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Disfruten el capitulo.

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Por fin, el último escalón.

Era una torrente de nervios desorbitados. Su cuerpo caminaba erguido por aquella infinita hilera de escaleras con una teatral tranquilidad, pero en el interior, podía sentir claramente cómo iba desmoronándose en una tormentosa ansiedad.

Era demasiado para el, ¿qué parte de su cabeza creyó que estaba preparado para aventarse por sí solita al rudo vuelo de la autonomía?

¡Vaya fiasco!

Taehyung era demasiado previsible. No había que conocerlo de años para darse cuenta de lo que le pasaba. Su ojos, las ventanas de su alma, estaban demasiado abiertas, se podía leer todo la excitación y la preocupación en la que estaban envueltas. Hoseok lo supo al instante, después de ver de reojo como se apretaba las manos con ansiedad y se jalaba los dedos, mientras terminaban de subir los últimos escalones del sexto piso.

-Llegamos.

Esa grave voz quebró al chico. Abrió los ojos, expectante, saliendo de su ilusión.

-A-Ah -soltó una risita estúpida-, qué bien.

Hoseok sonrió,era demasiado predecible.

La última puerta del fondo. Desde que estaban en el quinto piso, pudieron escuchar la música que venía de algún espacio del recóndito lugar. El piso vibraba y Taehyung quiso creer que el departamento de abajo estaba deshabitado, porque si no era así, realmente debía de ser muy desconsiderado por parte del dueño de la fiesta, e insoportable para los inquilinos vecinos.

Taehyung tenía la vista en el suelo, y el entusiasmo escondido en algún lugar de su cuerpo. No se había arrepentido en aceptar la invitación, era algo más inusual, como la idea de que tal vez no debía estar allí.

Pero era demasiado tarde, aún cuando arrastrara los pies, ya habían llegado.

Hoseok se detuvo en la puerta del departamento, cuando la música que ya se escuchaba claramente, y que a la vez se mezclaba con las risas enardecidas, la habladuría incongruente y el motín de todos esos desconocidos allí adentro.

-Hay algo que quieras agregar o disputar antes de entrar -dijo el pelirrojo en burla.

-O-Oh, n-no -negó con la cabeza, sabiendo que debía de verse como una deplorable chiquillo asustado, pero trató de tomar un poco del carácter del apellido que llevaba, ya no era ningun niño de cinco años a la que tuvieran que cuidar en una fiesta. Fatal ya se veía, indeciso, titubeante, frente a él, como para seguir así toda la noche. Se apresuró a sonreir-. Estaré bien.

-Lo sé. Aunque, quería advertirte sobre algunas cosas que debes... -pausó, como si tratara de encontrar la palabra correcta que pudiera explicar lo que temía, y lo que tenía en mente- saber, antes de que conozcas a algunos de éstos idiotas.

-¿Sí? -expandió sus grandes orbes para ponerle atención al muchacho.

Apenas el pelirrojo abrió la boca para hablar, rascándose la nuca, cuando la puerta del departamento se abrió de impacto y la silueta de Jennie apareció entre ellos. Ambos se sobresaltaron al verse pillados de repente.

-¡Sabía que estarías aquí! ¡Me asomé allá afuera y vi tu coche! -dijo, o más bien, gritó la chica de las largas piernas.

Se recorrió a un lado para cederles el paso. Hoaeok se quedó de pie un momento y apretó los labios, irritado, mirando a su amiga allí con la cara de boba. No había tiempo de retrasar la llegada. Así, ambos entraron al departamento.

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