Capítulo 11: Puertas cerradas

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La policía de Pinard Hills es inútil, no tengo por qué mentir o disfrazarlo. Con todo respeto a Katia y Henry que son bastante dedicados y apasionados por su trabajo, y algunos cuantos que sí quieren cooperar, los policías de por aquí están acostumbrados a no hacer nada. ¿Qué se necesita hacer en un pueblo tan tranquilo y aburrido como este? Por eso mismo tomó siglos y horas que Henry terminara el papeleo para solicitar la orden, la gente había olvidado como hacer ese tipo de formas y peticiones. Y por lo que escuché, la orden para investigar la casa de Andrew tomaría bastante tiempo en llegar. Nadie tomaba en serio al pueblo ni al departamento de policía.

Mientras tanto, yo quise ir a ver la escuela. Quería saber qué estaban haciendo los compañeros de Lauren y sus profesores, como para darme una idea de lo que sucedió después de que yo desaparecí. Además, pensaba que sería bueno para aliviar mi estrés. Uno pensaría que los muertos no sufren de ansiedad estrés, pero eso es sólo si te vas al Otro Lado. Como yo decidí quedarme, hay ciertos beneficios y privilegios que no puedo gozar.

Yo esperaba encontrar a gente llorando, preocupados, o carteles, incluso esperaba una asamblea. Pero no fue así, era casi triste lo rápido que la gente dejó de pensar en encontrar a Lauren, porque ya todo el mundo asumía que estaba muerta. Cuando se trataba de mí, la gente asumía que había escapado con un novio secreto, luego aparecieron todas las teorías locas de que yo era parte de la mafia y blah blah blah...pero aparecí muerta una semana después. Y como a Lauren se la llevó la misma persona que a mí (la prensa había publicado todo en segundos, estaban desesperados por noticias interesantes) todo el pueblo asumían lo peor.

Entendí entonces por qué la gente se olvidó de mí con tanta rapidez. La gente viva tiene vidas con las que deben seguir y cosas en que pensar. Por cada huella que uno de nosotros deja en el mundo, otra se borra. Por cada lugar que conocemos, uno se esfuma de nuestra memoria. Por cada persona nueva que llega a nuestras vidas, una pierde su lugar. Y así es con todo. Como yo no viví mucho tiempo, y morí antes de que mis compañeros empezaran la universidad y por ende iniciaran caminos nuevos en sus vidas, la huella que dejé en el mundo era demasiado pequeña.

Pero ya todo mundo hablaba de Lauren como si ya estuviera muerta y eso me molestaba muchísimo. Sus compañeros ya habían comenzado a borrarla de grupos de chat, ya estaban buscando un reemplazo para ella en el equipo de debate y otros clubs escolares, y alguien más se sentaba en su lugar en la cafetería. Cece, la mejor amiga de Lauren, parecía ser la más afligida en todo el edificio, pero incluso ella ya comenzaba a preguntarse con quién se juntaría ahora. La gota que derramó el vaso para mí fue cuando la directora eliminó a Lauren de la lista de alumnos, como si no hubiera existido.

-Es mejor estar preparados. Si hubiera hecho lo mismo con Anneliese Trevin desde que desapareció me hubiera evitado papeleo-Le explicó a su secretaria. Me dieron ganas de darle una bofetada en ese momento.

Por este tipo de cosas ya no me sorprendía que no me hubieran encontrado. El interés de la gente se fue tan rápido como llegó, y quizá si alguien se hubiera esforzado más, si alguien hubiera puesto más atención a su alrededor, si más gente hubiera puesto de su parte, me hubieran encontrado a tiempo. Meh, ¿qué se le puede hacer? El hubiera no existe. Yo ya estoy muerta.

Decidí ir directamente a la casa de Andrew para investigar yo misma antes de que llegara la orden. ¿Por qué no? Soy la única que puede ir a donde sea sin que me detengan.

Cuando llegué, Andrew estaba sentado viendo televisión. Mi vista estaba clavada en las Puertas de aquel sótano, preguntándome qué había ahí. O más bien, quién estaba ahí.

Cerré las manos en torno a las puertas, pero cuando intenté abrirlas, nada sucedió. Literalmente nada. No se movieron. Era como si fueran de acero. Cuando comenzaba a preguntarme qué sucedía, escuché pasos que se acercaban a mí.

El Asesinato de Anneliese TrevinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora