. Son ellos o tú. —dijo haciendo una mueca de disgusto—.

—Lo sé, ojalá pudiera volver a donde todo era normal, estar ahí por dos minutos, pero serían los mejores dos minutos de mi vida.

—Ojalá, pero no podemos, tristemente, crearon caminantes pero no pudieron crear una máquina del tiempo.

—Si...

Sus ojos azules observaban cada movimiento de ella, queriendo averiguar un poco de ella de esa manera, pero desgraciadamente los secretos de una persona no se revelaban por los movimientos, se revelaban más bien de otra forma. Ella se dio vuelta, incómoda, mantuvieron las miradas, los secretos de ella estaban en sus ojos, y los de el también. Con una mirada se contaron secretos que no podían contar a otra persona, porque esos secretos eran solo de ellos y se los guardarían, como todo secreto, los secretos son eso es algo secreto, algo que quizás nunca sea contado, por eso debes elegir bien a quien se lo contarás, quizás esa persona te pueda traicionar. Dejó de matar los caminantes, porque ya simplemente quedaban pocos, su trabajo había terminado. Melissa se estaba sintiendo incomoda allí, entonces para el momento de irse, se alegró, porque ella no estaba acostumbrada a tener a un chico cerca, eso a ella le intimidaba de cierta manera, era como si estuviera tan frágil frente a los ojos de alguien. Respiró hondo y levantó la mirada, para anunciar que ya se iba.

—Bueno, adiós —dijo tímida—.

—Adiós —dijo frío—.

"Pero, ¿qué rayos le pasaba? ¿Por qué me contesta así? Estúpido." Pensó Melissa antes de partir, furiosa, pero lo que más le molestaba era el porque ¿Por qué estaba furiosa exactamente? y ¿Por qué él le contestó frío? Preguntas y más preguntas, pero ¿y las respuestas? Parece que encontrar la respuesta a éstas preguntas es una tarea difícil, como sumergirte a un laberinto, quizás si lo haces no vuelvas a ver la luz del día, error de dos adolescentes. Para él fue un simple tono, pero para ella no tanto, ella había tenido un hombre que le hablaba frío todas las noches, volver a escuchar un tono así es como desenterrar el pasado, fue uno de los pequeños errores más que pasaron por desapercibido. A Melissa le hubiese gustado quedarse y preguntarle "¿Estás bien? o "¿Qué te sucede?" Pero preferió no hacerlo, Chandler es un chico agradable pero... ella no podía permitir que meta mas problemas en su vida, no podía dejar que él hiciera eso, ella tiene demasiados problemas, mejor dicho su vida es un problema.

Ella se dirigió a su celda, encontrándose con el hombre malhumorado. No le importó que él estuviese allí, sólo se acostó y dejo de pensar un rato.

Escucho a mucha gente hablando, entonces la curiosidad le ganó, se movilizó hasta donde provenía el ruido.

Era un chico nuevo y por lo que ella veía parecía agradable, Melissa debía de haber sabido que las apariencias engañan.

***

DEAD (Chandler Riggs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora