¡Finalmente lo había logrado después de tantos años! ¡Había descubierto a mi asesino! ¡Había encontrado a Lauren! ¡Y ella estaba con vida!
Casi podía bailar de la emoción, era probablemente uno de los momentos más felices que había tenido desde que había muerto. Bueno, claro que me dolía descubrir que alguien que yo quería me había hecho esto, pero al menos ahora sabía la verdad y haría que todo el mundo supiera quién era en realidad Jonah Flenderson. Y no iba a dejar que nadie más sufriera lo que muchos habían sufrido ya. Tenía que ponerle un fin a toda esta locura.
Llegué al cuarto en el motel de Katia y la encontré en el mismo lugar en el que la había dejado, acurrucada en el cuarto de motel, rodeada de montañas de pañuelos de papel. Estaba dormida, todavía sosteniendo una de las fotos de Lauren que tenía en su billetera. Había llorado tanto en los últimos días que ahora estaba exhausta.
En cualquier otra época, Katia nunca hubiera tomado una siesta antes de las once de la noche. Siempre tenía muchas cosas que hacer y mucho que trabajar, y además, siempre estaba asegurándose de que todo siguiera en orden con su hija. Trataba de estar presente en la vida de Lauren para compensar la ausencia de Steven e incluso la propia, pues por años Katia se había perdido recitales y obras de teatro por su trabajo. Era una mujer extremadamente ocupada. Sin embargo ahora estaba durmiendo frente a mí, totalmente agotada y drenada de su energía y pasión por la vida. En los últimos días Katia no había comido casi nada, apenas había tomado agua, y apenas había dormido. Sin su hija nada le importaba, ni siquiera mantenerse a sí misma con vida.
Era casi como si hubiera perdido todas sus fuerzas, pero era mi deber regresárselas si quería traer a Lauren de regreso a su familia. Me acerqué a ella tratando de despertarla.
—Katia...—Susurré mientras le tocaba la cara. Me preguntaba si podía hacerla soñar conmigo, si podía entrar en sus sueños. Nunca había intentado comunicarme tanto con ella como en los últimos días.
—Katia, soy yo, Anneliese—Le susurré al oído, aún tocando su rostro. Katia frunció el ceño, aún dormida, y se movió en la cama.
—Escucha, no sé si puedes oírme, pero necesito que te despiertes. Necesitamos ir a salvar a Lauren, y lo haremos juntas. Sé que es difícil, pero no debe ser imposible. Pero para hacerlo, necesito de tu ayuda. Vamos, por favor, tenemos que ir por Lauren—Le dije. En cuanto mencioné a su hija, Katia, aún dormida, frunció el ceño.
—Lauren ...— Ella susurró, sus ojos aún cerrados.
—¡Sí! ¡Sí! ¡Eso es! ¡Lauren! Tenemos que ir a salvar a Lauren. ¡Levántate Kate, es hora de hacer que ese hijo de puta pague por lo que nos hizo!—Dije, tal vez con más felicidad y entusiasmo de lo requerido. Estaba feliz de que lo que fuera que estuviera haciendo, estaba funcionando.
Katia se despertó abruptamente. Miró alrededor del cuarto y después comenzó a acomodarse para dormir una vez más. No, no. No podía dejar que se fuera a dormir de nuevo. Tenía que decirle a dónde ir, ¿pero cómo? Era demasiado para escribir en el espejo, y no era capaz de decirle qué hacer en sueños.
Y entonces recordé que la única vez que pude conectar con Katia había sido mediante un teléfono. Sabía que había una cabina telefónica pública cerca del motel, así que fui y presioné los botones para llamar a la habitación de Katia.
—¿Hola?—Respondió ella, todavía sonando somnolienta.
—¡La casa de Jonah Flenderson! ¡Lauren está allí!-Me las arreglé para gritar en el teléfono. Sentía como si estuviera gritando hacia arriba desde el fondo de un profundo abismo.
—¿Quién eres? ¿Por qué me estás ayudando?—Preguntó ella. Dudaba de mi respuesta, tratando de decidir si debía decir la verdad o no. Ella no creería la verdad, y no podía obligarme a mentir.
ESTÁS LEYENDO
El Asesinato de Anneliese Trevin
Misterio / SuspensoPinard Hills es un pueblo tranquilo. O por lo menos lo fue, hasta que el cadáver de Anneliese Trevin fue arrastrado por un río tras una semana de estar desaparecida. Anneliese, incapaz de descansar en paz o recordar cómo murió, decide encontrar a su...