La detective Katia Hoffman tenía una hija cuatro años menor que yo, su nombre era Lauren Noelle Hoffman. Su madre, y todos sus seres queridos la llamaban Laurie, y ella era una estudiante de noveno grado cuando yo era estudiante de último año en la preparatoria. La había visto un par de veces vagando por la escuela, pero nunca hablamos. Ni siquiera porque ella también trabajaba en nuestro restaurante como mesera. Ella trabajaba en un turno diferente al mío, así que apenas se cruzaban nuestros caminos. Su padre era un soldado, estacionado en aquel momento en otro país, y por lo general intercambiaba cartas con su familia. Era un buen tipo, pero no lo había visto demasiado.
Los Hoffman eran una familia muy, muy unida, pero Katia y Lauren eran un dúo dinámico y adorable. Ellas dos incluso tenían bromas privadas, como dos mejores amigas de toda la vida. Katia amaba a su hija, y el poco tiempo libre que tenía lo dedicaba únicamente a ella. Lauren era la vida de Katia.
Tenían una rutina muy clara; se despertaban, desayunaban juntas, bromeaban viendo televisión, y Katia la dejaba en la escuela antes de ir a trabajar. Luego Lauren iba a la práctica de soccer, de donde Katia la recogía durante su almuerzo, la llevaba a casa y luego regresaba a la estación, una vez que terminaba volvía a la casa para cenar con Lauren. Veían una película y luego se iban a la cama. Excepto los lunes, miércoles y viernes, cuando Lauren tenía que trabajar de cuatro a nueve, y Katia la recogía justo después del trabajo. Lauren también trabajaba los domingos como yo, aunque trabajaba de nueve a cinco, y yo trabajaba de cinco y media a once y media, como el día en que desaparecí.
Verás, eventualmente memorizas la rutina y la vida de alguien después de cuatro años.
Cuatro años, dos meses y cuatro días habían pasado desde que mi cadáver apareció en Pinard Creek. Derek ya estaba comprometido, trabajaba lejos y era un hombre hecho y derecho. Mi hermanita Rosie, que tenía cuatro años la última vez que la vi, ya estaba en la primaria, ya hablaba a la perfección y ya podía hacer muchas cosas por su cuenta. El restaurante de mi familia era más grande porque mucha gente comía allí por lástima, tratando de hacer algo bueno por la familia que perdió a su hija. Mis mejores amigos ya estaban en la universidad, una incluso tenía un hijo. Pero yo todavía tenía diecisiete años (y los tendría por siempre) y todavía estaba atrapada tratando de encontrar respuestas que parecían nunca llegar.
Comencé a seguir a Katia tratando de llenar los espacios en blanco que mi muerte me había dejado, pero mis esfuerzos fueron infructuosos. Cualquier posible evidencia que pudiera haber quedado de mi asesinato se había ido con el agua del río y los visitantes del parque. Quienquiera que me había hecho esto había planeado todo meticulosamente, ya que no dejó una sola pista de que se pudiera remontar a él. Me rendí, pero eso no significaba que descansaba en paz. De hecho, ahora estaba más estresada que antes, con mi caso marcado como no resuelto y todos rindiéndose. Había programas sobre el misterio de mi muerte y a la gente le gustaba jugar a escribir teorías sobre mi asesinato. Pero al menos ahora tenía un lugar donde quedarme y una nueva familia, o algo parecido. Prefería quedarme con las Hoffman a volver a mi casa y verlos a todos sufriendo.
El informe oficial decía que había sido torturada y abusada alrededor de una semana antes de ser asesinada. Apenas se me había dado comida, y estaba en un lugar en el que hacía demasiado frío. Leer ese informe me dio algunos recuerdos. No, no recuerdos. Información. Sabía que había estado cautiva durante seis días, veintidós horas y catorce minutos. Recordé el dolor y la agonía de cada golpe y herida, intentar hacerme bolita en el suelo para mantenerme caliente, y no poder hacerlo por estar encadenada. Recordaba el hambre atroz, y recordaba que me torturaban poniendo comida frente a mí y llevándosela...Cada vez que lo pensaba me ponía la piel de gallina. Lo más importante es que recordé lo mucho que mi asesino disfrutaba todo, y me hervía la sangre pensar que lo que me pasó fue sólo su hobby o entretenimiento. Imbécil.
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El Asesinato de Anneliese Trevin
Mystery / ThrillerPinard Hills es un pueblo tranquilo. O por lo menos lo fue, hasta que el cadáver de Anneliese Trevin fue arrastrado por un río tras una semana de estar desaparecida. Anneliese, incapaz de descansar en paz o recordar cómo murió, decide encontrar a su...